5 miradores para contemplar las ciudades y valles cercanos a Barcelona

Algunos son urbanos, otros están en plena naturaleza. Estos antiguos castillos, campanarios y cimas son excelentes atalayas que compensan el esfuerzo físico

Vistas del Walden 7 y el Baix Llobregat. Foto El Mirador de Sant Just Desvern

Sí, puede ser agotador. Sentir los gemelos y las pantorrillas duras por subir y subir peldaños, pendientes o pistas forestales es cansador. Pero una vez que se llega hasta las ruinas de aquella fortaleza medieval, a la cima de ese cerro o a la cúpula de un campanario y se contempla la inmensidad del paisaje se llega a una sola conclusión: vale la pena.

La ondulada orografía de la provincia de Barcelona permite que haya toda clase de atalayas para combinar el ejercicio físico con el turismo de cercanía, que para darle un toque más de sostenibilidad es posible hacerlo en transporte público.

Veamos algunas de las opciones sugeridas por el área de turismo de la Diputación de Barcelona.

Castillo de Burriac (Cabrera del Mar)

Ubicado a 401 metros de altura en la primera línea de sierras del Maresme, desde la costa de Cabrera de Mar y las poblaciones vecinas se ve a lo lejos la pequeña figura del antiguo Castillo de Burriac, levantada entre los siglos XII y XIII sobre una antigua torre de defensa.

Castillo de Burriac, el atalaya del Maresme. Foto Jordi Marsol – CC

Abandonado en el siglo XVIII, es posible ver sus ruinas tras un ascenso que tiene algunas partes un poco empinadas; pero al llegar se divisa sin obstáculos la costa del Mediterráneo. Si el día está claro y sin calima, se pueden a ver las cúpulas de Barcelona, a 23 km de distancia.

Un punto a favor es que se puede arribar en tren de Cercanías hasta Cabrera de Mar, y desde ahí, iniciar la caminata.

Campanario de Calaf (Anoia)

Se le llamó el ‘faro de la Cataluña central’. Con sus 56,6 metros, se necesita subir 225 escalones hasta llegar a su cima, y desde ahí, tener una vista en 360 grados de este pueblo de la comarca de Anoiacargado de historia y de los valles que lo rodean.

El campanario de Calaf domina el valle. Foto Wikipedia

El campanario de Calaf es uno de los símbolos de la comarca del Anoia, y se lo conocía como el ‘faro de la Cataluña central’

El ascenso de esta torre que tardó casi 200 años en construirse no es continuo: se pueden hacer cuatro paradas: la primera permite ver la iglesia desde el balcón, la segunda invita a pasear por el tejado del templo, en la siguiente es posible ver el mecanismo del reloj y en la última el esfuerzo se corona con las panorámicas.

Para la visita, que se hace el segundo domingo de cada mes, hay que reservar en turismecalaf@diba.cat.

Castelladral (Bages)

Este es un pequeño núcleo formado por la iglesia de Sant Miquel y un puñado de casas que le da un encantador aire medieval.

El pequeño núcleo de Castelladral. Foto Xavier Pons – CC

También están los últimos restos de un antiguo castillo, ahora convertidos en un magnífico atalaya que, según los lugareños, ofrece “las mejores vistas de Cataluña”: al fondo se despliegan las sierras del Bages con las de Monserrat, y en el medio, un tapiz verde y marrón del valle.

Para llegar se puede hacer un camino de senderismo desde Navars de 11,2 km, con un desnivel positivo de 300 metros, lo que implica una caminata de poco más de dos horas y media.

Mirador de Sant Just Desvern (Baix Llobregat)

Sant Just Desvern, a pocos kilómetros de Barcelona, no tiene muchos atractivos. Excepto dos interesantes piezas de arquitectura: el edificio Walden 7, de Ricardo Bofill, con un innovador concepto habitacional y urbanístico; y la torre de la antigua fábrica de cemento Sanson.

Desde la chimenea de Sant Just Desvern se ve la mancha urbana de Barcelona y al Llobregat que se abre camino entre urbanizaciones en su camino al Mediterráneo

Vista del mirador por la noche. Foto El Mirador de Sant Just

Esta torre, de 105 metros, forma parte del elegante restaurante que reemplazó a aquella factoría. Esta vez el ascenso es más relajado, en ascensor, y una vez arriba, se contempla la mancha urbana del área metropolitana de Barcelona y la franja verde del río Llobregat salpicada de urbanizaciones en su camino al Mediterráneo.

La visita cuesta cinco euros, pero si uno va a comer al restaurante, ya lo tiene incluido.

Sant Cugat de Gavadons (Colluspina)

Desde el pueblo de Colluspina parte un camino de tres kilómetros que lleva a la ermita de Sant Cugat de Gavadons, que se encuentra en la cima de Puig Estels, a 1.046 metros de altura.

La ermita de Sant Cugat de Gavadons. Foto Miquel Lleixà Mora – CC

El edificio románico data del siglo XII, con reformas y añadidos en los siglos XVII y XIX. Desde este atalaya se ve con toda claridad la llanura de Vic y varias de las cadenas montañosas más importantes de la Cataluña central, como la del Puigmal, el Cadí, el Montseny, las Guillaries y el Puigsagordi.

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