El pueblo que no vivió el apagón eléctrico en España: este es el motivo

Un pequeño pueblo leonés mantuvo la luz gracias a un sistema de autoabastecimiento preparado para el aislamiento

El pueblo leonés de Oseja de Sajambre

El pueblo leonés de Oseja de Sajambre. Foto: Montaña de Riaño

Mientras gran parte de la Península Ibérica se sumía en la oscuridad el pasado 28 de abril, un pequeño municipio leonés demostró que la resiliencia energética rural no es solo una utopía. Oseja de Sajambre, en pleno corazón de los Picos de Europa, fue una de las escasísimas excepciones que consiguió mantener el suministro eléctrico estable durante el histórico apagón que afectó a millones de personas en España y Portugal.

La excepción a la regla: un municipio que no se apagó

Oseja de Sajambre, un pueblo de apenas 300 habitantes, fue de los pocos lugares que no se vieron afectados por el colapso eléctrico gracias a una infraestructura propia de abastecimiento energético. En un país donde la mayoría de municipios dependen casi en exclusiva de la red nacional, Oseja ha apostado por la autosuficiencia. ¿La clave? Un sistema de funcionamiento «en isla» que permite desconectarse automáticamente de la red eléctrica general cuando se produce una avería.

Este sistema, diseñado hace más de una década tras sufrir frecuentes cortes por temporales de nieve y viento, ha sido el escudo que protegió al pueblo durante el apagón. Según relatan sus vecinos, el único impacto fue un corte de apenas media hora, el tiempo necesario para que la red local pasara a alimentar la localidad a través de su central hidroeléctrica situada en el valle.

Energía local para un problema nacional

Oseja no solo salvó la luz de su propio núcleo urbano, sino también de otras pequeñas localidades cercanas como Amieva y Ponga, situadas ya en el lado asturiano. Todas ellas forman parte de una red energética local sustentada por tres minicentrales hidroeléctricas operadas por una empresa regional, que llevan años asegurando el suministro en condiciones adversas.

Este sistema de microgeneración y desconexión automática convierte al municipio leonés en un ejemplo de autonomía energética, especialmente valioso en una era marcada por la incertidumbre climática y tecnológica. Mientras en muchas ciudades los hospitales activaban generadores de emergencia y los semáforos dejaban de funcionar, en este valle de montaña la vida transcurría sin sobresaltos.

La visión que evitó la crisis

El origen de esta preparación está en la gestión del veterano alcalde Antonio Jaime Mendoza, quien apostó hace años por proteger a su municipio del aislamiento al que se ve expuesto cada invierno. “La experiencia nos ha enseñado a no depender completamente de fuera”, comentan desde el Ayuntamiento. Una filosofía que ha calado en los vecinos, acostumbrados a buscar soluciones locales a problemas estructurales.

El éxito del modelo de Oseja de Sajambre ha generado un creciente interés en todo el país, y ya hay otros municipios rurales que estudian implantar un sistema similar. La inversión inicial puede parecer elevada para pueblos pequeños, pero la seguridad que ofrece en momentos de crisis se ha revelado como un activo invaluable.

¿Un modelo para el futuro?

El episodio del apagón ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre la autosuficiencia energética y la descentralización de la red. Expertos en energía destacan que las llamadas “islas energéticas” podrían ser clave para garantizar la estabilidad del suministro en zonas rurales o de difícil acceso, donde las reparaciones tras un corte suelen demorarse más.

La experiencia de Oseja pone de manifiesto que la tecnología ya existe y que lo que falta es voluntad política y planificación a largo plazo. En un país con más de 8.000 municipios, muchos de ellos aislados geográficamente, una red más resiliente y distribuida no solo es posible, sino necesaria.

Aunque Oseja resistió la caída eléctrica, no fue inmune a los efectos del apagón: los servicios de telefonía móvil e internet también se vieron interrumpidos, ya que dependen de infraestructuras ajenas al valle. Esta situación demostró que la autonomía energética no es suficiente por sí sola, y que la verdadera resiliencia exige una visión integral que incluya también telecomunicaciones, transporte y servicios digitales.

Aun así, el caso de este pequeño municipio leonés representa un rayo de luz —literal y metafóricamente— en medio del apagón general. Una lección que muchos han tomado nota y que podría marcar el inicio de una nueva era en la gestión energética local. Porque, como ha quedado demostrado, prepararse a tiempo puede ser la diferencia entre la oscuridad total y seguir adelante sin miedo.

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Alba Carbajal

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