Los ríos, las autopistas más relajantes de la República Checa
Aunque no tenga salida al mar, Chequia cuenta con ríos y canales que invitan a relajarse en paseos con barcos de época, barcazas o góndolas

Relax en el río Moldava. Foto Pavel Radosta
Que la República Checa sea un país sin salida al mar no significa que sus habitantes no sepan cómo disfrutar del agua. Porque los ríos que surcan su territorio, que se ramifican como ramas acuáticas con sus canales, se despliegan como una bienvenida opción de turismo relajado.
El río Moldava, con sus 430 km, atraviesa el territorio checo de sur a norte, desde la parte del país de la Selva Negra hasta su desembocadura en el Elba.
Y su paso por Praga es coronado por puentes como el de Carlos, con sus figuras barrocas que lo convierten en el más fotografiado de país.
Una de las formas más bonita de navegarlo es con los barcos de vapor que parten desde la capital del país hasta Slapy, un pequeño pero encantador pueblo a 35 km río abajo.
Desde Praga parten barcos históricos a vapor hasta Slapy, en un tranquilo viaje por el río Moldava
Para quien le guste la experiencia de vivir este viaje en el tiempo acuático en Turismo de la República Checa recuerdan que el embalse de Orlík, el más grande del país, también tiene barcos históricos que llegan hasta Zvíkov, donde se puede conocer el castillo que fue hogar de los primeros reyes del antiguo reino.
Quien sepa bucear puede ver la fantasmagórica iglesia sumergida de Těchnice sumergida en el lago.
Navegando el Morava
El río Morava, que bautiza la región de Moravia, también parte al medio el territorio checo de norte a sur.
Uno de los mejores programas para descubrirlo es navegar desde Olomuc, una ciudad de 100.000 habitantes conocida como la capital espiritual de Chequia, donde desde mayo a octubre zarpan barcos desde su estratégica ubicación del río Bystřice en su unión con el Morava.
Hacia el Elba y el Mar del Norte
Otro programa fluvial es subir a alguna de las pequeñas barcazas que parten desde České Budějovice, la ciudad más poblada de Bohemia Meridional, y remontar el Moldava hasta el Elba y de allí seguir viaje hasta Hamburgo, donde ese curso desemboca en el Mar del Norte.
En el derrotero se pasa por Hluboká nad Vltavou y su romántico palacio, por las presas de Orlík y Slapy, por supuesto que también por Praga y finalmente el poblado de Mělnik, ya en la unión del Moldava con el Elba.
Navengando por el canal del zapatero
Más relajado todavía son los viajes por los canales, que se pueden realizar en pequeñas barcas de quilla plana o en los senderos que transcurren a sus lados, ideales para recorrer a pie o en bicicleta.
Uno de ellos es el Canal de Bat’a, en Moravia del Este, construido por el empresario del calzado Tomáš Baťa para traer material a sus fábricas.
En lanchas o pequeñas barcas de quilla plana se pueden recorrer el canal de Bat’a, construido por un empresario del calzado para contar con insumos para su fábrica
De este curso se pueden recorrer 50 kilómetros entre Kroměříž y Hodonín, donde además de contemplar los prados y las sierras que lo rodean se atraviesan 13 compuertas y unos cuantos puentes.
Por el canal pero en bici
También está el canal de Schwarzenberg, en la sierra de Šumava, en Bohemia del Sur. Fue construido a fines del s.XVIII para unir los cursos del Moldava y el Danubio, con algunas proezas de la ingeniería como el paso de 400 metros a través de un túnel.
Aunque no es posible navegarlo, sí se lo puede recorrer en bicicleta en un bonito sendero de 14 kilómetros, atravesando puentes y compuertas en un magnífico entorno boscoso para desconectar.