La estrecha victoria de Garamendi en Cepyme deja abierta la pugna en una CEOE sin votos delegados
Los dos candidatos a presidente de CEPYME, Gerardo Cuerva y Ángela de Miguel. Fernando Sánchez / Europa Press
A Gerardo Cuerva se le vio emocionado este martes después de perder, por apenas 30 votos y tras seis años en el cargo, la presidencia de Cepyme. El líder de CEOE, Antonio Garamendi, su candidata y ahora presidenta de Cepyme, Ángela de Miguel, estaban exultantes. La guerra interna en el seno de la patronal estaba zanjada y el vasco podía liderar de nuevo la organización de Diego de León sin apenas contestación.
O al menos eso apuntaron tanto Garamendi como la nueva vicepresidenta ‘in pectore’ de la CEOE. «Somos todos muy serios. Lo que nos preocupa realmente es la pyme española, que necesita ahora mismo un compromiso muy fuerte de Cepyme y Cepyme somos todos. Estoy convencida de que estaremos todos trabajando día a día por la mejora de la pyme española», dijo ante los medios de comunicación la abogada vallisoletana, primera mujer al frente de la patronal de las pymes, cuando se le preguntó por una posible división.
«Aquí no se echa, no se cambia a nadie. Simplemente es un nuevo momento, es un nuevo proyecto, es un nuevo proyecto para los próximos cuatro años», dijo Garamendi, que apuntó que «sí» se había cerrado la brecha en el seno de CEOE.
Las elecciones de este 20 de mayo fueron el culmen a una guerra soterrada que saltó a los medios de comunicación a principios de año, cuando se conoció que Garamendi había ofrecido una salida europea a Cuerva y que no le gustaba la dureza que proyectaba hacia fuera, sobre todo en su relación con el Gobierno. El punto de no retorno: el Manifiesto por la libertad empresarial presentado en julio de 2024, que fue avalado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y que no gustó en la CEOE.
Pero los resultados no han sido tan contundentes como hubiera gustado en la CEOE y saben amargos en la candidatura del hasta ahora presidente de Cepyme. De los 466 votos emitidos (de 505 vocales, una participación de más del 90%), 246 fueron para Ángela de Miguel y 216 para Gerardo Cuerva. La polarización fue total: apenas hubo un voto en blanco y solo tres fueron nulos.
Pero ese 45% de los votos es clave para el candidato derrotado quien, en un aparte después de conocerse los resultados, señaló que no cree en «bandos» y que trabajará «por que no haya división», pero no puede «obviar esa sensibilidad» de haber obtenido el 45% de los votos en una guerra interna en la que partía con casi todo en contra. Desde CEOE se presionó a los socios para apoyar a la candidatura contraria, que recibió un torrente de avales desde grandes patronales territoriales (la madrileña CEIM, la catalana Foment del Treball…) y sectoriales (los constructores de la CNC o Confemetal, entre otras).
«Yo soy muy inquieto y no me voy a quedar quieto. Sigo creyendo en las organizaciones empresariales y el tiempo dirá», dijo, emocionado, el presidente saliente de la patronal.
Cuerva se retira a los cuarteles de invierno pero ese apoyo, a pesar de tener el establishment en contra, podría ser un duro toque de atención para Garamendi. En el entorno de Cuerva están convencidos de que en unas elecciones sin el voto delegado (hubo 200 delegaciones de sufragio) habrían ganado de sobra. Precisamente, fue lo que trató de hacer en una controvertida reunión del Comité Ejecutivo, pero terminó dando marcha atrás ante la contestación interna.
Sin embargo, en CEOE sí que se suprimió la delegación de voto en el caso de las Asambleas Electorales, por lo que el escenario de cara a las elecciones que deberían tener lugar el próximo año, y a las que Garamendi podría presentarse tras eliminar la limitación de mandatos, está muy abierto.