Residencias para las “previous generations”

La pandemia ha revelado una insoportable falta de control sobre las residencias y la existencia de muchas alejadas de los mínimos estándares de calidad y dignidad

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El presidente de la Xunta acostumbra liquidar los tediosos debates parlamentarios sobre el Estado de la Autonomía sacándose de la chistera un par de conejos mediáticos. Su mayoría absoluta le permite gestionar con tranquilidad las resoluciones que se aprueban, que son las que el Partido Popular quiere más alguna pactada con los socialistas (que suelen ser para reclamar dineros a Madrid). Al BNG no se le acepta ninguna. Ni agua.

En el debate que acaba de celebrarse en el Parlamento gallego –con un bajo perfil político y dialéctico, dicho sea de paso– Feijoo ha copado titulares y telexornais anunciando la gratuidad de las guarderías hasta los tres años y la puesta en marcha de un nuevo modelo de residencias de mayores. Ya se ha filtrado a los medios la filosofía de ese nuevo modelo, basado en la creación de residencias de pequeño tamaño.

Faltan residencias ya y faltarán más, porque la población gallega está cada vez más envejecida

Galicia es una de las tres comunidades españolas con mayor déficit de residencias de financiación pública. Los gestores de servicios sociales estiman que en las provincias gallegas faltan la friolera de 15.000 plazas para cumplir los estándares internacionales. Si consideramos que en la actualidad hay 20.000 plazas (7.000 de ellas en centros privados), podremos calibrar la magnitud del problema y del reto que tiene por delante el gobierno de Alberto Feijoo.

Faltan residencias ya y faltarán más, porque la población gallega está cada vez más envejecida y cada vez más mayores viven en soledad sus últimos años. Y conviene subrayar que se precisan residencias de financiación pública, que permitan atender a cualquier ciudadano/a indistintamente de sus ingresos.

La pandemia ha revelado una insoportable falta de control sobre las residencias y la existencia de muchas alejadas de los mínimos estándares de calidad y dignidad. Mala atención, escaso personal y elevado grado de precariedad laboral de unos cuidadores y cuidadoras en cuyas manos dejamos a nuestros mayores.

La idea de crear “microrresidencias” como las que ya funcionan en el sector privado no es mala, pero aun poniendo en marcha cien (es un decir) el problema seguiría siendo de primera magnitud.

Si barajamos grandes proyectos next generation, también debemos reservar los recursos para atender la vejez de las previous generations

Habrá que ver, en términos económicos, los recursos que se destinan a este fin en los próximos presupuestos, porque la realidad es que las principales residencias que están en marcha en la actualidad se promueven con las donaciones de Amancio Ortega.

Si barajamos grandes proyectos next generation para la recuperación económica, también debemos reservar los recursos imprescindibles para atender, como es moral, social y políticamente obligado, la vejez de las “previous generations”.

Y  en el debate de la autonomía del año que viene será más interesante que la Xunta rinda cuentas de este problema, en lugar de enzarzarse (gobierno y oposición) en estériles y manidas diatribas retóricas que a nadie interesan.

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