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Merlin, la mayor socimi de España, parece haber ligado la suerte de su futuro a la constitución de un gobierno estable. Hasta el 20D todo le sonreía. Estaba a punto de cerrar un ejercicio deslumbrante, con una subida en bolsa del 40% sustentada en la gestión del equipo dirigido por Ismael Clemente, con la compra de Testa –la filial inmobiliaria de Sacyr– como hecho más relevante.

Y ese crecimiento, que elevó su capitalización en bolsa a casi 4.000 millones de euros, le aupó a ser incluida, en tiempo record, en el Ibex 35, sustituyendo a la concursada Abengoa.

Debut en el Ibex un día después del 20D

Pero fue precisamente su debut en el selectivo índice el 21 de diciembre, un día después de las elecciones, el que marcó el inicio del brutal cambio de tendencia negativo en el que, desde entonces, se ha sumido.

Un descenso que le ha llevado de nuevo a cotizar por debajo de los 10 euros con los que inició su andadura en el parqué en junio de 2014, con continuas ventas de acciones, reduciendo en más de 600 millones de euros su capitalización bursátil, hasta el entorno de los 3.200 millones, tras perder un 17% de su valor desde que entró en el Ibex.

Caída normal hasta cierto punto

Los analistas ven la caída bursátil de Merlin como algo normal hasta cierto punto. «Cuando un valor entra en el Ibex tiene el lado bueno, que se negocia más y, por tanto, tiene mayor liquidez; y uno malo, que se relaciona con el índice de ponderación que se aplica en función del capital circulante», comenta Eduardo Faus, analista de Renta 4.

Otra cosa es ver qué pasará si la situación de incertidumbre política se mantiene durante mucho tiempo. «Hasta ahora, no estamos notando que el Ibex esté siendo más castigado que el resto de índices europeos, pero sí es verdad que puede llegar un momento en que los fondos en lugar de comprar aquí lo hagan en otras bolsas europeas», reconoce Faus.

El núcleo duro aguanta

De momento, a nivel accionarial, el núcleo duro no parece inmutarse por estos vaivenes. Blackrock, el principal accionista de Merlin, se ha mantenido impertérrito, con ese 5,51% del capital en el que se instaló a finales de septiembre. La misma estrategia en la que parece haberse instalado el fondo Principal, con el 3% declarado a principios de diciembre.

Distinto es el caso de Blue Ridge y del banco suizo UBS. Ambos inversores tienen opciones de compra futura sobre acciones de Merlin, que, en su momento, podrán o no hacer efectivas. Y son muchas.

Opciones futuras y compras aprovechando la caída

Más de 36 millones de títulos. Los casi 17 millones de instrumentos financieros que atesora Blue Ridge sobre la socimi, hay que añadir los cerca de 20 millones que también aglutina la entidad helvética, que ha rebajado su participación directa al 1,45%. 

Aprovechando el retroceso de la acción, Invesco lo ha aprovechado para aumentar su participación en Merlin, adquiriendo en lás últimas semanas 770.000 títulos de la socimi, hasta casi 3,5 millones, elevando su participación al 1,07%.

En busca de una buena calificación crediticia

Mientras tanto, esperando que el panorama bursátil se aclare en las próximas semanas, con la formación de un nuevo gobierno en España, los responsables de Merlin ultiman con las agencias Moody’s y Standard & Poor’s (S&P) la obtención de una calificación crediticia que garantice el éxito de su primera emisión de bonos, cuantificada en unos 800 millones de euros.

Un capital con el que la socimi pretende amortizar con antelación uno de los dos tramos –ambos de 850 millones de euros– del préstamo sindicado de 1.700 millones, firmado a principios de diciembre de 2015 para amortizar la deuda hipotecaria de Testa y el repago del préstamo puente de 350 millones que la socimi había suscrito para adquirir la filial patrimonialista de Sacyr.

En concreto, el que vence en diciembre de 2017 y que tiene un coste inicial de Euribor más 100 puntos básicos. El otro tramo del sindicato, también de 850 millones, tiene garantía corporativa y contempla la amortización total a vencimiento, en junio de 2021.

Ventas y compras de activos

Además de esa primera emisión de bonos, en Merlin tienen entre manos varias cuestiones que abordar en los próximos. A nivel corporativo, comprar el 22,6% que le resta de Testa –tiene de plazo hasta julio– y, desde el punto de vista de la inversión, vender los activos no estratégicos de la propia filial de Sacyr.

A saber, más 1.000 pisos en alquiler y varios hoteles, cumpliendo a rajatabla su premisa de no entrar en ninguno de estos nichos de mercado.

También busca Merlin quedarse con los casi 400.000 metros cuadrados de superficie logística de Saba, cuyos accionistas, Caixabank –a través de su holding inversor Criteria– y el empresario Juan Abelló, al frente de Torreal, han decidido vender para dedicarse de lleno al negocio de los aparcamientos.

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