Ocho floraciones para enamorarse de la primavera en España

Las hay tempraneras, como las de las camelias en Galicia y los almendros en Mallorca, dos sorpresas en forma de mantos floridos que alegran paisajes invernales. Sin embargo, es la primavera la temporada por excelencia de las floraciones, el momento en que los campos estallan de flores dibujando hermosos mosaicos multicolor en el paisaje.

Efímeras y muchas veces impredecibles, lo que las hace aún más bellas y deseables, recorremos España tras las floraciones más espectaculares en un viaje que nos lleva de norte a sur y de este a oeste en busca de almendros en Madrid y manzanos en Asturias, cerezos en la comarca del Jerte (Cáceres) y melocotoneros en Cieza (Murcia), ciruelos en Nalda (La Rioja), amapolas en Toledo y girasoles en La Bureba (Burgos).

Quinta de los Molinos, Madrid

La prueba de que incluso en las grandes ciudades es posible disfrutar de la primavera. La Quinta de los Molinos, un hermoso parque ubicado en el distrito de San Blas-Canillejas y con entrada desde la famosa calle Alcalá, es siempre una buena elección para pasear entre pinos, olivos, cipreses y eucaliptos.

Sin embargo, desde mediado de febrero, los almendros se convierten en la principal atracción, gracias a una floración que tiñe el parque de blancos y rosados en un espectáculo casi mágico, especialmente por su ubicación dentro de la ciudad de Madrid.

Cieza se viste de rosa

De almendros a melocotoneros, los alrededor de 5 millones que rodean la localidad murciana de Cieza y que entre febrero y marzo hacen de la zona un tapiz floreado que se degrada en innumerables tonalidades que van del blanco al fucsia pasando por todas las gamas de rosas.

Los responsables, además de las diferentes variedades de melocotoneros, son el resto de frutales (almendros, ciruelos, paraguayos, nectarinos y albaricoqueros) que también florecen en esta época y que son responsables de la impresionante variedad cromática que se despliega en torno al municipio.

Para disfrutar del espectáculo se organizan diferentes actividades turísticas que van de rutas a pie, a caballo o en tren entre fincas de frutales a paseos en globo, talleres de fotografía, teatro, conciertos y una feria gastronómica. Este año se celebra hasta el próximo 20 de marzo.

Jaén: cerezos en tierras de olivos

La provincia de Jaén cuenta con más de 1.300 hectáreas de cultivo de cerezos, que se reparten principalmente entre los municipios de Torres y Castillo de Locubín en las comarcas de Sierra Mágina y Sierra Sur respectivamente. De hecho, ambos protagonizan la Muestra Provincial de la Cereza que organiza todos los años la Diputación de Jaén en el marco de la estrategia Degusta Jaén.

Antes de saborear las jugosas cerezas, sin embargo, se puede disfrutar del espectáculo natural que la floración de sus cerezos deja ver entre los meses de marzo y abril, cuando el blanco de los árboles tiñe los valles, flanqueados aún por la nieve en la cumbre de la sierra.

Un millón y medio de cerezos en Jerte

También la floración de los cerezos, en concreto de 1,5 millones de árboles, tapizan de blanco y rosado la comarca del Jerte, en Cáceres. Además de la cantidad de frutales, contribuyen al espectáculo su original disposición en forma de terrazas a lo largo del valle, lo que da lugar a un espeso manto blanco escalonado que se desliza por las laderas.

Lo ideal para ver la floración es hacer un recorrido por todos los pueblos que componen el Valle del Jerte, para así observar diferentes perspectivas. Una buena opción es la ruta circular con salida Valdastillas y paradas en Piornal, Barrado, Cabrero, Casas del Castañar, El Torno y Rebollar (alrededor de 50 km).

Otra opción pasa por tomar la N-110 y trazar una ruta lineal paralela al río Jerte que nos acerca a Navaconcejo, Cabezuela del Valle, Jerte, Tornavacas y Puerto de Tornavacas (unos 30 km de recorrido).

En torno a esta floración se celebra la Fiesta del Cerezo en Flor, declarada de Interés Turístico Nacional.

Floración de los manzanos en la comarca de la sidra

Seis pueblos de Asturias conforman la conocida como Comarca de la Sidra: las localidades de Bimenes, Cabranes, Colunga, Nava, Sariegu y Villaviciosa.

