Chamberí, pistas y direcciones en el barrio más camaleónico de Madrid

El barrio de Chamberí es una original mezcla de cultura, tradición, gastronomía e innovación que lo convierte en uno de los más atractivos de la capital

Chamberí, uno de los barrios mas deseados de Madrid. Foto: Andrés Corredor | Pixabay.

El simple nombre del barrio de Chamberí es realmente evocador. Destila clase. Algunos defienden que se debe a la ciudad francesa de Chambéry, lugar de nacimiento de María Luisa Gabriela de Saboya, primera esposa del monarca Felipe V, quien nombraría así a esta zona madrileña en un arranque de nostalgia y ñoñería.

Sea como fuere, Chamberí nada tiene de afrancesado. Al contrario, es un barrio castizo. De esos en los que, tras caminar algunas manzanas y visitar algunos lugares, no te queda lugar a dudas de que te estás moviendo entre “gatos”, como bien diría el gran Joaquín Sabina.

Sí, como ha ocurrido con tantos otros barrios céntricos de una ciudad que es visitada cada día por decenas de miles de turistas, Chamberí también posee cierta permeabilidad al turismo de masas, y ello se puede apreciar en sus plazas –repletas ahora de terrazas– y algunas tiendas de diseño que sustituyeron a los comercios de toda la vida.

Pero, pese a ello, el barrio sigue manteniendo ese halo de autenticidad que le convierte en uno de nuestros preferidos de la capital.

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Un barrio repleto de cultura

En pocos barrios de Madrid –o de cualquier otra ciudad española– tendremos la posibilidad de disfrutar de la cultura en una expresión tan variada e interesante como en Chamberí. La primera prueba de ello la encontramos en el Museo Sorolla. En el número 37 del Paseo General Martínez Campos, un bello palacete sirvió de casa y taller al pintor valenciano y su familia.

Jardines del Museo Sorolla. Foto: Paolo Giocoso ©Madrid Destino.

Hoy en día, la casa ha sido convertida en un museo en el que los protagonistas son los cuadros, pero también los muebles de época y los exuberantes jardines.

En los días soleados, merece la pena descansar en ellos, como bien sabe Antonio, un gato de toda la vida que nos cuenta que “el barrio ha cambiado mucho, pero no diría que a peor. La evolución es algo normal en la vida. Y, por supuesto, en las ciudades”.

Otro Antonio, de apellido Mercero, obtuvo su tributo en Chamberí un par de años después de su muerte.

El famoso director de cine y televisión – inolvidables son sus series Verano Azul, Crónicas de un Pueblo y Farmacia de Guardia – se sentiría orgulloso al encontrar una cabina roja en la plaza del Conde Valle de Suchil.

Cabina homenaje a Mercero. Foto: Zipi | EFE.

Es una fiel réplica de aquella en la que José Luis López Vázquez se queda encerrado en La Cabina (1972), un mediometraje que consiguió un premio Emmy, algo inaudito para el cine español de la época.

Depósitos de agua y estaciones fantasma

Cierta silueta de cabina, pero mastodóntica y hecha de ladrillo, tiene el antiguo depósito de agua –primero construido en elevación en Madrid– que hoy posee el nombre de Sala Canal Isabel II (Santa Engracia, 125). Creado a principios del siglo XX, llegó a almacenar hasta 50.000 metros cúbicos de agua, pero desde la década de los 80 del siglo pasado es una sala que se ha convertido en un referente en el mundo de la exposición fotográfica.

Depósito de Agua Canal Isabel II. Foto: Álvaro López del Cerro | ©Madrid Destino.

Existen otros lugares culturales en la superficie del barrio de Chamberí, como el frontón Beti Jai (inaugurado en 1894 y que nos hace sentir que nos encontramos en Euskadi); y el bello Hospital de Maudes, que parece un palacio pero fue construido en 1916 como centro hospitalario gratuito para los obreros madrileños.

Sin embargo, también merece la pena sumergirse en las entrañas subterráneas del barrio.

Y es que, aquí se encuentra la estación fantasma del Metro de Madrid. No se le llama así por estar poseída, sino porque, en desuso desde 1966, la han convertido en una especie de museo del Metro. Sentimos haber viajado en el tiempo al admirar sus antiguos carteles publicitarios, el vetusto plano de la línea y esas vías desgastadas.

La llamada estación fantasma de Chamberí. Foto: Metro Madrid.

Una animada escena gastronómica

Al salir de nuevo a la luz del día, notamos el bullicio propio del mediodía de un fin de semana en Chamberí. Las calles rebosan de gente y los bares y restaurantes comienzan a llenarse.

Uno de los clásicos es La Mina, que lleva desde 1949 ocupando el número 8 de la calle General Álvarez de Castro. Aquí, la especialidad es el marisco. Posee tal calidad que uno acaba preguntándose si no será verdad aquello de que en Madrid sí hay playa.

En él encontrarás a Gonzalo Melendro, nieto del fundador, que atiende con maestría tanto a los comensales locales de toda la vida como a los que, como nosotros, lo descubrimos por primera vez.

Por la noche nos acercamos a tomar unas tapas al restaurante Santa Canela. La relación calidad-precio es espectacular y el ambiente relajado hizo que nos quedáramos con ganas de regresar.

Al día siguiente, en la calle Sagasta, el restaurante Fismuler (Sagastsa, 29), acreditado con un sol de la Guía Repsol, nos regaló su icónico escalope San Román y una tarta de queso que entró directamente a nuestro Olimpo de este tipo de postre.

Una de las mejores tartas de queso de Madrid. Foto: Fismuler.

Aunque si somos amantes del dulce nunca debemos dejar de pasarnos por una de las mejores pastelerías de la capital, al menos si vamos buscando ensaimadas. Se trata de la pastelería Formentor, en la calle Santa Engracia. A unos pasos de allí, en Schotis, descubrimos que la elaboración de churros puede llegar a ser un auténtico arte.

En nuestra lista dejamos pendiente pasarnos por el Mercado de Vallehermoso (Vallehermoso, 36), un mercado de abastos de toda la vida combinado con puestos donde degustar los mejores productos y restaurantes alternativos como Kitchen 154, Craft19 o Tripea.

Platos viajeros de Kitchen 154. Foto: Kitchen 154.

De tiendas por Chamberí

El lado más comercial de Chamberí es, también, un fiel reflejo de la dicotomía del barrio.

Por un lado, existen comercios como la farmacia Fernández Prieto, que aún mantiene parte de su mobiliario original de 1883; y, por otro, modernos locales como el de la floristería Mon Parnasse nos transportan a lugares tan remotos como los jardines de Versalles.

Los amantes de la decoración se sentirán felices en el barrio, pues aquí se hallan las tiendas Hecho, original y conocida en toda la ciudad; y Origen Interiorismo, un showroom consagrado a la alta decoración que nos transporta a los clásicos apartamentos de Nueva York.

Foto: Mon Parnasse.

Los espíritus inquietos y buscadores de tesoros también encontrarán sus tiendas en Chamberí. En sus calles se hallan varios comercios de patinaje y skate, como sk8land; librerías con solera, como Visor, especializada en poesía; y jugueterías para nostálgicos, como Hola Caracola.

Paseando por las calles de Chamberí sentirás un barrio en constante evolución. Un ente vivo que se siente feliz y cómodo en su metamorfosis. Simplemente tienes que dejarte llevar y disfrutarlo sin límites.

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