La inmersión lingüística en Cataluña: una anomalía educativa en territorios bilingües de su entorno

El sistema de conjunción lingüística, donde el español y la lengua cooficial conviven en vehicularidad de la enseñanza, se impone en toda España pese a la voluntad de algunas CCAA de seguir los pasos al modelo monolingüe de la Generalitat

Pintada en las inmediaciones del colegio Turó del Drac de Canet de Mar, el centro de la familia acosada por pedir un 25% de castellano / ED

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La inmersión lingüística ha reabierto el debate del encaje de la diversidad idiomática española. Aunque nuestro país es de los más respetuosos con la pluralidad –el castellano es oficial en toda España; y el catalán, el gallego y el euskera lo son en sus respectivos territorios cooficialmente– Cataluña insiste en negar su realidad bilingüe, sobre todo en la escuela.

La inmersión es un proyecto educativo que se basa en que únicamente el catalán pueda ser lengua vehicular de la enseñanza no-universitaria, sin posibilidad de que el castellano también pueda serlo. Pese a la sentencia del TSJC, que corrige el monolingüismo con un 25% de español, la Generalitat se propone sortearla y desobedecer a los tribunales.

Una anomalía en el entorno de la Generalitat de Cataluña. El resto de CCAA y en diferentes países de Europa donde existe confluencia lingüística de dos lenguas en un mismo territorio, los dos idiomas oficiales conviven en diferentes proporciones en el sistema educativo, para que todos puedan ser hábiles en las dos lenguas oficiales.

La conjunción lingüística impera en España

Los sistemas educativos de conjunción lingüística en España son variados, y van desde el bilingüismo hasta sistemas de varias líneas. En algunas comunidades, los alumnos se dividen en función de cuál es la lengua vehicular que los padres quieren para sus hijos, mientras que en otras conviven en una única línea donde se combinan ambos idiomas en diferentes materias.

País Vasco cuenta con un sistema de tres líneas educativas, las llamadas A, B y D (la letra C no existe en el alfabeto vasco). La primera garantiza un sistema monolingüe en euskera semejante a la inmersión lingüística: todo en la lengua cooficial salvo la asignatura de castellano.

El modelo B es el bilingüe, donde ambas lenguas se combinan en la misma proporción. Los alumnos estudian en la misma proporción asignaturas en vasco y en castellano. La tercera línea (D) es la de castellano, donde todos estudian un sistema monolingüe en español a excepción de la asignatura de euskera.

En Galicia se aplica otro modelo, el de bilingüismo perfecto. La comunidad gobernada por Feijóo garantiza que el 50% de la enseñanza se hará en los dos idiomas oficiales. En el caso de la educación infantil, se hará en la lengua materna mayoritaria de los alumnos del aula, y la otra se introduce a partir de los seis años.

En las Islas Baleares impera la autonomía de centro en su proyecto lingüístico, aunque en la mayoría de colegios públicos se aplica la inmersión de facto. La presidenta socialista, Francina Armengol, pretende que la futura ley educativa autonómica blinde el monolingüismo escolar, y no se da por aludida con la sentencia del TSJC en Cataluña.

Una situación parecida a la que se da en la Comunidad Valenciana, donde el gobierno valenciano formado por un tripartito de izquierdas y nacionalista, ha empezado a aplicar el sistema plurilingüe, que con la excusa de incluir al valenciano y al español en proporciones razonables, y también al inglés, a la práctica busca arrinconar al español de la educación.

Otras realidades bilingües de Europa

La realidad de la confluencia lingüística de varios idiomas oficiales se da en otros países del entorno, y su sistema educativo es un reflejo de esa realidad bilingüe. Países como Irlanda, Malta o Bélgica tienen varios sistemas educativos que combinan los dos idiomas oficiales del país, aunque de diferente manera.

En el caso de Malta, donde inglés y maltés son cooficiales pese a que solo la segunda tiene consideración de lengua propia, todos los alumnos estudian en las dos lenguas oficiales y es la escuela la que escoge cuál es la proporción adecuada para que esta educación se lleve a cabo.

Pintada contra el 25% de castellano y a favor de la inmersión lingüística en el colegio Turó del Drac de Canet de Mar. EFE/Alejandro García

Según la web del ministerio de educación isleño, los colegios públicos tienden a favorecer al maltés como lengua vehicular de la enseñanza, a excepción de las clases de inglés. Un sistema totalmente contrario al que se da en los centros privados, que priorizan la lengua de Shakespeare como vehículo de enseñanza, salvo en la asignatura de la otra lengua.

El caso de Irlanda es más peculiar. Pese a que el inglés y el irlandés comparten oficialidad, el segundo idioma cuenta con un número de nativos muy bajo. El irlandés es asignatura obligatoria en toda la enseñanza de la República, y se debe acreditar su competencia lingüística al terminar la secundaria.

El irlandés es vehicular en los colegios de comunidades gaélicas, y también en las llamadas Gaelscoileanna, escuelas de inmersión lingüística en zonas de habla mayoritariamente inglesa. El inglés es lengua vehicular de la enseñanza del resto de colegios fuera de las pequeñas zonas de habla irlandesa.

Bélgica es la única que cuenta con un sistema de educación monolingüe puro en las diversas comunidades lingüísticas del mundo, aunque el estatus de las lenguas es distinto: está dividido en varias zonas lingüísticas donde impera únicamente la lengua mayoritaria de ese territorio.

La educación belga es únicamente en la lengua vehicular de la zona lingüística. En el caso del área flamenca, estudian solo francés como asignatura, mientras que en la valona, el flamenco es incluso optativo. No todos los ciudadanos son bilingües, aunque en la zona neerlandesa se suele tener mayor conocimiento del francés que en la valona del otro idioma.

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