Molino de Pez: la elegante relectura de los platos tradicionales

El nuevo restaurante Molino de Pez combina una sofisticada puesta en escena con un homenaje a la cocina de toda la vida, como reflejan sus entrantes, carnes y pescados a las brasas

Los pescados (y las carnes) son los principales valores de Molino de Pez. Foto Molino de Pez

Hay restaurantes que presentan engaños que son bien recibidos. Eso es lo que sucede en Molino de Pez (Còrsega 346, Barcelona) local que abrió hace dos meses en el límite entre el barrio de Eixample con Gràcia.

Por su estética sin artificios, sus luces bajas y su decoración de madera, yeso y acero uno puede pesar que es el típico restaurante de platos exquisitos y porciones minúsculas.

Por suerte no es así: Molino de Pez recupera la tradición de las tabernas centenarias, esas de guisos y pucheros abundantes y carnes de tamaño XL, pero con una relectura más chic.

La parrilla a la vista atrapa las miradas. Foto Molino de Pez

Guiño a las raíces

Hay un poco de homenaje a las raíces en el nuevo restaurante: al frente están tres excocineros de El Bulli, Nino Redruello, Patxi Zumarraga y Jaime Santianes; quienes en la capital catalana ya habían abierto Fismuler (2018) y el delivery Armando (2020).

Redruello es la cuarta generación de una dinastía de hosteleros iniciada en 1919 por su tío-bisabuelo Benigno Redruello con la taberna La Estrecha de Madrid, rebautizada La Ancha por su abuelo Santiago una década después.

El grupo Familia La Ancha cuenta con siete emprendimientos gastronómicos entre Madrid y Barcelona

Unos cócteles para empezar la velada. Foto JP Chuet-Missé

Ese mítico local se mudó a la calle Zorrilla en 1988, y desde que Nino y su hermano Santi Redreullo tomaron las riendas entre 2005 y 2007 iniciaron una expansión que los ha llevado a tener siete restaurantes: dos sedes de La Ancha, Las Tortillas de Gabino, La Taberna de La Ancha y los citados locales de Barcelona.

El magnetismo de las brasas

Volviendo a Molino de Pez, otro ‘engaño’ es que dicen que el lugar está pensado para comer sin distracciones. Pues no, de una forma u otra las miradas siempre caen en la parrilla a la vista, donde las llamas atrapan los chuletones de lomo de vaca madurada, que van desde los 600 gramos a 1,2 kilos; o los pescados como la cola de merluza.

Ensalada de lubina y patatas. Foto JP Chuet-Missé

En total la carta cuenta con 60 platos, que van rotando con frecuencia según la disponibilidad de los mercados y lonjas; y que llevan la cuenta a un precio medio de 55 a 60 euros por persona.

Los entrantes

Los entrantes son una preparación más sofisticada de los platillos de toda la vida, como las gambas al ajillo, los callos a la madrileña, las croquetas de leche de pastoreo con torrezno con creaciones más elaboradas como la suave ensaladilla de patata y lubina (a lo sumo potenciada por la guindilla) o las bolitas del cazón adobado con salsa tártara.

Los pescados y las carnes a las brasas, cocinadas en una parrilla a la vista, suelen atrapar las miradas de los comensales

Cazón adobado con salsa tártara. Foto JP Chuet-Missé

Hemos dado cuenta de estos platillos, para nada pequeños, con un par de cócteles, una de las opciones que ofrecen en Molino de Pez preparados tras un pequeño diálogo con la bartender; para luego pasar a dos vinos, un chardonnay Miranda d’Espiels de Casa Ortega (Penedès) y un rico tempranillo Biberius de Bodegas Comenge (Ribera Duero).

¿Carne o pescado?

Entre los platos principales, el dilema suele ser ‘pescado o carne’. Pues si van en grupo, mejor pedir uno de cada, y compartir para obtener una mayor diversidad de gustos, aromas y texturas.

Corvina a la parrilla. Foto JP Chuet-Missé

En nuestro caso fue una suave corvina a la parrilla con láminas de ajo sofrito, acompañada de patatas con salsa bearnesa y ensalada de lechuga y cebolla; pero también se podría haber pedido el cogote de merluza o de pez limón a la plancha, la lubina a la sal o los dados de merluza con salsa de chipirones.

Entre las opciones carnívoras, obviamente nos decantamos por el lomo bajo, preparado bajo un fuego rápido e intenso (cocido por fuera, inmaculado por dentro), con las mismas guarniciones.

Pero el menú también ofrece opciones como el solomillo de vaca, el secreto ibérico a la parrilla o la ternera a la jardinera, entre otras.

Los postres también mantienen el homenaje a la tradición, como dan fe la tarta de queso Fismuler, la cuajada con miel y nueces o los helados de leche quemada, de flan Dhul o de chocolate belga, entre otros. Si le queda algo de capacidad en el estómago, pruebe el sofisticado babá al ron o el pantagruélico soufflé Alaska.

Lomo bajo de vaca madurada. Foto JP Chuet-Missé

El toque musical

Un nutrido cuerpo de camareros, casi a razón de uno por mesa, se encarga de rotar y ofrecer un servicio que no cesa; mientras que el ambiente por las noches se sazona con discretos espectáculos de un músico frente al piano, como el número que dio Cris Rabell.

El local tiene una capacidad para 140 comensales en dos plantas, que aprovecha la alta estructura del edificio donde se encuentra el Hotel Seventy, pared de por medio.

Todo listo para el babá al ron. Foto Molino de Pez

“Hemos abierto hace dos meses y no podemos creer el éxito”, describe Jaime Santianes a Tendenciashoy, por lo que las reservas son más que recomendadas si se quiere tener una mesa este nuevo restaurante de Barcelona.

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