La Gomera: una ruta circular para descubrir la isla redonda

La particular forma de la isla canaria de La Gomera permite ser recorrida en un sinuoso camino de 110 km que atraviesan sus escarpados valles y sus accidentadas costas, vigilado por la mole del Garajonay

En carretera hacia el Roque de Agando. Foto Turismo de Islas Canarias

Pocas islas tienen una silueta tan definida como La Gomera, que vista desde el aire es un círculo casi perfecto, y que divisada desde el mar, es un terreno que se levanta hasta coronarse con la cumbre del Garajonay, que llega a los 1.487 mts.

Las serpenteantes carreteras sortean la accidentada orografía de la isla, y gracias a su abundancia de manantiales y los sistemas de regadío en los viajes se suceden las plantaciones de plátanos y de patatas.

Sin embargo esta ha sido durante generaciones una tierra dura y empobrecida, emisor de inmigrantes a Latinoamérica y a otros puntos de España, lo que le ha otorgado al residente gomero una identidad que lo diferencia de otras islas de Canarias.

Vista desde el mirador de la Curva del Queso. Foto Turismo de Islas Canarias

Un viaje circular por La Gomera

A menos que uno tenga piernas de ciclista del Tour de France, la mejor forma de conocer los encantos de la isla es en coche; en viajes sin prisas, ya que gran parte de sus atractivos se pueden descubrir en una jornada de viaje.

Son 110 km recorriendo el interior de La Gomera en el sentido contrario a las agujas del reloj, como sugieren en el libro La vuelta a España en 80 viajes (Anaya Touring).

El interior de La Gomera se puede conocer en una ruta circular de 110 km. Eso sí, hay que estar preparado para tantas curvas

El punto de partida es San Sebastián de la Gomera, la última ciudad que miró Cristóbal Colón antes de poner rumbo a lo desconocido y llegar, sin saberlo, a las costas de América.

Una casa en la que residió recuerda su gesta, que se suma a otros tesoros históricos para conocer como la torre del Conde del s.XV con su estilo gótico, estética similar que presenta la iglesia de la Virgen de la Asunción.

La ermita de San Sebastián, la casa Condal y la casa de la Aduana también son joyas de la arquitectura local detenidas en el tiempo.

Playa de San Sebastián, en la capital gomera. Foto Turismo de Islas Canarias

Hacia Hermigua

El viaje comienza por la GM1 que bordea el barranco Seco y atraviesa varios túneles de montaña mientras se pasa por los pueblos de Lomo Fragoso, Honduras y Chejelipes.

El destino es Hermigua, donde antes de llegar al núcleo urbano se flanquea los montes de Inchereda (a 1.063 metros de alto) y embalses como el de Mulagua, con un camino que da vueltas y más vueltas.

Los altos del Garajonay protegen al hermoso valle donde se encuentra Hermigua, zona de platanales que dan la bienvenida a esta villa de casas blancas presididas por el monasterio y la iglesia de Santo Domingo de Guzmán, que tiene interesantes muestras de arte mudéjar para descubrir.

Paisaje de Hermigua. Foto Turismo de Islas Canarias

Vallehermoso, el pueblo más bonito de La Gomera

Si se baja por el valle se puede conocer la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación, del s.XVIII; y a solo cinco kilómetros de distancia de Hermigua, se llega a Agulo.

Este pueblo está sobre una alta pared de basalto que mira al mar, rodeado de cultivos de uvas, plátanos y ñames, donde se elabora un queso que hay que probar.

Por la carretera GM1, tras numerosos giros, a 16 km está Vallehermoso, que puede aspirar a ser el pueblo más bonito de La Gomera, con sus casas de colores y balcones de madera pintados.

Calle de Vallehermoso. Foto Turismo de Islas Canarias

El regalo de la naturaleza en Los Órganos

Pero la maravilla del lugar se encuentra a pocos kilómetros al norte, sobre la costa, donde están Los Órganos. Se trata de una pared de pitón sálico que la erosión ha moldeado para dejar un grupo de prismas verticales, un regalo de la naturaleza que es mejor contemplarlo desde el mar.

La extraña formación natural de Los Órganos, que es mejor contemplarla desde el mar, es un regalo de la naturaleza en La Gomera

La GM1 sigue en su caracolear de asfalto hasta el mirador de Arure, a 17 km ya bajando al suroeste, desde donde no solo se contempla la isla en su plenitud sino también las siluetas de El Hierro y La Palma.

Ahora toca descender, con el camino mordiendo los precipicios, en el cauce de un barranco que conduce a Valle Gran Rey.

Hacia el parque de Garajonay

Aquí se encuentran algunas de las playas más bonitas de La Gomera, como la turística de Argaga, la de la Caldera protegida por macizos montañosos o la popular Del Inglés.

Ahora se trata de cambiar el rumbo hacia el este a través del Parque Nacional de Garajonay.

Con la imagen de la montaña y sus casi 1.500 metros de altura se llega al pueblo de Timocoda, desde donde se divisa laFortaleza de Chipude.

Los árboles del Parque Nacional de Garajonay. Foto Turismo de Islas Canarias

Esta no es una construcción militar sino una meseta a 1.243 metros que fue refugio de las tribunas gomeras para escapar de los conquistadores, aunque es posible que antes haya sido usada con motivos ceremoniales.

El Parque Nacional de Garajonay ocupa el 10% de la superficie de La Gomera

La carretera transcurre entre otros picos de la orografía isleña, como la degollada de Cherelepín (1.273 mts), Igualero (1.406 mts) y de las Negrinas (1.394 mts).

El denso bosque del cedro en el Parque Nacional de Garajonay. Foto Turismo de Islas Canarias

El pueblo de Igualero es una de las puertas de entrada del Parque Nacional de Garajonay, donde se concentra la mayor extensión del laurisilva canario, que crea una densa selva siempre verde gracias al manto de neblina que la acompaña como un celoso guardián; una explosión de naturaleza que contrasta con las costas secas y pedregosas de las zonas bajas de la isla.

Las artesanías de la erosión

A una corta distancia, hay otra sorpresa de la naturaleza: es el roque de Agando, que llega a los 1.182 mts, que contiene a la caldea de Benchijigua, otra estructura rocosa de pitón fonolítico más conocida como domo, una formación de agujas volcánicas moldeadas por siglos y siglos de erosión. Para verla en su magnitud, hay que llegar hasta el mirador del Morro de Agando.

La Fortaleza de Chipude. Foto Turismo de Islas Canarias

El último tramo es un camino que desciende curva tras curva con el barranco de Juan de Vera a un lado, hasta finalmente llegar a San Sebastián de la Gomera; punto final de este viaje circular por la isla redonda.

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