Madrid y Barcelona reciben el fin del toque de queda con fiestas multitudinarias

Miles de jóvenes toman las calles de las grandes ciudades de madrugada sin mantener las distancias, forzando la intervención de la policía

Ambiente en la Puerta del Sol de Madrid tras el fin del estado de alarma. EFE/Luca Piergiovanni.

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Sin distancia de seguridad, incumpliendo las limitaciones sobre el número máximo de personas en los grupos sociales y, en algunos casos, desprendiéndose de la mascarilla, miles de jóvenes han dado la bienvenida al final del toque de queda en las grandes ciudades españolas. Madrid y Barcelona se han convertido esta madrugada en los epicentros de las fiestas multitudinarias que han llenado plazas, calles y playas.

Por primera vez en catorce meses, la mayor parte de los españoles podía desplazarse por la noche con libertad sin temor a que los agentes de la policía les obligasen a regresar a sus hogares. Con los bares todavía sujetos a limitaciones de horario que forzaron su cierre a una hora prudente, quienes estaban deseosos de celebración convirtieron las calles en el escenario para bailar, cantar y beber con sus grupos de amigos.

Madrid celebra su Nochevieja perdida

La fiesta del final del estado de alarma se extendió por algunas de las plazas más icónicas de Madrid, como las de Chueca, Malasaña o el Dos de Mayo, lugares habituales de reunión de los jóvenes de madrugada en la vieja normalidad. Las aglomeraciones y los botellones improvisados arrancaron incluso antes de que el reloj marcara las 00:00 horas, desafiando a las normas que todavía estaban vigentes.

Sin embargo, el grupo más nutrido de personas se encontró en la Puerta de Sol en una imagen que recuerda a la Nochevieja antes de que la pandemia impidiera a los madrileños poder disfrutar en la vía pública de la primera noche del año. Los ciudadanos fueron presentándose progresivamente en la plaza madrileña a partir de las 23.30 horas para dar la bienvenida a la nueva normalidad.

Ambiente en la Puerta del Sol de Madrid tras el fin del estado de alarma. EFE/Luca Piergiovanni.

Al grito de «libertad» y «alcohol», los jóvenes proclamaron sus ganas de regresar a los tiempos anteriores a la pandemia. Sin embargo, las aglomeraciones de personas terminaron por forzar una intervención de la Policía Local que tuvo que desalojar las inmediaciones de Sol, provocando que las personas concentradas trasladaran la fiesta hasta las calles de las inmediaciones.

El Ayuntamiento de Madrid preparó un contingente de 200 agentes municipales extra en la madrugada ante la previsión de que se pudieran desencadenar este tipo de concentraciones. En total, realizaron más de 450 intervenciones para dispersar a la gente que no estaba cumpliendo con las medidas de seguridad. Un escenario que ha denunciado el propio alcalde. «La libertad no consiste en infringir las normas ni en hacer botellones porque no están permitidos en la ciudad de Madrid«, ha advertido José Luis Martínez Almeida.

La Comunidad de Madrid ha levantado el toque de queda desde este domingo, pero sigue manteniendo algunas de las medidas básicas de protección sanitaria. La hostelería debe cerrar sus puertas a la medianoche, mientras que los grupos de personas no pueden exceder las seis personas. Algo imposible de mantener en una gran aglomeración.

Los jóvenes toman los paseos de Barcelona

En Barcelona la situación todavía era más paradójica. El viejo plan de restricciones establecía el toque de queda a las 22:00 horas, mientras que el cierre de la hostelería estaba fijado a las 17:00 horas. Eso dejó un margen de tiempo para que los ciudadanos aguardasen en sus casas hasta que el reloj marcara la medianoche y dar rienda suelta a la celebración del final del estado de alarma.

El final de la limitación nocturna de movilidad se sintió con fuerza en zonas como el Paseo Lluis Companys, que llegó a concentrar a cerca de medio millar de jóvenes, lo que deja prácticamente imposible que se pueda cumplir con la distancia mínima de seguridad para impedir que se siga propagando el coronavirus. Un desafío al nuevo plan de medidas aplicado por la Generalitat.

Imagen del Passeig Lluis Companys de Barcelona donde cientos de personas se concentran tras el fin del estado de alarma. EFE/Quique Garcia.

Los bailes, los botellones y las aglomeraciones se han repetido en otros puntos de la ciudad como el Paseo de Born o las plazas de los Ángeles, Gracia o la Revolución. Mientras que buena parte de los jóvenes también han apostado por acudir a las playas de la ciudad, en una imagen que recuerda a la celebración de San Juan.

La Guardia Urbana había preparado para la noche un dispositivo especial con hasta 260 agentes distribuidos por la ciudad, lo que representa un 30% de una noche convencional con el objetivo de hacer cumplir con las restricciones que todavía quedan vigentes e impedir las aglomeraciones y los botellones. Al igual que en Madrid, han tenido que terminar actuando para despejar a los jóvenes concentrados bajo el Arco del Triunfo para evitar las masificaciones.

El resultado del operativo ha sido el desalojo de hasta 6.500 personas en 31 espacios diferentes de la capital catalana. Un descontrol que no ha gustado nada a los responsables del Gobierno municipal. «Las imágenes pueden ser preocupantes por ser actos de absoluta irresponsabilidad», ha lamentado el concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona, Albert Batlle, en una entrevista con Rac1.

Cataluña ha dado un importante salto en materia de restricciones, pero todavía siguen vigentes algunas medidas básicas como la limitación de las agrupaciones sociales a un máximo de seis personas, incluso en exteriores. A menos que se trate de convivientes.

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