Más de 1.100 referencias: la whiskería más grande de España está en Barcelona

La Whiskería es el lugar que todo amante de esta bebida tiene que conocer, en un ambiente que recuerda a un salón británico rodeado de cientos y cientos de marcas

La Whiskería, el nuevo templo de la famosa bebida. Foto Charlotte Deckers

Si uno llega a La Whiskería (Casp 39, Barcelona) y se acomoda en su larga barra de madera de 11 metros o en uno de los grandes sillones de la sala y pide la carta de whiskies, recibirá un cuadernillo con páginas y páginas con marcas de Escocia, EEUU, Japón, Tasmania o de donde uno quiera.

Más de 1.100 referencias conforman la inabarcable carta de este establecimiento, la whiskería más grande del país y la segunda de Europa, solo superado por una de Varsovia.

“Pero queremos llegar a las 1.300 referencias, y ser los primeros en Europa”, dice Ezequiel Meta, uno de los creadores de este templo del whisky.

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Cientos de botellas tapizan los anaqueles y aparadores. Foto Charlotte Deckers

Los creadores de La Whiskería

Este argentino titulado como maestro cervecero conoció al bartender inglés -pero criado en Escocia- Kris Cowan en la capital catalana en 2015 al coincidir en la barra de un bar del barrio del Raval.

La Whiskería cuenta con 1.100 referencias, pero quieren llegar a las 1.300 para ser el bar de whiskies más grande de Europa

Tres años más tarde tomaron las riendas de ese bar que renombraron como El Museo, pero comprobaron que el local les quedaba pequeño.

Kris Cowan, uno de los fundadores de La Whiskería

A mediados del año pasado sumaron a Ezequiel Riesgo como socio y encontraron un amplio local con subsuelo en el corazón de Eixample; que reformaron y decoraron tras varias visitas a anticuarios para crear un ambiente de muebles antiguos, aparadores modernistas, mullidos sillones y una estantería detrás de la barra tapizada con whiskies de todo el mundo.

La carta inabarcable

Crear una carta tan abundante es una arqueología de sabores y aromas que requieren amplios conocimientos de este sector.

“Somos un poco coleccionistas, hicimos muchos viajes a Andorra, Escocia y otros países buscando rarezas y ediciones únicas”, describe Cowan.

Entre esas joyas de la corona se encuentran el Springbank de Campbeltwon (Escocia), “que tiene una botella pequeña, fea y aburrida; pero su whisky es increíble”, describe Meta. El precio por catar la edición de 27 años es 193 euros la copa de 45 ml llamada dram.

También está el Arran Montepulciano Cask Finish, el whisky de la isla homónima de Escocia en una edición que se creía perdida, y que se ofrece a 90 euros.

Cata para iniciados. Foto Juan Pedro Chuet-Missé

Por no olvidar las ediciones exclusivas del Scotch Malt Whisky Society Club (hasta 150 euros la copa), el escocés Caol Ila de 35 años (190 euros) o el japonés Hibiki de 21 años (210 euros).

Para expertos e iniciados

Los clientes se dividen entre los que piden marcas que conocen (las populares Johnnie Walker, Chivas Regal, Jack Daniel’s, Macallan, etc) y los que prefieren ponerse en manos de los bartenders y dejarse llevar por las sugerencias.

Si uno se marea con la carta de 1.100 referencias, es mejor sentarse en la barra y ponerse en manos de los bartenders de La Whiskería

Una buena opción es la cata que nos ofrecieron Meta y Cowan, con un Aberlour de 12 años de Speysid, un Ledaig 10 años de la isla de Mull (ambos productos escoceses) y el bourbon de Texas Falcones, de 4 años.

La barra mide 11 metros de largo. Foto Charlotte Deckers

De a poco se van descubriendo las diferencias de sabores y aromas, el añejamiento de dos barricas del primero, las notas de sal y humo del segundo, y las trazas de grano de chocolate del tercero.

Cócteles y platos

Pero los dueños de La Whiskería apuntan que uno de cada dos clientes prefiere pedir un cóctel. La carta, por suerte más reducida, permite elegir entre combinados con o sin whisky.

Entre los primeros están el Old Pear (Connemara Peated Irish Whisky, Glenrothes 12 Single Malt, pera y bitters), el clásico Old Fashioned (Mitchers US 1 Single Barrel Rye, sirope de pura caña y una mezcla de bitters de la casa), el Java Boulevard (Macallan 12 & Makers Mark infusionados en café, vermouth Cocchi Torino y Campari) o el Kentucky Buck (Makers Mark Bourbon, fresa, limón y ginger beer), entre otros.

Para que nadie se quede con el estómago vacío, también hay una media docena de platos para comer con la mano con el sello de la comida de calle, como el Derby Dog (frankurt, cordero deshilachado, crotones de pan, crema benedictina y pan brioche), el Katsu Sando (pan de molde con chuleta de cerdo empanizada, col, mostaza y patatas) o los Scotch Eggs (cuatro huevos de codorniz cubiertos con una salsa de carne y especias).

El local recuerda a un salón británico. Foto Charlotte Deckers

Catas y eventos

El trío de Cowan, Meta y Riesgo tienen varios planes para rehabilitar el subsuelo del local. “Quizás sea un clandestino, por ahí una sala de puros. Ya lo veremos”, dicen.

Por lo pronto, en este local se suelen organizar catas (entre 35 a 65 euros por persona) y eventos como una celebración por San Valentín, con degustaciones de whiskies de una malta y chocolates (el 14 de febrero de 18:00 a 20:30, a 35 euros por persona).

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