La Ley de Segunda Oportunidad cancela una deuda de más de 71.000 euros

Una vecina logra rehacer su vida tras años de sobreendeudamiento y gracias a la exoneración concedida por el Juzgado Mercantil nº1 de Lleida

Abogado sostiene una casa en relación con la Ley de Segunda Oportunidad

Abogado sostiene una maqueta con la mano

La Ley de la Segunda Oportunidad vuelve a demostrar su papel como salvavidas para quienes se ven atrapados en el círculo del endeudamiento. En esta ocasión, una vecina de Lérida ha visto cómo el Juzgado Mercantil número 1 de la ciudad le concedía la exoneración de una deuda de 71.594 euros, lo que le permitirá comenzar de nuevo después de casi dos décadas de lucha contra préstamos y créditos acumulados.

Una deuda que se gestó durante años

El caso refleja la trayectoria de muchas personas que, pese a trabajar de forma constante, terminan cayendo en una espiral de deudas. La protagonista de esta historia, a la que llamaremos Ana, comenzó a tener dificultades tras su divorcio en 2004, cuando se quedó prácticamente sin recursos. Según su testimonio, tuvo que empezar de cero con apenas 500 euros en el bolsillo y sin acceso a las cuentas compartidas que estaban a nombre de su expareja.

Para garantizar un hogar estable, en 2006 tomó la decisión de comprar el piso en el que vivía. Para ello pidió su primer préstamo y poco después una hipoteca de 100.000 euros, convencida de que con dos trabajos sería capaz de afrontar los pagos. Sin embargo, el esfuerzo no fue suficiente: cada final de mes la cuenta bancaria se teñía de números rojos.

Como ocurre en muchos casos, para cubrir los gastos inmediatos Ana recurrió a créditos rápidos y préstamos al consumo. Lo que parecía una solución momentánea acabó siendo el origen de una bola de nieve financiera que no dejó de crecer. El sobreendeudamiento fue inevitable, y aunque trataba de mantener el equilibrio, los intereses acumulados convirtieron la situación en insostenible.

Ella misma reconoce que, en aquel momento, pensaba que financiarse era la salida más lógica, pero hoy admite que fue un grave error que condicionó su vida durante años.

El golpe de la pandemia

El COVID-19 marcó un antes y un después en su historia. La crisis sanitaria dejó a Ana sin empleo y sin ingresos, justo cuando más necesitaba estabilidad. Como muchos trabajadores, pensó que sería algo temporal y que en cuanto todo se normalizara podría recuperar su actividad. Pero el regreso no fue el esperado, y con él llegaron nuevas complicaciones.

Un malentendido con una inmobiliaria complicó aún más las cosas. Lo que debía ser un contrato de alquiler para su vivienda se convirtió en un contrato de compraventa con pago aplazado. Los pagos de los inquilinos no alcanzaban a cubrir la deuda pendiente de la hipoteca, lo que agravó el agujero financiero.

El sobreendeudamiento no solo afecta a la economía, también a la salud emocional. Ana recuerda los meses de llamadas constantes de bancos y empresas de recobro, con mensajes intimidatorios que minaban su confianza. Incluso llegó a vivir una situación humillante cuando la directora de una entidad bancaria se presentó en su lugar de trabajo para reclamarle el dinero. La presión psicológica fue, en sus propias palabras, “insufrible”.

Un rayo de esperanza con la Ley de Segunda Oportunidad

Cuando todo parecía perdido, en 2024 conoció a un despacho especializado en Derecho concursal y Ley de la Segunda Oportunidad, que estudió su caso y le explicó que podía acogerse a la exoneración del pasivo insatisfecho (EPI).

Este mecanismo, previsto en la legislación española, permite cancelar deudas a quienes cumplen una condición fundamental: ser deudores de buena fe. Ana demostró que, a pesar de sus dificultades, siempre intentó cumplir con sus obligaciones y no ocultó bienes ni ingresos.

El juez Eduardo Enrech Larrea, titular del Juzgado Mercantil nº1 de Lleida, emitió el auto nº392/2025 en el que le concedió oficialmente la exoneración de más de 71.000 euros.

La resolución judicial le ha devuelto la tranquilidad. “Puedo empezar mi vida de nuevo”, afirma Ana, que asegura haber aprendido de la experiencia y reconoce que ahora evita cualquier tipo de crédito o tarjeta por miedo a repetir la pesadilla. Tras años de angustia, afronta el futuro con optimismo.

La abogada que llevó el caso, Marta Bergadà, subraya que este mecanismo es todavía poco conocido entre la ciudadanía, aunque cada vez son más las personas que se atreven a solicitarlo. Según su criterio, es importante visibilizar que existen alternativas legales para quienes sienten que no tienen salida.

Una herramienta clave contra el sobreendeudamiento

La Ley de la Segunda Oportunidad fue creada precisamente para casos como este, en los que personas físicas y autónomos se ven atrapados en deudas que nunca podrán devolver. Aunque durante años su aplicación ha sido minoritaria, los tribunales españoles empiezan a conceder más resoluciones favorables, lo que anima a quienes atraviesan situaciones similares.

Los expertos apuntan que esta ley no solo cambia la vida de los afectados, sino que también beneficia al sistema económico: permite que ciudadanos insolventes vuelvan a ser productivos, a generar ingresos y a participar en la economía sin la losa de deudas imposibles.

El caso de Ana en Lérida se suma a muchos otros que poco a poco van saliendo a la luz. Representa la idea de que, incluso en las situaciones más desesperadas, existe la posibilidad de un nuevo comienzo.

Como señala su abogada: “Casos como este demuestran que la Ley de la Segunda Oportunidad funciona y transforma vidas”. Para quienes creen que todo está perdido, la historia de Ana es la prueba de que sí hay una salida legal y justa.

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Alba Carbajal

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