200 km y 1.300 curvas o por qué la ruta de los Tres Valles (La Rioja) es un paraíso motero

Los valles del Najerilla, Iregua y del Leza, en la franja central de La Rioja, albergan más de 1.300 curvas en un territorio de sierras, pueblos, tradiciones y, claro, excelentes vinos

La Rioja es un territorio para descubrir en dos ruedas. Foto Turismo de La Rioja

“Si no hay curvas, no voy”. Un veterano motero me había dicho esa frase años atrás, que resume la búsqueda de emociones cuando se sale a la carretera.

Pues si hay un trayecto que unifica paisajes, el encanto de pueblos detenidos en el tiempo, caminos en buen estado y una abundante cantidad de curvas es la ruta de los Tres Valles, en el centro de La Rioja.

Se trata de realizar 188 km a través de los valles de los ríos Najerilla, Iregua y Leza, un sinuoso recorrido de 1.313 curvas -según calculan en Turismo de La Rioja– que transcurre por sierras, valles, cañones y cascadas; donde se cruzan el Camino de Santiago y las experiencias en torno al vino en sus prestigiosas bodegas.

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Geografía de valles y sierras

Esos cursos fluviales, afluentes del Ebro, crearon la accidentada orografía del centro de La Rioja, con puntos como la Sierra Cebollera y su curioso parque de esculturas, alturas como la del Puerto Montenegro con el Mirador del Leza (en Soto en Cameros) o las Dolinas de Zenzano (en Lagunilla del Jubera).

No dejen que la velocidad les pierda de vista hermosos bosques como el hayedo de Tobía, así como intrigantes cuevas naturales como la de Ortigosa de Cameros y las cercanas cascadas de Puente Ra.

Un camino con curvas y más curvas. Foto Turismo de La Rioja

Vinos y gastronomía

Además de las visitas y catas a las numerosas bodegas, La Rioja es un territorio fértil de la gastronomía tradicional, ya sea con platos de toda la vida como las patatas con chorizo, el bacalao a la riojana, las chuletas al sarmiento y los caparrones con chorizo y morcilla.

Si se toma a Logroño como punto de partida el viaje merece ser celebrado con un paseo por las calles Laurel o San Juan con su abundante variedad de locales de pinchos.

Cañones, cascadas, puertos de montaña, cuevas y ríos desfilan en los 188 km de este recorrido por el centro de La Rioja

Pero si nos ponemos en sofisticados, hay experiencias sublimes en los tres restaurantes de estrella Michelin de la comunidad autónoma: el Echaurren de Ezcaray, el Venta Moncalvillo de Daroca de Rioja y el Kiro Sushi de Logroño.

Paseo entre viñedos. Foto Turismo de La Rioja

Pueblos y más pueblos

En los 77,3 km que transcurren por el valle del Najerilla, se pasa por pueblos como Alesón, Tricio, Baños de Río Tobía, Bobadilla, Anguiano, Viniegra de Abajo y Viniegra de Arriba.

En el tramo que corresponde al valle del Iregua, de 72,5, en la franja norte cerca de Logroño se pasa por los pueblos de Entrena, Medrano, Hornos de Moncalvillo, Sotés y Ventosa; mientras que en la parte sur, se suceden los Cameros: Villoslada de Cameros, Villanueva de Cameros, Ortigosa de Cameros, El Rasillo de Cameros, Nieva de Cameros y Almarza de Cameros.

Esta misma denominación continúa en el Valle de Leza, con Muro en Cameros, Jalón de Cameros, San Román de Cameros y Soto en Cameros, con otros pueblos como Terroba, Leza del Río Leza, Ribafrecha, Villamediana de Iregua, Alberite y Lardero que se descubren en este tramo de 52,47 km.

La belleza de los paisajes riojanos. Foto Turismo de La Rioja

Estos pueblos de la sierra conservan interesantes muestras de arquitectura popular con la piedra, la madera y la teja como materiales primordiales.

Y en varios de ellos, como los Cameros o en las Viniegras, también se encuentran grandes residencias levantadas por los indianos, aquellos emigrantes a América que regresaron década después con los bolsillos llenos a sus tierras de origen.

Fervor religioso

Hay un rosario de pueblos como Navarrete, Sotés, Ventosa, Alesón, Nájera, Azofra, Alesanco, Hervías, Cirueña, Santo Domingo de la Calzada y Grañón donde es frecuente cruzarse con peregrinos que ponen rumbo a Santiago de Compostela, que con su mochila a cuestas y bastones recorren las carreteras secundarias y los caminos rurales en su peregrinación.

En este viaje también se descubren valiosas joyas del patrimonio cultural como el monasterio de Valvanera, en un hermoso paisaje de precipicios en Angulano.

Grandes monasterios, como el de Santa María La Real, recuerdan el poder e influencia de las órdenes religiosas en estas tierras

Los ríos se abren camino entre las montañas. Foto Turismo de La Rioja

El pasado de las órdenes religiosas también se puede descubrir en complejos monacales como el de Santa María la Real en Nájera o el de San Millán de la Cogolla, en Suso.

“Son cuna de reyes y de la lengua española”, indican en la Dirección de Turismo, aunque si es por buscar las raíces, el monumento religioso más antiguo de toda la comunidad es la basílica paleocristiana de Santa María de los Arcos, que data del siglo V.

Fiestas y tradiciones

Viajando en moto, si coincide el calendario, se puede asistir a las variadas fiestas populares, como la de los danzadores de Anguiano que se puede ver en la segunda mitad de mayo, las fiestas de San Mateo en Logroño que se celebran a mediados de septiembre o las de Nájera en la segunda quincena de julio que recuerdan a su antiguo reino -con un gran despliegue de estética medieval-.

Danza de los Zancos de Anguiano. Foto Turismo de La Rioja

Si hay lugar para cargar algo de equipaje en la moto, no hay que perder de vista las artesanías que ofrecen varios pueblos, como los zapatos y fardelejos de Arnedo, el pastel ruso de Alfaro, las mantas de Ezcaray y claro, los excelentes vinos Rioja además de los embutidos artesanos y conservas que se ofrecen en cada pueblo o bodega.

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