Sabor, color y tradición: Hijo del Maíz reinventa la cocina mexicana en la capital

El restaurante de parrilla mexicana Hijo del Maíz

El restaurante de parrilla mexicana Hijo del Maíz. Foto: Alba Carbajal

Hace un par de semanas decidí escapar, por unas horas, a México sin salir de Madrid. La excusa fue Hijo del Maíz, un restaurante que llevaba ya tiempo en mi radar, en Avenida de Brasil 28, y que presume de ofrecer platos mexicanos auténticos que rara vez se ven fuera del país. Llevan abiertos dos años y ocho meses, y su propuesta no es la típica que encuentras en cualquier mexicano de la ciudad; aquí se busca sorprender al paladar con recetas tradicionales pero poco conocidas por el público español.

Desde que cruzas la puerta, la atmósfera te envuelve. La decoración es una mezcla curiosa de elementos mexicanos tradicionales y toques modernos: pantallas que proyectan películas antiguas, un mural que recrea un paisaje marítimo que te transporta a las playas más tropicales de Cancún, y letreros de neón rojo con frases que sacan una sonrisa. Subiendo las escaleras al comedor, me llamó especialmente la atención uno que decía: “Quiero un mezcal y un amor salvaje”. Ese detalle ya me adelantaba que la experiencia no sería convencional.

Interior del local Hijo del Maíz
Interior del local Hijo del Maíz. Foto: Alba Carbajal

El personal fue amable y cercano en todo momento, explicando los platos y sugiriendo combinaciones según nuestros gustos. Me contaron, además, que de jueves a sábado por la noche, a partir de las 22:30 horas, hay mariachis en vivo, lo que me parece un toque perfecto para quienes buscan un plan más festivo y a la vez, tradicional.

Entradas que abren el apetito

Para empezar, nos sirvieron unos totopos de chile azul y chipotle, acompañados de salsa verde y frijoles. Me sorprendió la intensidad del sabor del chile azul, profundo y ligeramente ahumado, que combinaba de maravilla con la frescura de la salsa verde. El punto del chipotle añadía un matiz apenas picante y muy equilibrado, lo que hacía que cada bocado fuera redondo y muy adictivo.

Los totopos de maíz azul y chipotle
Los totopos de maíz azul y chipotle. Foto: Alba Carbajal

Después llegó el guacamole con chicharrón, una versión mucho más divertida y crujiente del clásico. Cada dippeo mezclaba la untuosidad del aguacate con el crujido del chicharrón, logrando un contraste de texturas que me hizo coronarlo como uno de mis platos favoritos. Un plato que invita a compartir, pero del que cuesta apartar la mano, ¡una apuesta segura si decidís visitar este restaurante!

Los totopos con guacamole y chicharrón
Los totopos con guacamole y chicharrón. Foto: Alba Carbajal

Los esquites fueron todo un descubrimiento. Este caldo con elote, limón, mayonesa, queso y chile en polvo es un clásico de los mercaditos mexicanos, y aquí estaba recreado a la perfección: con la cremosidad de la mayonesa, con el toque ácido del limón y el sabor del queso y el chile en polvo, hacía que quisieras probar más sorbo tras sorbo.

Los esquites con limón, mayonesa, queso y chile
Los esquites con limón, mayonesa, queso y chile. Foto: Alba Carbajal

Platos principales con carácter

Hijo del Maíz se luce en los platos principales. Las quesabirrias, con carne de res cocida lentamente, son un verdadero homenaje al sabor: la carne se deshace en la boca y el caldo que la acompaña, fruto de la propia cocción de la carne, es profundo y un acompañante perfecto para este manjar. La forma tradicional de comer este plato es agarrando con la mano la quesabirria y sumergiéndola en la salsa, ¡así podrás disfrutarla en todo su esplendor!

Las quesabirrias de carne de res
Las quesabirrias de carne de res. Foto: Alba Carbajal

Los tacos, hechos al carbón en la parrilla, no decepcionan. El taco de flor de solomillo, con frijoles, cebolla caramelizada y una tejita de queso, era un equilibrio perfecto de dulzor y sal, mientras que el taco de Ribeye con costra de queso y guacamole tenía una combinación de texturas que me recordó por qué la cocina mexicana es tan celebrada: crujiente, suave, cremosa, con un sabor intenso y complejo que se quedaba en el paladar. Estos tacos son algunas de las nuevas apuestas del restaurante y sin duda merece la pena probarlos, sobre todo si quieres experimentar nuevos sabores más allá de los tacos más tradicionales.

Los tacos de flor de solomillo y de Ribeye
Los tacos de flor de solomillo y de Ribeye. Foto: Alba Carbajal

Entre los platos que no probamos, pero que me dejaron con ganas de volver, están el aguachile de camarón, la ensalada de nopales, el huarache, la sopa Azteca, el pozole, los chilaquiles y las enchiladas, entre otros. La carta también ofrece tacos más tradicionales como Gobernador, Suadero, Cochinita, Pastor o Tinga de pollo, lo que hace que cualquier visita pueda ser completamente distinta dependiendo de lo que elijas.

Decidimos cerrar con un surtido de postres que demostraron la creatividad de la cocina: la tarta de limón al tequila era fresca y ligeramente ácida, el panqué de elote dulce y esponjoso, la tarta de queso con base de dátiles en el punto perfecto, y para rematar, un chupito de margarita frozen, estilo granizado, que puso el broche final perfecto. Me pareció adecuado y refrescante, un cierre ligero tras una comida intensa. También me quedé con ganas de probar las crepas de cajeta y el coulant de chocolate, que seguro cumplen con la misma calidad.

Surtido de postres tarta de queso con base de dátiles, tarta de limón al tequila y panqué de elote
Surtido de postres tarta de queso con base de dátiles, tarta de limón al tequila y panqué de elote. Foto: Alba Carbajal

Precios y accesibilidad

En cuanto a precios, Hijo del Maíz logra que la experiencia mexicana completa sea accesible. Los tacos más económicos están alrededor de 2,95 euros, mientras que los platos más elaborados, como la parrillada en Molcajete, alcanzan los 26 euros. Esto permite disfrutar desde una cena informal hasta una experiencia gastronómica más completa sin que sea excesivo.

Salí de Hijo del Maíz con la sensación de haber hecho un pequeño viaje a México: no solo por los sabores, sino por la atención al detalle en cada aspecto de la experiencia. El ambiente, los letreros, las películas, la comida y hasta el pequeño granizado de margarita final hacen que este restaurante sea mucho más que un lugar para comer; es un espacio donde la cultura y la cocina mexicana se viven y se disfrutan.

Si buscas algo distinto en Madrid, donde la autenticidad de México se sienta en cada bocado, Hijo del Maíz es un lugar para marcar en la agenda y volver, una y otra vez.

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