Cada primavera, en torno a estos pueblos, miles de manzanos se visten de blanco y rosa y desprenden dulces aromas a través de sus preciosas flores en lo que aquí se conoce como el Floriar del Pumar (la floración de los manzanos).

Convertido en atractivo turístico, en torno a este océano florido se organizan todo tipo de actividades encuadradas en la Semana de la Floración del Manzano, que tiene lugar el fin de semana más próximo al 1 de mayo.

Este año, y aún bajo las restricciones motivadas por la situación sanitaria, podemos decantarnos por una ruta autoguiada que puede realizarse en moto, coche o bicicleta durante algo más de 70 kilómetros que transitan por todos los municipios de la comarca y que recorre caminos y carreteras secundarias poco frecuentadas.

Sin duda, la forma perfecta de descubrir aldeas y villas con encanto, suaves colinas, bucólicos valles y panorámicas increíbles sobre el mar Cantábrico, sin olvidar, por supuesto, las mayores concentraciones de plantaciones de manzanos (pumaradas) de la Comarca de la Sidra.

Ciruelos en flor en Nalda

El primer domingo de abril (este año, el día 3) se celebra tradicionalmente el Día del ciruelo en flor de Nalda, en La Rioja. Es en este momento cuando la mayoría de los árboles frutales del valle de Iregua florece y, en especial, el ciruelo.

La localidad de Nalda -que dedica también días festivos a la ciruela Claudia y a la ciruela pasa- lo celebra con degustaciones de platos tradicionales como las migas de pastor o asados, mercadillos y visitas guiadas. También es un buen momento para asomarse al mirador del Castillo de Nalda y obtener una hermosa panorámica del valle florecido.

Campos teñidos de rojo en Toledo

Delicada, efímera y de un rojo que explota sobre vastas extensiones de terreno, la amapola florece durante los meses de abril y mayo y también en septiembre.

Aunque es posible verlas en todo su esplendor en diferentes lugares de España como los alrededores de Zamora o Treviño y La Bureda en Burgos, la provincia de Toledo es una buena opción para descubrir esta floración.

Debemos dirigirnos a la localidad de Polán, donde crecen una 40 hectáreas de campos de amapolas. Otro buen lugar son los alrededores del castillo de Montalbán, en el municipio de San Martín de Montalbán, donde es posible también ver miles de amapolas en flor.

Primeros girasoles en Burgos

El girasol es una flor de verano, al igual que la lavanda, pero en la comarca de La Bureba, al noreste de la provincia de Burgos, en Castilla y León, florecen algo antes, durante los últimos días de la primavera, así que en junio ya podemos darnos un baño de alegría, energía y optimismo entre el amarillo de los campos.

Un paseo en coche entre las localidades de Briviesca y Poza de la Sal es suficiente para presenciar este espectáculo aunque lo ideal es bajarse, adentrarse por caminos y senderos y llenar la retina de imágenes de estas grandes flores mientras giran sobre sí mismas buscando los rayos de sol.

Dos extras en formas de fiestas floridas

Dos pistas más, en este caso auténticas fiestas que tienen a las flores como indiscutibles protagonistas.

Es el caso de Temps de Flors en Girona, que nació en 1954 como Concurso Exposición Provincial de Flores en el Salón de Descanso del Teatro Municipal de la ciudad y ha ido creciendo hasta convertirse en un festival internacional que cada año atrae a miles de personas procedentes de todo el mundo.

La 67ª edición de Girona, Temps de Flors, tendrá lugar entre los próximos 7 y 15 de mayo y tapizará de nuevo calles y plazas de la ciudad con miles de flores, además de lugares emblemáticos como el claustro y los sótanos de la Catedral, la Casa Lleó Avinay, los Baños Árabes o el interior de la basílica de Sant Feliu.

También las flores son la razón de ser de la fiesta de Los Patios en Córdoba. Una cita que ha sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco y que este año se celebrará del 3 al 15 de mayo.

Durante esos días, patios de arquitectura antigua y moderna así como palacios señoriales y edificios religiosos abren sus puertas a los visitantes mostrándoles sus mejores galas a partir de miles de flores plantadas en arriates y macetas que cuelgan en sus paredes o se colocan sobre el típico pavimento cordobés mientras, en paralelo, se organizan actuaciones de cantaores y bailaores y se disfruta de los vinos de Montilla-Moriles y las tapas más sabrosas de la tierra.