La productividad se desploma cuatro puntos en la era Sánchez y se aleja de la media UE

La productividad laboral española es 8,2 puntos inferior a la media europea, uno de los valores más bajos de los últimos años, y perjudica a la financiación del estado del bienestar

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una intervención en el Congreso de los Diputados en Madrid. EFE/ Juan Carlos Hidalgo

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una intervención en el Congreso de los Diputados en Madrid. EFE/ Juan Carlos Hidalgo

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La productividad laboral es motivo de preocupación en España desde hace al menos dos décadas por lo mal que salimos en la foto al comparar con la Unión Europea. Lejos de solucionarse, este fenómeno se ha agravado en los últimos años: según datos de Eurostat, España se situó en 2022 a 16,5 puntos de la media de la eurozona de productividad laboral por hora trabajada y a 8,2 puntos de la media de los 27 países de la UE. Esto se traduce en una puntuación de 91,8 respecto al 100 que representa la media de la unión.

Nuestro país ya marcó un nivel de producción de riqueza por hora trabajada más bajo que la UE en el año 2015, con 98,9 puntos, aunque la diferencia se hizo más grande en 2018, año en el que comenzó el primer Gobierno de Pedro Sánchez, al descender a los 95,8 puntos. Desde entonces, la productividad ha caído cuatro puntos, marcando su mínimo en 2021, 90,4, tras la crisis sanitaria.

María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas, explica que la productividad española creció durante la anterior crisis económica, pero que nunca alcanzado un ritmo de crecimiento que permita cerrar la brecha con Europa. En esto coincide el el investigador de Fedea Javier Ferri, que asegura que la productividad por empleado entre 1985 y 2022, ha crecido en España un 28%, mientras que «en las siete economías europeas más avanzadas el crecimiento ha sido casi el doble, del 54%».

El problema radica en que tener una baja productividad laboral es un perjuicio directo al bienestar: «Cuanto mayor es la productividad de un país, mayores son los salarios, más se puede recaudar en impuestos y mejor estado del bienestar se puede financiar. La base del bienestar se encuentra siempre en la productividad», defiende Fernández. Esto se debe a que, con el avance de dicha magnitud, se desencadenan una serie de mecanismos que dan lugar a mayor inversión, lo que termina repercutiendo en contratar a más mano de obra de la que se pueda destruir por avances tecnológicos.

Según los datos de Eurostat, al menos 10 países de la Unión Europea tuvieron más PIB por hora trabajada que España en 2022: Italia (99,3); Finlandia (100,1); Suecia (114,7); Francia (118,2); Austria (119,7); Holanda (120,6); Alemania (122,2); Dinamarca (141,9); Luxemburgo (176,5) e Irlanda (216,2). Aunque por debajo hubo otros 15 estados: Eslovenia (85,1); Malta (77,7); República Checa (77,7); Chipre (77,2); Lituania (72,6); Rumanía (71,8); Eslovaquia (71,3); Estonia (71,1); Hungría (70,4); Croacia (68,5); Portugal (66,6); Polonia (66,6); Letonia (65); Grecia (55,3) y Bulgaria (53,9). Bélgica no dispone de datos actualizados para 2022, pero siempre ha tenido más productividad que España.

El desempleo rebaja la productividad

Calin Arcalean, profesor del Departamento de Economía, Finanzas y Contabilidad de Esade, explica que el «gap» de productividad laboral entre España y Europa tiene «múltiples y profundas raíces», desde el tamaño «subóptimo de las empresas a escasas inversiones en I+D+i, déficit de formación, etc«.

En esas raíces incide Ferri, que apunta al desempleo como uno de los principales causantes. España es el estado con mayor tasa de paro de la Unión Europea, del 12,87% según los últimos datos de la EPA, muy alejada de la media de la UE, del 6,1%, aunque se ha reducido en los últimos años (era del 13,78% a finales de 2019). Además, parte del desempleo de España es de más larga duración que el de otras economías, lo cual produce una «depreciación de las competencias y del capital humano» de las personas paradas y «cuando vuelven a entrar en el mercado de trabajo son menos productivas», según Ferri.

A esto se suma una elevada tasa de fracaso escolar y abandono temprano, ya que las personas con menor formación participan en empleos menos productivos. Según los últimos datos del Ministerio de Educación, el 13,9% de los alumnos no continúa estudiando tras la educación obligatoria, porcentaje que ha aumentado por primera vez en 2022 tras trece años de descenso.

Los efectos de la pandemia

A los motivos estructurales anteriores se suma un efecto derivado de que, comparando la crisis sanitaria de la covid con crisis anteriores, como la financiera de 2008, se ha priorizado más «la estabilidad y la recuperación del empleo», pero, «si el empleo cae menos, la productividad también sube menos«, explica Arcalean.

En anteriores crisis, la pérdida de ocupados fue mayor que la del PIB, por lo que el índice de productividad se elevaba. De hecho, el mayor dato de productividad laboral por hora trabajada se alcanzó en 2009, con un 102,2 respecto a la media 100 de la UE. En la pandemia sucedió al contrario: el empleo se preservó por la puesta en marcha de los ERTE, de manera que había personas que figuraban como ocupadas sin producir, pero la caída del PIB de 2020 fue la mayor desde la guerra civil, del 10,8% interanual.

Esto explica, en parte, la puntuación mínima del 90,4 de 2021, de la misma manera que la finalización casi total de los ERTE en 2022 y el crecimiento del PIB han permitido un ligero repunte en el índice de productividad de 1,4 puntos en 2022. No obstante, Ferri, considera que este aumento «no es de una magnitud tan significativa» como para presuponer un cambio en la tendencia de la productividad en España con respecto a Europa.

El profesor considera que se han dado efectos tanto negativos como positivos sobre la productividad durante la pandemia, pero no cree que hayan modificado sustancialmente nuestra posición respecto a Europa. En el lado negativo, hay una generación «que ha estado meses sin asistir a clase de una forma normal» y esto se notará para mal en la productividad en los próximos años. Al contrario, sostiene que las empresas menos productivas «lo han tenido más difícil para continuar con su actividad después de la pandemia», algo que elevará la productividad por haber dejado fuera esos negocios.

Por último, Arcalean cita la productividad total de los factores (PFT) como medición más general de la productividad que las mencionadas de PIB por hora o PIB por empleado. Según el profesor, las previsiones que hace la Comisión Europea sobre este indicador para España muestran «un crecimiento débil a largo plazo», del 0,1% y del 0,2% para 2023 y 2024. Evolución positiva, aunque modesta, que, asegura, podría verse impulsada por el Plan de Recuperación.

Cristina Dolz

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