El museo Thyssen estrena mirada sobre el arte (norte)americano

Del paisajismo al arte pop pasando por el cruce de culturas y los espacios urbanos son los ejes de la nueva exposición del Museo Thyssen sobre su colección de arte americano

La exposición reordena la colección de arte americano del Thyssen. Foto: Victor Lerena | EFE.

Comenzó comprando algo tan atrevido como un Pollock para pasar después a pintores del siglo XIX menos conocidos e incluso desdeñados por los coleccionistas europeos como Frederic Church, Thomas Cole, Francis Silva o John William Hill. El arte americano fue la última gran obsesión del barón Thyssen y, en consonancia, su museo en Madrid pone el broche de oro al año dedicado al centenario de su nacimiento con una exposición que renueva la mirada sobre su colección.

Arte americano en la colección Thyssen, que podrá verse en Madrid hasta el próximo 26 de junio, reúne 150 obras procedentes del propio museo, pero también cuadros prestados por sus hijos y su viuda, Carmen Thyssen. Eso sí, a pesar del nombre, la muestra se refiere solo a artistas estadounidenses.

Broche de oro al centenario del barón

La exposición supone un vuelco a la colección del Museo Thyssen que, en los últimos 25 años, se ha presentado de forma “muy estática”, según la jefa del área de Conservación de Pintura Moderna del museo, Paloma Alarcó, que además es comisaria de esta muestra junto a Alba Campo Rosillo.

Un hombre observa la obra ‘Orión en Invierno’, de Charles Birchfield. Foto: Víctor Lerena | EFE.

Esta reordenación, que apuesta por ejes o líneas temáticas y no tanto por la cronología, es un “primer ensayo y cuando se termine podemos pensar en otras posibilidades”.

La reordenación de la colección de arte americano del museo Thyssen apuesta ejes o líneas temáticas y no tanto por la cronología, mezclando así artistas de diferentes épocas y corrientes

Así, el encuentro con la naturaleza, la ciudad, el cruce de culturas, o la importancia de la cultura material son los temas que combinan obras de distintos artistas y etapas, todos de los siglos XIX y XX, y que incluye por primera vez obras inéditas de la familia Thyssen.

La última pasión de barón

La colección de arte americano del Museo Thyssen Bornemisza se cuenta entre las más importantes de Europa lo que responde, explica el director del museo, Guillermo Solana, a la pasión con la que el barón coleccionó arte americano desde muy pronto, en los sesenta.

El arte americano fue la última obsesión del barón Thyssen. Foto: Víctor Lerena | EFE.

Fue un interés que basculó “de lo más contemporáneo a lo más antiguo”. Así, si comenzó con la compra de una obra de Jackson Pollock continuó con autores del siglo XIX menos conocidos como Frederic Church, Thomas Cole, Francis Silva o John William Hill, eso sí, sin renunciar firmas más conocidas como las de Rothko, Roy Lichtenstein, Edward Hopper o Richard Estes.

En esta nueva y transgresora visión de la colección, explica Alarcó, se pretende incorporar al itinerario las últimas corrientes críticas de género, colonialismo o ecología. Se ofrece de este modo una nueva mirada temática y transversal a través de categorías como la historia, la política, la ciencia, el medioambiente o la vida urbana, y considerando aspectos de género, etnia, clase social o idioma, entre otros. El objetivo pasa por para facilitar un conocimiento más profundo de las complejidades del arte y la cultura estadounidenses.

Pintar paisajes para definir un país

El recorrido, que va de las salas 55 a la 46, empieza con un primer capítulo dedicado al paisaje, un tema central tanto en la colección Thyssen en general como en el arte americano en particular. El concepto de naturaleza fue esencial en el proceso de creación de la joven nación norteamericana hasta el punto de que la pintura de paisaje definía el país al tiempo que lo representaba. La naturaleza virgen, así, se estableció como la fórmula idónea de reafirmación del creciente espíritu nacional.

‘Cruz al atardecer’, Thomas Cole. Foto: Museo Thyssen.

En sus inicios, el paisajismo americano fue una adaptación de la tradición romántica europea, como vemos en la obra de Thomas Cole, de Frederic Church, o de George Inness.

Su impronta seguirá presente después en algunos expresionistas abstractos como Alfonso Ossorio o Willem de Kooning, y los artistas del círculo del fotógrafo y galerista Alfred Stieglitz, como Georgia O’Keeffe, quienes recuperaron para la modernidad el pasado místico del paisaje americano.

Por su parte, otros pintores del siglo XX, como Mark Rothko y Clyfford Still, siguieron vinculados a la naturaleza sublime a través de la abstracción.

Cruce de culturas

Una segunda parte aborda diferentes representaciones del cruce de culturas que desde sus orígenes tuvo Estados Unidos.

Aunque la gran mayoría corresponde a artistas europeos o de ascendencia europea que representan a nativos o inmigrantes, se incluye la obra de Romare Bearden, Domingo después del sermón, de 1969, la única obra de un artista de descendencia afroamericano de la colección.

‘Domingo después del sermón’, de Romare Bearden. Foto: Museo Thyssen.

Destacan las obras que representan a distintas comunidades estadounidenses –esclavos, clase obrera, judíos migrantes, afroamericanos, asiáticos, cosmopolitas…– analizando sus interacciones, que van de la alianza hasta el conflicto. Aquí conviven los famosos grabados de poblaciones indígenas realizados por Karl Bodmer con los retratos de colonos que posaron para John Singleton Copley o los miembros de la alta sociedad retratada por John Singer Sargent.

La atención a lo exótico aparece de nuevo en la obra de Frederic Remington mientras que el interés por la clase trabajadora y la comunidad afroamericana lo hace en la de Ben Shahn y Romare Bearden, bien entrado el siglo XX.

Ciudad moderna y cultura material

La ciudad, símbolo del desarrollo de la sociedad estadounidense, también su protagonismo en el siguiente capítulo. Numerosas vistas urbanas de Charles Sheeler, Richard Estes o Ralston Crawford aparecen junto a sus solitarios habitantes, que tienen magníficos exponentes como las mujeres de Hopper o El hombre de rojo con bigote de William de Kooning.

‘Muchacha cosiendo a máquina’, de Edward Hopper. Foto: Museo Thyssen.

Las comisarias han dedicado un apartado a la influencia de la cultura material en el arte americano, cada vez más analizada por la crítica. En esta sección se pueden encontrar bodegones, desde la versión tradicional de Paul Lacroix (siglo XIX) a la innovadora de Stuart Davis; o la interacción de lo humano y lo no humano con piezas de Tom Wesselmann o Roy Lichtenstein (al final de la muestra).

La exposición es resultado de un largo proceso de investigación realizada por Alba Campo Rosillo, becaria de la Terra Foundation for American Art, que ha tenido por objetivo lanzar una nueva mirada temática y trasversal sobre la colección y cuyos resultados serán pronto hechos públicos.

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