Bloques de hormigón, un túnel de espionaje y papeles de la Stasi: abre en Madrid la exposición El Muro de Berlín

Coincidiendo con la caída del muro de Berlín, el 9 de noviembre, abre sus puertas en la Sala Castellana 214 de la Fundación Canal de Madrid una muestra que analiza a fondo la historia de este símbolo

Exposición Muro de Berlín

Abre la exposición El Muro de Berlín. Foto: Jesús Varillas.

La detonación de la bomba atómica en Hiroshima que marcó el principio del final de la Segunda Guerra Mundial recibe en la primera sala de la exposición El muro de Berlín: un mundo dividido, que se inaugura mañana en Madrid.

Sucedido a 8691 kilómetros de Berlín, este hecho acabaría definiendo el status de la ciudad alemana, convertida en el tablero de juego donde se enfrentarían dos visiones opuestas sobre la organización de la realidad económica y social entre las dos grandes superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética.

Uno de los mayores símbolos del enfrentamiento de la Guerra Fría -por supuesto, no el único-, fue el muro de Berlín, donde se hacía realidad, en forma de hormigón y alambre de espino, el concepto de telón de acero que separaría durante décadas a Occidente de la Europa Oriental, EE UU y la URSS, el capitalismo y el comunismo.

Vista de la exposición El Muro de Berlín en Madrid
La muestra ocupa 2.500 m2 del antiguo deposito 4 en la Fundación Canal. Foto: Jesús Varillas.

El muro de Berlín

Mañana, 9 de noviembre, se cumplirán 34 años de la caída de ese muro, que llegó después de una revuelta pacífica en la que no se disparó ni un solo tiro y que, como puede verse en esta exposición, organizada por la compañía española Musealia en colaboración con la Fundación Muro de Berlín, muestra la extraordinaria capacidad de las personas para cambiar las cosas.

Por supuesto, a costa de sufrimiento. El de miles de berlineses que se vieron separados de sus familiares y amigos, que quedaron atrapados tras un muro y que vieron frustrados muchos de sus sueños y aspiraciones.

Porque, más allá de los números y los grandes hitos, esta es una exposición sobre personas, señala con énfasis Axel Klausmeier, director de la Fundación Muro de Berlín, institución que vela por el legado del Muro y la memoria de sus víctimas, y que ha aportado muchos de los elementos que pueden verse.

Documentos y objetos en la expo El Muro de Berlín
Se exponen hasta 300 objetos. Foto: Mar Nuevo.

Las protagonistas son las historias de esas personas que se descubren a través de vídeos y paneles, pero también de alrededor de 300 objetos originales que van desde un carrito de bebé utilizado para el introducir alimentos en el Berlín oriental a un detector de radiación, un tramo de túnel de espionaje, archivos del servicio de inteligencia de Alemania del Este (la temible Stasi) o una piragua empleada para burlar el encierro.

Porque, y esto es una de las tesis de la muestra, el muro de Berlín no se construyó para defender territorios o personas, recalca Klausmeier mientras nos hace de guía por las salas, sino para encerrarlas.

Contar las historias personales a un lado y al otro del muro es el objetivo de esta exposición, que cuenta para ello con más de 300 objetos originales

A pesar de que las autoridades comunistas lo bautizaran como ‘muro de protección antifascista’ y defendieran su construcción como medio para proteger a la RDA contra la infiltración, el espionaje, el sabotaje, el contrabando y cualquier otra supuesta agresión de los occidentales, lo cierto es que el muro servía para evitar que la gente escapase de la Alemania oriental a la occidental. En sentido inverso nadie intentaba saltar el muro.

Sala de la exposición El Muro de Berlína
Vista de sala en la muestra El Muro de Berlín. Foto: Mar Nuevo.

20 metros del muro de Berlín original

Entre las grandes piezas de la muestra, claro, un fragmento del muro original. En concreto, 20 metros de pared de hormigón de 3,5 metros de altura y 2,6 toneladas, pero también materiales que retratan su evolución con el paso de las décadas, como el alambre de espino colocado en la primera etapa de la división. O un martillo y un cincel que se emplearon aquel 9 de noviembre de 1989 para derribarlo.

