Alarma en la aviación: Braathens interrumpe vuelos por falta de liquidez, segunda quiebra en 24 horas

Europa alerta en la aviación tras la quiebra de Braathens y Fly Play, dejando sin vuelos a cientos de pasajeros

Uno de los aviones de Braathens

Uno de los aviones de Braathens. Foto: Braathens

En apenas 24 horas, la aviación europea encadena dos quiebras que han puesto en jaque a trabajadores, pasajeros y operadores turísticos. Este lunes, la aerolínea islandesa Fly Play anunció el cese inmediato de sus operaciones, y tan solo un día después, la escandinava Braathens comunicó la solicitud de liquidación judicial de dos de sus filiales: Braathens International Airways AB y Braathens Crew AB, ante el Tribunal de Distrito de Estocolmo.

La decisión de Braathens afecta directamente a unos 200 trabajadores y conlleva la interrupción inmediata de todos los vuelos operados con aviones Airbus, dejando a cientos de pasajeros con itinerarios cancelados y generando un efecto dominó en las conexiones aéreas regionales.

Intentos de reconversión que no lograron salvar la compañía

Braathens había intentado reestructurar su modelo operativo en los últimos meses. La aerolínea apostó por su flota de turbohélices ATR 72-600 y descartó los seis Airbus que mantenía en servicio para turoperadores. Sin embargo, la falta de liquidez y la imposibilidad de asegurar financiación externa precipitaron el cierre definitivo.

Los accionistas habían inyectado más de 27 millones de dólares desde la pandemia con el objetivo de mantener la compañía a flote, pero la rentabilidad nunca se materializó, llevando a la dirección a solicitar la liquidación judicial. Este cierre se produce en un momento crítico para el sector, marcado por la recuperación desigual del tráfico aéreo tras los años de pandemia y las tensiones financieras que sufren muchas aerolíneas medianas y regionales.

Aunque Braathens no tenía una presencia tan amplia en España como Fly Play, sí mantenía conexiones con Suecia que servían de enlace hacia las Islas Canarias. Según José María Mañaricua, presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo (FEHT), estas quiebras suponen una merma en la conectividad aérea y un riesgo para el turismo regional.

«Son malas noticias porque se va lastrando la conectividad. Unos asientos que desaparecen no siempre son reemplazados por otras aerolíneas. En ocasiones se trata de rutas regionales de Escandinavia que no son recogidas por otras compañías y, por tanto, se pierden enlaces», explicó Mañaricua.

En el caso de Fly Play, la quiebra afectó directamente a siete aeropuertos españoles, entre ellos Fuerteventura, Gran Canaria y Tenerife, aunque su menor peso en el mercado y la coincidencia con temporada baja mitigaron parcialmente el impacto inmediato.

Uno de los aviones de la aerolínea Fly Play
Uno de los aviones de la aerolínea Fly Play. Foto: Fly Play

La amenaza de pérdida de conectividad regional

Las quiebras consecutivas de Fly Play y Braathens ponen en evidencia la vulnerabilidad de rutas regionales y vuelos de menor tráfico, especialmente en un contexto donde las aerolíneas buscan rentabilidad rápida y priorizan los destinos más lucrativos.

Muchos destinos secundarios, especialmente los que conectan con Escandinavia, pueden quedar desatendidos, generando problemas logísticos para viajeros y operadores turísticos. El sector advierte que la pérdida de enlaces directos puede afectar no solo a los turistas, sino también a la actividad económica y la conectividad empresarial, especialmente en regiones como Canarias, donde el turismo internacional es clave para la economía local.

La noticia de la quiebra de Braathens generó alarma entre profesionales y asociaciones del sector turístico. Las compañías locales señalan que, aunque la situación no es comparable con el colapso de aerolíneas de mayor tamaño, sí evidencia la fragilidad de ciertos operadores regionales que dependen de la financiación externa y de flujos de pasajeros limitados.

Para los pasajeros afectados, la interrupción de vuelos conlleva cambios de itinerario, pérdida de reservas y dificultades logísticas, sobre todo en destinos con conexiones limitadas. Además, la incertidumbre financiera de estas aerolíneas plantea preguntas sobre la protección de los derechos de los viajeros y la necesidad de mecanismos que permitan compensaciones rápidas en caso de cancelaciones imprevistas.

La situación financiera detrás de las quiebras

Los problemas de Braathens reflejan una tendencia preocupante en la aviación regional europea: la dificultad de mantener operaciones rentables con flotas pequeñas y rutas de baja densidad, especialmente cuando la financiación externa es insuficiente.

La aerolínea había intentado ajustar su modelo de negocio, eliminando sus Airbus y centrando sus operaciones en los ATR 72-600, más eficientes y adecuados para vuelos cortos. No obstante, la falta de liquidez y el endeudamiento acumulado resultaron insalvables.

Con estas dos quiebras, el sector aéreo europeo enfrenta un desafío adicional en la recuperación postpandemia. La pérdida de operadores regionales puede alterar la oferta de vuelos, aumentar los precios y reducir la competencia en rutas estratégicas.

Expertos señalan que las aerolíneas deben buscar modelos de negocio más sostenibles, diversificar fuentes de ingreso y mantener flotas adaptadas a la demanda real. Asimismo, los gobiernos y reguladores podrían necesitar medidas de protección y apoyo para garantizar la conectividad en rutas esenciales, evitando que los vacíos de servicio afecten a regiones dependientes del turismo y del comercio internacional.

La doble quiebra de Fly Play y Braathens en apenas 24 horas pone en alerta a la aviación europea y al sector turístico. Mientras que la primera afectó directamente a siete aeropuertos españoles, la segunda amenaza la conectividad de rutas entre Suecia y Canarias.

Trabajadores, operadores y pasajeros enfrentan incertidumbre, y la industria se enfrenta al reto de garantizar la sostenibilidad financiera de aerolíneas pequeñas y medianas. En este contexto, el equilibrio entre rentabilidad, conectividad y seguridad se convierte en un desafío clave para la próxima década de la aviación europea.

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Alba Carbajal

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