Cuatro ideas para descubrir las costas de Galicia

Estos senderos por el cabo Fisterra, las islas Cíes y las Rías Altas invitan a ser seducidos por la naturaleza de Galicia

El paisaje de Fuciño do Porco. Foto Juan Blanco Photography

Es cierto que Galicia tiene al camino más famoso del mundo (ni hace falta presentarlo), pero por supuesto que no es el único: la variada geografía de este rincón del noroeste español está lleno de circuitos para explorar con la naturaleza en una mano y la historia de sus pueblos en la otra.

En esta oportunidad escogemos cuatro recorridos por sus islas y litoral atlántico, según las sugerencias de Las mejores excursiones de España(Lonely Planet – Geo Planeta).

Por las islas Cíes

Uno de ellos transcurre a lo largo de las islas Cíes, donde se pueden aprovechar los últimos coletazos del verano para bañarse en algunas de las playas más bonitas de España.

Atardecer sobre la isla Sur de las Cíes. Foto Shaorang – Flickr

Tras viajar unos 45 minutos en ferry desde Vigo/Cangas o Baiona la ruta comienza en el muelle al norte de la playa de Rodas, donde en dirección al suroeste se pasa por el monte Faro (como su nombre anticipa, allí hay un faro) y tras un desvío a la Pedra da Campá se puede ver sigilosamente la abundante fauna de aves marinas como cormoranes y gaviotas, que anidan en grandes colonias.

Otro faro a descubrir es el Cíes, donde se erige frente a las rocas continuamente castigadas por el océano los días de tormenta.

Regresando hacia el norte se pasa por la Playa de Nosa Señora -una de las menos concurridas-, y tras bordear O Lago dos nenos, se sube al Alto del Príncipe, otro recomendado mirador sobre los acantilados.

Aves y faros

Hasta el faro del Peito el camino atraviesa una zona boscosa, y desde aquí se pueden ver más aves marinas con la isla de Ons, hacia el norte, como telón de fondo.

Una de las playas de las islas Cíes. Foto Suminch – Flickr

El trayecto que cruzan las islas Norte y del Medio de las Cíes permite ver la solitaria belleza de sus faros

Al regresar hacia el muelle se puede ver la playa de las Figueiras, de arenas blancas y custodiada por pinos y eucaliptos.

Durante este trayecto de 14,5 km, que se puede hacer en poco más de cuatro horas, se pueden conocer el Castro das Hortas y los restos del monasterio medieval de Santo Estevo, debajo del Centro de Visitantes.

Por las Rías Altas

Este trayecto forma parte del más extenso Camino Natural de la Ruta del Cantábrico, y va desde O Vicedo hasta el Porto de Espasante, en las Rías Altas.

Pueblo de O Vicedo. Foto José Luis Cernada Iglesias – Flickr

Es un trayecto de cinco horas y media de unos 20 kilómetros, de una dificultad moderada. La señalización con carteles que dicen Camino Natural precisan la ruta a seguir, que tiene a la playa de Arealonga como primer punto para ver el paisaje.

Tras atravesar el puente que sortea el extremo de la Ría do Barqueiro en su unión con el río Sor se llega al pueblo de pescadores de O Barqueiro, con sus casas de colores y las barcas que se mecen suavemente.

Tras pasar por la iglesia de Santa María de Mogor el camino sigue hasta la playa del Esteiro, donde se inicia el descenso hacia el sur por la costa atlántica de la península.

El pueblo de Picón y su playa dan la bienvenida a uno de los hitos de esta costa, el banco de Loiba, que además de unas hermosas vistas desde un acantilado presume de ser el mejor del mundo.

Puerto de O Barqueiro. Foto Boyuyo – Flickr

Los campos y acantilados se van sucediendo, con franjas costeras como las playas de Bimbieiro y Santo António, hasta que la llegada al Porto de Espasante marca el final.

El fin del mundo

Más duro es este camino de 28 km, de dificultad alta, que si hay suficiente destreza física se puede realizar en poco más de ocho horas.

La idea es recorrer el escarpado litoral costero desde Muxía a Lires, donde se encuentran los puntos más occidentales de España.

Siguiendo las señalizaciones del Camino de los Faros se llega a los puntos más occidentales de la Península

Los sobrecogedores acantilados de Fisterra

Se trata de seguir las huellas del Camino de los Faros, que lamentablemente tiene varios sectores con una señalización deficiente, advierte la guía.

El santuario de la Virgen de la Barca, con su aura de leyendas, es el punto de partida de un camino que pasa por el monumento que recuerda la catástrofe ecológica del Prestige hasta la playa de Lourido.

Unos 20 minutos de ascenso continuo al monte Cachelmo se compensa con unas magníficas panorámicas. En el descenso se pasa por la bahía de Coído de Cuño, y luego vuelta a subir, esta vez al monte Pedrouzo, de 272 metros.

Luego de ver la playa de Moreira se puede visitar el faro del Cabo Touriñán, donde está el punto más occidental de la Península. La parada recomienda tomarse varios minutos para observar el paisaje de mar y acantilados que emergen en su belleza agreste.

El camino sigue a lo largo de la costa, con un paso por la aldea de Talón y la playa de Nemiña, donde hay una ermita cercana, hasta que un par de giros para esquivar pequeñas rías conduce al pueblo de Lires, donde se puede visitar el pazo de Cotón, del s. XVIII-

Iglesia de San Cristovo de Nemiña. Foto José Antonio Gil Martínez

Al cabo Fisterra

Estas regiones eran consideradas el fin del mundo conocido, al que llegaban que muchos peregrinos tras haber alcanzado su meta en Santiago de Compostela.

Este camino retoma la antigua ruta que viene desde Muxía a partir de Lires, que tras 22,5 km conduce al Cabo Fisterra.

En este cabo se suceden las playas largas y agrestes, custodiadas por altos acantilados y rocas escarpadas.

El cartel que dice ‘A Fisterra por la costa’ marca el punto de inicio, que tras bordear la playa de Nemiña desciende abruptamente al sur, y que permite ver otros arenales como la playa do Rostro y la de Área Grande, donde la agresividad del Atlántico desaconseja las ganas de zambullirse.

Varias de las playas de esta ruta pueden ser muy bonitas, pero la agresividad del océano desaconseja cualquier intento

Faro de Muxia. Foto Noel Feans – CC

En estos sectores hay que extremar las precauciones, pero al ir con cuidado también se puede ver el paisaje que se despliega en rincones como la Punta do Rostro, o recuerdos históricos como el Castro de Castrimiñán, que data de la Edad de Bronce.

La aldea homónima se alcanza tras pasar por un cerro con sinuosos caminos entre pinares, y tras andar y andar se llega al cabo de la Nave, que regala una de las mejores vistas panorámicas de la región, con el mar golpeando a 230 metros por debajo de los pies, con el cabo Fisterra a un lado y el pueblo del mismo nombre del otro.

El siguiente hito es la playa de Mar de Fora, por la cual se puede andar pero de ninguna manera bañarse.

El faro de Fisterra, una de las metas de la extensión del Camino de Santiago. Foto Irene Grassi – CC

El final de la ruta es el faro de Fisterra, que también marca la culminación de las diversas rutas del Camino de Santiago.

Además de descansar en la cafetería de hotel que está en la antigua casa del farero, hay que dejarse llevar por la emoción al contemplar, en este paraje, uno de los atardeceres más bonitos que se tengan memoria.

Ya lo sabían los antiguos pobladores de la Edad de Bronce, que cerca de la ermita de San Guillerme tenían un ara solis, santuario dedicado a adorar al Sol.

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