Aunque Berlín quedó políticamente dividida desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, durante los primeros años las personas podían pasar de un sector a otro libremente.

Fue el 13 de agosto de 1961, construido en un solo día, cuando un muro haría físicamente efectiva la división. Una enorme pared de 120 km en 45.000 secciones independientes de 1,5 m de longitud y 3,6 m de altura protegida, además, con alarmas, trincheras, alambre de púas, 300 torres de vigilancia y 30 búnkeres.

Una sección del muro de Berlín
Una sección del muro de Berlín en Madrid. Foto: Mar Nuevo.

Se estima que, hasta 1961, 3,5 millones de alemanes que habían quedado en la parte oriental huyeron hacia la occidental (aproximadamente un 20% de la población). La fuga de cerebros (y de brazos para trabajar), una auténtica amenaza para la economía de la RDA, alentó la construcción de este muro.

Una vez construido, los berlineses siguieron intentando cruzarlo. Más de 53.000 lo consiguieron, si bien hay documentadas 327 muertes de otros tantos ciudadanos que no lo lograron.

Remover las mentes

Con 2.500 m2 de exposición, la muestra, que estará en itinerancia durante 7 años, se estrena en Madrid como consecuencia del hermanamiento de la ciudad con Berlín desde 1988.

Una exposición que “removerá muchas mentes”, a juicio de Klausmeier, y que “no solo da respuestas, sino que también hace preguntas”.

Para hacerla realidad han colaborado 20 instituciones internacionales (entre las que están el Museo de la Paz de Hiroshima, el Archivo de la Stasi o el Museo de los Aliados en Berlín) y más de 60 prestatarios.

Sala en la exposición El Muro de Berlín
Vista de sala en la muestra El Muro de Berlín. Foto: Mar Nuevo.

El objetivo, poner de manifiesto las distintas perspectivas de las experiencias que se vivieron a ambos lados del muro, como las de una pareja el día de su boda, cuyos familiares no pudieron asistir por haber quedado al otro lado del muro.

Muchos de los 300 objetos expuestos viajan por primera vez fuera de Alemania. Entre ellos, expuestos cronológicamente, el reloj de pulsera de una mujer víctima de la bomba de Hiroshima o banderas caseras en apoyo de los aliados.

Cómo vivían las personas su día a día, cómo lograban suministros de contrabando o los grandes momentos de tensión a lo largo de los años también se exploran en la muestra, como el vivido en torno al Checkpoint Charlie de la Friedrichstraße el 27 de octubre de 1961 con la confrontación directa entre tropas soviéticas y estadounidenses con carros de combate.

Un banco de madera de una iglesia demolida en el Berlín oriental, un paquete alimenticio distribuido a los residentes y una bicicleta empleada para escapar conviven con vídeos de personas que relatan sus vivencias esos años, como un buzo del cuerpo de bomberos de la Alemania occidental que relata salvamentos de personas que se lanzaban al río para salvar el muro.

Vista de sala en la muestra El Muro de Berlín
El camino hacia el fin del muro. Foto: Jesús Varillas.

Más adelante, el uniforme del campamento Artek en la Unión Soviética utilizado por una niña estadounidense invitada por el secretario general de la URSS, Yuri Andropov, en 1983, es parte también de este crisol de vidas y de historias que se mueven en la gama de grises, y que dejan ver cómo el muro influyó en la cultura y la música, cómo Los Beatles eran temidos por la URSS y unos simples Levi’s, también expuestos, eran percibidos como ataques del sistema capitalista.

Los movimientos por la paz y las revoluciones que se sucedieron en Polonia, Hungría, Checoslovaquia o Rumanía conducen, al final de la muestra, a una sala llena de pantallas que reproducen las retransmisiones en televisiones de todo el mundo de la caída del muro, aquel 9 de noviembre de 1989 del que se cumplen, sólo, 34 años.

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