Una enfermera del Hospital Sant Pau de Barcelona inyecta la vacuna de Covid-19 a una compañera, el 11 de enero de 2021 | EFE/MP/Archivo

Una enfermera del Hospital Sant Pau de Barcelona inyecta la vacuna de Covid-19 a una compañera, el 11 de enero de 2021 | EFE/MP/Archivo

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Pongamos que en el barrio de Sants, en Barcelona, hay 15 residencias asignadas a cuatro o cinco centros de atención primaria (CAP). Para vacunar contra el coronavirus a estos adultos mayores, prioritarios en la campaña elaborada por el Ministerio de Sanidad —a la que deben acogerse las comunidades autónomas—, lo más sencillo hubiera sido que las enfermeras de los CAP de Sants inyectaran a los ancianos del barrio. Pero esa no es la estrategia que ha seguido la Generalitat.

En vez de eso, lo que realmente sucede es que el personal de enfermería que se ha apuntado como voluntario en la campaña catalana de vacunación no sabe adónde debe ir a administrar dosis al día siguiente. Y no siente lo hacen donde la lógica dictaría. Estos profesionales, que hacen este trabajo fuera de su horario habitual pero sin que se les paguen horas extras, se dan cuenta de su itinerario de vacunación el mismo día, lo que complica la coordinación con sus otras labores y pone serias trabas a la conciliación familiar.

Así lo ha explicado a Economía Digital el secretario de acción sindical del sindicato de enfermería Satse en Cataluña, David Carbajales. Y lo ratifican enfermeras que hablan en condición de anonimato por miedo a represalias en el trabajo. Entre el 85% y el 90% del gremio de enfermería es población femenina; es decir, “llevan el peso de la casa” y por lo tanto agradecerían una mejor coordinación, según Carbajales, que grosso modo transmite que la campaña en la comunidad como ha sido hasta ahora francamente “podría ser mejor”.

No se explican, este y otros sindicatos, por qué la vacunación no se está gestionando desde la atención primaria. El Departamento de Salud ha dicho que estudiará esta propuesta, pero aún no se ha pronunciado. Lo cierto es que, como apunta el representante de Satse, “la vacunación históricamente se ha llevado a cabo en los centros de salud”. Las residencias, como se ha explicado antes, están asignadas a centros de salud, por lo que “hubiera sido más sencillo coordinar” la vacunación desde allí.

La Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) ha denunciado “la falta de personal y la absoluta ausencia de organización” con respecto a la vacunación en Cataluña. “En esta comunidad, por ejemplo, se ha formado a enfermeras para la campaña pero ven solapadas sus funciones por la falta de criterio de la dirección”.

No se pagan horas extras

La Consejería de Salud, dirigida por Alba Vergés, pidió a las enfermeras que voluntariamente se apuntaran para la campaña de vacunación contra la Covid-19. No tienen permiso para hacerlo durante su horario laboral, así que meten horas extras, pero no se les remunera bajo ese concepto. “Las están pagando a menos de la mitad”, denuncia Carbajales. “Horas extras significa mucho dinero”, apostilla una enfermera que trabaja en Barcelona. “Te pagan sueldo y un complemento”.

Como las horas extras suponen un pago doble por hora, lo que se hace, explican estas fuentes, es meterlo por el módulo de atención continuada, que supone unos cuantos euros más para enfermeras y auxiliares. Esto, aunado al mencionado desconcierto en la organización, ha hecho que muchos trabajadores perdieran la ilusión que les hacía trabajar en la campaña para frenar la pandemia. Además, de las 6.000 enfermeras que se apuntaron como voluntarias solo unas 500 están vacunando.

Otro problema que ha detectado Satse en Cataluña es que en la campaña están participando enfermeras de “absolutamente todos los ámbitos”, por lo que la preparación no es la misma para todas y esto retrasa el avance, pues hay que enseñarles a hacer cosas que otras sí saben hacer, como llevar el registro de las personas vacunadas. “Tan importante es administrar la vacuna como llevar un buen registro”, asegura Carbajales. En el caso de la vacuna de Pfizer-Biontech, es todavía más importante porque debe administrarse una segunda dosis tres semanas después de la primera. Sin un buen registro, los expertos avisan que el panorama puede ser todavía más caótico cuando tenga que administrarse la segunda dosis.

Por otra parte, los equipos de vacunación no son fijos sino que cambian día a día. “Coordinarlos prácticamente roza el absurdo porque, como es gente de diferentes ámbitos y tienen que hacerlo fuera de su horario habitual de trabajo, te puedes encontrar que una semana vayan unos y la otra semana vayan otros. Quizá una estabilidad en los equipos habría sido suficiente”, señala el portavoz de Satse, que cree que, con este ritmo y en estas condiciones (a las que se suman problemas de producción previsibles de las farmacéuticas), el objetivo de vacunación que se ha puesto el Gobierno es “irrealizable” al menos en Cataluña.

El problema de la clase política es que hace declaraciones de intenciones que saben que son imposibles pero igual lo hacen por generar el titular”, ha criticado Carbajales. “Ellos hicieron el anuncio y no pensaron en todo lo demás, y luego todo lo demás que lo hagan en el día a día”, reprocha. “No sé qué harán en el futuro. Lo lógico sería que cuando [la vacunación] pase a la población general tiene que hacerse de otra manera, desde la atención primaria. Si no lo hacen así desde luego va a ser un caos total”.

Otra queja de Satse es que la vacunación a los sanitarios de la sanidad privada empezó más tarde que a los de la pública. “No sé por qué”, se pregunta Carbajales. “Siempre les dan un trato inferior al resto, pese a que la sanidad privada está intervenida por CatSalut para atender pacientes de otros centros clínicos”. La Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE) ha recordado recientemente que estos sanitarios «también son trabajadores que exponen su vida y deben ser inmunizados».

“En mi CAP solo se ha vacunado una chica, para la foto”

Los profesionales de enfermería consultados para este artículo concuerdan con las valoraciones de Satse sobre el inicio de la campaña de vacunación contra la Covid-19 en Cataluña, y añaden a estas críticas relatos de lo que ven que está sucediendo en sus lugares de trabajo. Por ejemplo, una enfermera ha contado que en su centro “solo se ha vacunado una chica, para la foto”. “La mayoría de las personas no se han podido vacunar” cuando no hay cámaras presentes, ha criticado.

“No hay nada planificado” en la vacunación catalana, insiste. Enfermeras que trabajan en el barrio de El Clot, por ejemplo, se quejan de que suelen ir a vacunar una persona de la atención primaria y otra de la sanidad concertada (Siscat), por lo que “además de recaer toda la carga sobre la primaria tienen que enseñar a esta gente para poder registrar”. “La vacunación debería recaer exclusivamente en primaria, porque estamos preparados”, reclaman muchas voces. De momento, solo se está vacunando en cuatro CAP en Barcelona, a personal sanitario. Se desconoce si irá a más en el futuro.

“El problema no es de efectivos; es de organización”, reconoce una enfermera. Los equipos de atención primaria se han reforzado últimamente, hasta el punto de que se han prácticamente vaciado las bolsas de trabajadores de enfermería.

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