Cuerva reaparece en la CEOE tras el cierre en falso de la guerra en Cepyme: «Este muerto está muy vivo»
En el mundo patronal dan por hecho que el expresidente de Cepyme tratará de dar la batalla por la presidencia de CEOE el próximo año
Antonio Garamendi (CEOE) y Gerardo Cuerva (Cepyme)
El lema de la cita anual veraniega de la CEOE no dejaba espacio a la duda: «La unión del tejido empresarial». La patronal convocó este miércoles el cónclave de su mayor órgano después de varios meses de tensión en el seno de la organización, con unas elecciones a cara de perro en Cepyme, la ‘hermana pequeña’ de la asociación, en las que la candidata de Antonio Garamendi, la vallisoletana Ángela de Miguel, se impuso.
El expresidente de Cepyme y todavía líder de los empresarios granadinos, Gerardo Cuerva, reapareció en la Asamblea General de CEOE, un encuentro del que se ausentó el año pasado, cuando todavía era vicepresidente nato de la gran patronal de Diego de León pero ya empezaban a saltar las chispas en su relación con Garamendi.
A Cuerva se le vio charlando con el resto de empresarios presentes en algunos corrillos, aunque en su entorno reconocieron que todavía algunos de los presentes recelaban de que los vieran departiendo con el granadino, apenas dos meses después de la ajustada victoria de De Miguel.
«Este muerto está muy vivo», resumió un influyente líder patronal en una conversación informal antes del arranque de la Asamblea General, abonando la idea de que la corriente de descontento con Garamendi en el seno de la patronal no ha sido derrotada, sino que más bien está a la espera de su momento.
El mandato de Garamendi, que eliminó la limitación de términos en 2023, culmina a finales de 2026. Y esa corriente de descontento, con una diferencia de apenas 30 votos (246 fueron para Ángela de Miguel y 216 para Gerardo Cuerva, con más del 90% de participación) en Cepyme, podría traducirse en una candidatura alternativa a la del empresario vasco, que dirige CEOE desde 2018.
En el entorno de Cuerva, que ahora se ha volcado en la gestión del negocio familiar Grupo Cuerva, definen la situación actual como «dar cuerda a la cometa para ver cómo vuela». Ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Lanzarse al ruedo es una posibilidad, como también lo es abordar otro proyecto o centrarse en su propia empresa. La incertidumbre y la volatilidad política también aconsejan prudencia, ante un escenario que pueda ser muy diferente en apenas unos meses.
El presidente de la patronal, Antonio Garamendi, que tuvo a su lado a la nueva líder de Cepyme, volvió a hacer un llamamiento al «todos a una» empresarial. «Me habéis oído muchas veces que unidos llegaremos más lejos, unidos somos muchos más. El tejido empresarial persigue las mismas metas, más allá de peculiaridades sectoriales», dijo en su intervención durante la clausura.
«Debemos dar más espacio a las miradas de largo recorrido e ir más allá de lo personal y de lo propio. No es tiempo de retórica, de ideología y de acción. Tampoco es tiempo de disputa y de personalismos», advirtió, una clara referencia a una guerra por el control de Cepyme que, en todo momento, se consideró como una disputa personal entre Garamendi y Cuerva.
El principal argumento del granadino en su campaña electoral para revalidar el cargo en Cepyme era que una victoria de la candidata avalada por Garamendi sería un reconocimiento tácito de que ambas patronales representan a los mismos intereses, los de la gran empresa, lo que abriría la puerta a que Conpymes o Pimec pudieran entrar en el diálogo social, disputando su ámbito de mayor influencia.
De hecho, el Ministerio de Trabajo ya afeó hace unas semanas que CEOE y Cepyme presentaran conjuntamente a sus candidatos a ocupar las vocalías de la Comisión Consultiva Nacional de Convenios, obligando al Ejecutivo a designarlos por antigüedad en el organismo, del que los cesó para dar entrada a Pimec.
La Asamblea Electoral de Cepyme, con voto delegado, se decantó a favor de la vallisoletana. Pero esta modalidad que el propio Cuerva intentó eliminar en una maniobra que causó una enorme polémica en el mundo empresarial, y a la que tuvo que dar marcha atrás, no existe en el reglamento de la CEOE. Por lo que una corriente de descontento que pueda arrastrar a Garamendi, que se las vio y deseó para ganar en la organización que representa a las pymes, no solo es posible, sino factible.