El descuido que te puede hacer perder 50 euros al mes al hacer la compra en el supermercado Lidl
Un gesto tan simple como pedir el tique en caja puede marcar la diferencia entre ahorrar 50 euros al mes o perderlos sin darte cuenta
Un simple despiste al hacer la compra en Lidl puede traducirse en una pérdida de hasta 50 euros mensuales, según advierten economistas y expertos en consumo. En un contexto en el que cada céntimo cuenta, el error más común de los clientes no está en elegir los productos equivocados, sino en algo mucho más básico: no pedir el tique de compra. Lo que parece un detalle menor es, en realidad, una oportunidad de ahorro que miles de consumidores están dejando escapar.
El economista Rubén Gómez ha puesto cifras a este pequeño pero costoso despiste: “Si no lo haces, pierdes 50 euros cada mes”, afirma con rotundidad. Su análisis revela que la falta de atención en el momento del pago puede implicar un gasto innecesario que afecta directamente al presupuesto mensual de los hogares.
En Lidl, ese pedazo de papel que muchos rechazan —por comodidad o por ecologismo— funciona como una herramienta de ahorro adicional, al abrir la puerta a descuentos exclusivos, promociones acumulativas y cupones que solo pueden activarse tras escanear los datos del recibo.
Lo que muchos desconocen es que el tique físico sigue siendo clave para vincular las compras con la aplicación Lidl Plus, un sistema que recompensa la fidelidad de los clientes con bonificaciones semanales. Sin el tique, esa conexión se pierde, y con ella, los descuentos asociados a futuras compras.
El error de confiar solo en la aplicación
Durante los últimos años, Lidl ha apostado por digitalizar su sistema de descuentos a través de la app Lidl Plus, una plataforma que ofrece cupones personalizados y ventajas por consumo recurrente. Sin embargo, la confianza ciega en la aplicación está generando el efecto contrario al deseado. Muchos usuarios creen que basta con tener la app activa para acceder automáticamente a las promociones, cuando en realidad es imprescindible combinar la tecnología con el ticket en papel.
El secreto del ahorro está en la doble estrategia: usar la aplicación para activar cupones y conservar el tique físico para validarlos o escanear sus códigos. Según Gómez, las familias que siguen este método pueden reducir su gasto mensual en alimentación entre un 25 % y un 30 %, una cifra que supone un respiro considerable en tiempos de inflación persistente y precios volátiles.
El procedimiento, aunque sencillo, exige constancia y planificación. Cada lunes, la aplicación renueva sus promociones, que pueden incluir desde descuentos en productos básicos hasta sorteos de vales para futuras compras. Los usuarios deben activar manualmente los cupones antes de pasar por caja y, al mismo tiempo, guardar el tique para escanearlo o vincularlo a su cuenta. Este gesto permite acumular puntos, canjear premios o acceder a ofertas que no aparecen visibles en la tienda.
Por ejemplo, un cliente que active un cupón de 3 euros por cada 30 euros gastados y, además, escanee su tique, podría sumar descuentos acumulativos de hasta 12 euros al mes. A lo largo de un año, el ahorro puede alcanzar fácilmente los 150 o 200 euros, una cantidad que muchos pierden por descuido.

Los empleados también lo recomiendan
El propio personal de las tiendas ha confirmado en varias ocasiones la importancia de pedir siempre el tique detallado, sobre todo para aquellos clientes que participan en programas de fidelización. Algunos empleados, de hecho, avisan a los consumidores despistados de que, sin el recibo, no podrán acceder a determinadas ventajas.
El gesto es simple, pero el impacto económico es notable: un pequeño trozo de papel puede marcar la diferencia entre aprovechar todas las promociones o dejar escapar decenas de euros cada mes. En palabras de un supervisor de tienda en Madrid, “hay clientes que creen que la app lo hace todo sola, pero el sistema necesita el tique para registrar correctamente la compra. Es la forma de que las ofertas se apliquen y los puntos se acumulen”.
La estrategia de ahorro de Lidl reposa en un equilibrio entre lo analógico y lo digital. Aunque la compañía promueve el uso de su aplicación, el tique físico sigue siendo el nexo que garantiza la trazabilidad de las compras y la correcta aplicación de los descuentos.
En otras palabras, el cliente que solo usa la app deja escapar beneficios, mientras que el que guarda el tique puede acceder a promociones personalizadas y descuentos acumulativos, algunos de ellos exclusivos para compradores frecuentes.
Además, los recibos impresos contienen códigos únicos que, al ser escaneados, activan recompensas como vales regalo o descuentos para la siguiente compra. No se trata de un simple justificante de pago, sino de una llave para el ahorro inteligente.
Un gesto mínimo, un ahorro máximo
En un momento en el que la inflación ha elevado la factura de la cesta de la compra un 30 % en los últimos tres años, cada pequeño ahorro se vuelve esencial. Lidl, que se ha consolidado como una de las cadenas de supermercados más competitivas en precio, ofrece a sus clientes múltiples herramientas para reducir su gasto, pero estas solo funcionan plenamente si se usan de manera consciente.
Por eso, la recomendación de los expertos es clara: siempre pedir el tique, revisar las ofertas de la aplicación cada semana y planificar las compras aprovechando los cupones acumulados. Con esa rutina, cualquier familia puede ahorrar fácilmente entre 40 y 50 euros al mes, el equivalente a una gran compra de productos básicos.
En definitiva, no pedir el tique en Lidl es mucho más que un olvido: es un error financiero silencioso. En tiempos de presupuestos ajustados, cada detalle cuenta, y este pequeño gesto puede marcar la diferencia entre perder dinero o aprovecharlo al máximo. Así, el consejo de los economistas se resume en una frase que debería grabarse en cada carrito: “Pide el tique, escanéalo y deja que cada compra trabaje por ti”.
A veces, el secreto para ahorrar no está en cambiar de supermercado, sino en saber usar bien las herramientas del que ya eliges.