Noruega, Rusia, Sudáfrica… La crisis energética dibuja un nuevo mapa de deslocalizaciones en Galicia

Estos tres países han reforzado la producción de aluminio y silicio metal en pleno parón de Alcoa en San Cibrao y de Ferroatlántica en Sabón hasta 2024

Imagen de archivo con una manifestación de la industria electrointensiva, con trabajadores de Alcoa, Ferroatlántica y Celsa / CIG

Imagen de archivo con una manifestación de la industria electrointensiva, con trabajadores de Alcoa, Ferroatlántica y Celsa / CIG

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Turbulencias en la industria gallega por la crisis energética. La planta de aluminio de Alcoa en San Cibrao y la de Ferrroatlántica en Sabón, dos de los principales exponentes de la industria electrointensiva de la comunidad, se asoman a un 2023 entre el apagón total en el caso de la primera y el ERTE con, de momento, todos los hornos apagados en el caso de la segunda.

La escalada de los precios de la energía ha puesto cuesta arriba la situación para estas dos factorías, al igual que la de, por ejemplo, la naronesa Megasa, que ha efectuado paralizaciones puntuales de su actividad. Todos estos representantes de la industria pesada gallega se han visto obligadas a lidiar con las dificultades que ha desencadenado una crisis energética que, además, ha reavivado el fantasma de la deslocalización en la comunidad.

Amenaza en Europa y África para Ferroatlántica

Y es que Ferroglobe, matriz de Ferroatlántica, anunció en octubre la reapertura de su factoría de Polokwane (Sudáfrica). La planta especializada, al igual que la de Sabón, en la producción de silicio metal, cuenta con una capacidad de 55.000 toneladas anuales. Los sindicatos han alertado del riesgo de «deslocalización» debido a los menores costes energéticos en el país africano y la propia dirección de la compañía ha reconocido ante inversores que esta factoría absorberá carga de trabajo procedente de otras latitudes.

«El reinicio de nuestra planta de Polokwane nos proporcionará una fuente competitiva de silicio metal con una ubicación que nos otorga la flexibilidad para alejar la producción desde plantas impactadas por los mayores costes de la energía y expandir nuestro negocio en nuevas geografías», apuntaba la firma en su presentación ante inversores.

La fábrica de Ferroglobe en Sudáfrica se perfila, de esta manera, como clave para abastecer pedidos en el mercado asiático y para canalizar carga de trabajo inicialmente asignada a otros lugares. Este papel ya lo han cumplido en el último año y medio otros complejos situados en Noruega o Francia.

Y es que el propio consejero delegado de Ferroglobe, Marco Levi, aseguraba a finales del año pasado que las plantas de «Dunkerque [Francia] y Mo i Rana [Noruega]» representaban «buenas alternativas respecto a nuestros activos en España«, sobre los que ahora aplica un ERTE. El alto ejecutivo de la multinacional apuntaba este interés y meses después reconocería que estas dos factorías asumieron contratos que inicialmente se iban a ejecutar en Sabón.

Alcoa alerta de cierres en Europa mientras Rusia se hace fuerte

En el caso de Alcoa, la compañía ha emprendido la batalla ante las autoridades europeas y estadounidenses, así como con la London Metal Exchange para imponer un veto al aluminio ruso. Según la firma que capitanea Roy Harvey, la invasión de Ucrania ha desatado una escalada en los precios del gas y la electricidad en Europa que, paradójicamente, ha beneficio a la industria aluminera rusa.

«Las empresas rusas continúan produciendo y vendiendo su metal, mientras que los productores norteamericanos y europeos están parando las plantas de aluminio primario«, defiende la empresa.  «Un millón de de toneladas de aluminio primario han parado, y otro millón de toneladas están bajo amenaza», ha revelado la compañía.

En este sentido, la compañía constata un retroceso de la industria europea a costa de sus homólogas en Rusia y un rebote del 74% de las existencias de aluminio de la LME. Esta última circunstancia lleva a Alcoa a preguntarse si ello «indica una prisa por entregar metal de origen ruso» antes de la puesta en marcha de algún tipo de restricción como la que la compañía y otras del sector como Norsk Hydro proponen contra el aluminio ruso, que se está vendiendo con «importantes descuentos».

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