Albé, el mejor espíritu libanés a la conquista de Barcelona
La nueva temporada de Albé, marcada por la llegada de la chef Nancy Miguel, refuerza su elegante apuesta por la cocina mediterránea con ingredientes de cercanía

Las mollejas son uno de los platos más recomendados del menú. Foto: Albé.
Un cocinero libanés devenido en empresario gastronómico, con una sumiller del norte de España, convocan a una chef mexicana para reemplazar la partida del antiguo jefe de cocina venezolano. Solo en un lugar como Albé (Mallorca 196, Barcelona) se puede dar esta combinación de culturas y experiencias y que derive en un resultado sorprendente. De alguna forma, recuerda a los años dorados de Beirut, cuando la capital del pequeño país del cedro era la París de Oriente Medio, donde las influencias francesas dialogaban con los siglos de presencia musulmana en la región. Y en paz.
Las tres espadas de Albé
Albé es el proyecto de Joey Attieh, que sigue al pie del cañón desfilando entre las mesas explicando los orígenes de cada plato con didáctica paciencia, en un baile que parece coreografiado con su sumiller Xenia Blanco, quien a un trepidante detalla las razones por las que elige tal o cual vino catalán, francés o libanés para el menú.
Pero quien está día a día revolviendo ollas y salteando en sartenes es Nancy Miguel, a quien Attieh describe como una cocinera “meticulosa, con un gusto exquisito”, de quien destaca que “sobresale por su refinamiento y dominio de técnicas de compleja ejecución”. Su llegada fue para reemplazar al socio de Attieh, Pachi Rodríguez, quien hace menos de dos años emprendió un nuevo camino con el excelente Âme Barcelona.
El homenaje a la herencia libanesa
Albé (que en árabe del Levante significa ‘mi corazón) es un homenaje al Líbano desde Cataluña. O dicho de otra forma: platos de esencia libanesa con ingredientes de las costas y tierras catalanas. Así dicho parece sencillo, pero detrás hay un complejo proceso de búsqueda de sabores y combinaciones de texturas, con el añadido de una precisa selección de vinos, que da como resultado una muy interesante experiencia gastronómica.
La propuesta de Albé se centra en dos menús degustación: el Experiencia, con 12 pases (72€, y 33€ con maridaje) y el Albé, de nueve pases (58€, y 33€ con maridaje); aunque también se deja la opción de pedir los platos a la carta. Pero viendo el despliegue de creaciones y la combinación con blancos y tintos se confirma que el precio es realmente accesible.
La clave de Albé es crear sabores del Mediterráneo oriental con ingredientes de los tierras y costas catalanas
El menú Experiencia
Ambos menús son similares, excepto en que en el segundo hay dos principales y un postre menos. Nosotros fuimos por el primero, donde el labneh ahumado brinda una introducción todo por lo alto, elaborado con polvo de berenjena y chips de pan libanés. Le siguieron cuatro pequeños bocados donde el paladar parecía transportarse al Mediterráneo oriental, con el falafel ‘a nuestra manera’ (con nabo encurtido y remolacha), la baklava de gamba roja de Blanes (una buena síntesis de ingredientes locales y sabores remotos), la gírgola de castanyer (seta con un toque crujiente) y la caballa muhammara, con el pescado curado y una pasta de pimiento.
En estos inicios degustamos un Château Heritage Blanc de blancs, vino libanés del valle de Bekaa de vides francesas como Chardonnay o Sauvignon; que abrió la puerta a los dos platos de La huerta Albé: la berenjena laqueada con melaza de granada (“es una receta tradicional de las familias”, apunta Attieh) y los espárragos blancos con anguila del Ebro, plato que por la estacionalidad de estos tallos dejará de estar en breve en la carta, y cambiará por el exquisito tomate feo con tomate kumato, elaborado con agua de melón y menta.
De mar y montaña
Los platos más contundentes, a pesar de su pequeño tamaño, transitan entre el mar y la montaña. En el primer apartado, llega la trucha del Pirineo Catalán en tres texturas, con arroz salvaje inflado y huevas del pescado, acompañado por la salsa laban (del Líbano, claro).
Del segundo, uno de los momentos cumbres, la molleja de ternera cocinada a baja temperatura con salsa de crema de piñones y demi glass de cerdo; y un cuello de cordero del Montseny, acompañado por puré de apio y setas de temporada.
A esta altura, Xenia Blanco nos sugirió probar otro Château Heritage, el Saint Elie, de uvas Chardonnay y Obeidi; que fue el encargado de conducir al acto final: los postres.
Para el remate dulce, llegaron un sorbete de fresas y granada con aceite de albahaca, y una tarta de chocolate valrhona con cardamomo y caramelo.
Ablé solo abre por las noches, excepto sábados y domingos que hacen turno del mediodía. A pesar que tienen una capacidad para 40 comensales, el éxito que tiene este restaurante, y sobre todo con una amplia proporción de clientes que deciden repetir, lleva a que las reservas sean más que necesarias. Téngalo en cuenta.