Damián Caneda abandona los históricos Baños del Carmen de Málaga tras años de obstáculos en su gestión

La salida del empresario coincide con las obras de regeneración de la playa y con un entorno marcado por tensiones administrativas en el balneario centenario

El balneario y restaurante de los Baños del Carmen, en Málaga.

El balneario y restaurante de los Baños del Carmen, en Málaga. Imagen: EP

Damián Caneda Domingo ha dejado los Baños del Carmen después de una etapa en la que su actividad empresarial ha convivido con exigencias administrativas, conflictos entre administraciones y un proceso de transformación del entorno inmediato del balneario. 

Su salida se ha producido en paralelo al avance de las obras de regeneración de la playa y en un momento en el que la gestión del espacio ha seguido sometida a un notable desgaste. En este sentido, el Ministerio está avanzando en la ejecución del proyecto que transformará la playa. 

Las obras, cuyo proceso de adjudicación ha continuado recientemente, prevén triplicar la anchura del arenal hasta los 37 metros gracias a la construcción de un espigón de 193 metros y la aportación de más de 70.000 metros cúbicos de arena. La UTE Adiante Infraestructuras–Maygar ha presentado la oferta mejor valorada, con un presupuesto de 4,11 millones de euros sin IVA. 

El proyecto incluye un doble cribado de la arena, nuevas rampas de acceso y medidas ambientales para preservar la flora amenazada. La regeneración responde a una demanda histórica para frenar los temporales que, durante décadas, han ido reduciendo la superficie útil de la playa. 

En los últimos años, Caneda Domingo ha reforzado su presencia en el sector hostelero malagueño, donde ha consolidado una red de establecimientos que ha ampliado su actividad más allá del histórico balneario. Es dueño de la cervecería Don Cangrejo, en Fuengirola, un local especializado en marisco a precios asequibles; pero también de La Malagueña o La Boheme

Su última apertura ha sido en 2024, cuando abrió La Fontana junto al empresario Isam Bouayad, un restaurante italiano ubicado en el mismo local donde anteriormente gestionaba la Taberna del Obispo. Con estos movimientos, Caneda ha mantenido una actividad creciente hasta acumular ventas superiores a los 7 millones de euros en las sociedades en las que participa. 

Proyecto inacabado 

Su posesión con mayor valor histórico, el Parque Balneario Nuestra Señora del Carmen, se inauguró en 1918 como un espacio pionero que introdujo en Málaga el baño de mar abierto. Su impulsor, Enrique García de Toledo y Clemens, concibió un complejo moderno que se convirtió en punto de referencia para la burguesía local

Durante sus primeras décadas, los Baños del Carmen funcionaron como un espacio social y cultural. El recinto llegó a contar con acuario, embarcadero, pistas de tenis, campo de fútbol, restaurante y una pista de baile en la que se celebraban veladas multitudinarias.  

El declive comenzó a mediados del siglo XX, cuando el balneario dejó de recibir inversiones suficientes. El mantenimiento se fue reduciendo, las estructuras se deterioraron y algunas instalaciones quedaron obsoletas. La situación empeoró en 1995 con el cierre del camping contiguo, un momento que marcó el inicio de un deterioro más acusado del entorno. 

La sociedad concesionaria pasó entonces a manos de las constructoras Vera y Acha, que asumieron la gestión con la intención de impulsar una renovación integral. Esa reforma se vio envuelta en polémica cuando, en 2013, la concesionaria propuso la construcción de un hotel de cinco plantas y nuevos aparcamientos como vía para financiar la restauración completa del recinto. 

El proyecto generó fuerte rechazo vecinal y acabó sin prosperar. Dos años más tarde, en 2015, la Junta de Andalucía retiró la concesión al considerar incumplidos los requisitos administrativos y ambientales. 

Deterioro del edificio 

Entre tanto, la situación jurídica se complicó. En 2014, un grupo de inversores en el que participaba Damián Caneda Morales, a través de su hijo, intentó adquirir la sociedad concesionaria. La Junta declaró no válida la operación por no haberse tramitado conforme a la Ley de Costas. En paralelo, surgieron tensiones añadidas entre la gestión privada del restaurante, una explotación independiente ligada a una sociedad distinta de la concesión general del recinto. 

El deterioro físico del conjunto siguió creciendo. En 2017, informes de la Gerencia de Urbanismo certificaron graves daños en el edificio principal tras varios temporales, lo que obligó a actuaciones de emergencia y reforzó la necesidad de una restauración integral. A esto se sumó el expediente para su inscripción como Bien de Interés Cultural, que limitó cualquier intervención que no fuera estrictamente conservadora. 

En 2023, la situación se terminó de tensar cuando la Dirección General de la Costa y el Mar, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico emitió un informe que exigía el desalojo temporal del restaurante para permitir el avance del proyecto municipal del parque marítimo previsto sobre los terrenos del antiguo camping. 

La medida, que afectaba a cerca de un centenar de trabajadores, generó un fuerte rechazo entre los socios del establecimiento, que consideraron que cerrar un edificio ya deteriorado y sin vigilancia suponía «una auténtica barbaridad». 

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