Triana: qué ver, qué hacer y dónde comer en el barrio con más arte de Sevilla

Más allá del puente de Triana y de la calle Betis, este barrio sevillano esconde curiosidades que van de floridos patios a restaurantes, capillas mudéjares, talleres de alfarería o vestigios de la historia negra de la Inquisición

Al otro lado del Guadalquivir, Triana tiene su propia identidad. Foto: Turismo de Sevilla.

Aún hoy muchos trianeros cuando cruzan el puente desde su barrio aseguran que “van a Sevilla”. Y es que su ubicación al otro lado del Guadalquivir ha marcado históricamente el carácter de Triana, hasta el punto de considerarse casi otra ciudad distinta. El cantaor y compositor Manuel Molina ponía en versos este sentir “Mira si soy trianero / que estando en la calle Sierpes / me considero extranjero”.

Y, sin embargo, eso no impide que de Triana hayan salido muchas de las señas de identidad que hoy definen a toda Sevilla, como el flamenco o el arte de la cerámica.

Famosos guitarristas, cantaores, tonadilleras, toreros, navegantes y alfareros se cuentan entre los hijos más célebres de Triana, desde Antonio Canales a Marifé de Triana, Remedios Amaya, Paz Vega, María Jiménez, Marujita Díaz, Juan Belmonte o Rodrigo de Triana, el marinero que divisó tierra –lo que luego sería América- en el primer viaje de Colón.

Puente de Triana. Foto: Turismo de Sevilla.

Desde su más famoso puente, el de Triana, a la calle Betis, y desde los patios escondidos como el de la Casa de las Flores hasta el bullicioso mercado asentado sobre un antiguo castillo, sede del antiguo tribunal inquisitorial, esto es lo que no te puedes perder en uno de los barrios con más arte de Sevilla.

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Castillo de San Jorge

El citado puente de Triana es uno de los símbolos de barrio. Obra de los ingenieros Gustavo Steinacher y Ferdinand Bennetot y construido entre 1845 y 1852 pasó a ser declarado Monumento Histórico Nacional en 1976 apenas después de superar un intento de demolición.

Al otro lado se abre la plaza del Altozano, epicentro trianero, donde hay que fijarse en la hermosa fachada de la Farmacia Murillo del arquitecto José Espiau y Muñoz.

Dos esculturas, una dedicada al torero Juan Belmonte y otra al arte flamenco, nos van dando pistas del carácter del barrio.

Plaza del Altozano, Triana. Foto: Turismo de Sevilla.

Lo más destacado, sin embargo, es el mercado de Triana, una plaza de abastos con puestos gastronómicos. El original se construyó en 1823, si bien el que vemos hoy es mucho más moderno, de 2001.

Entre puestos de fruta, verdura, panaderías, carnicerías y pescaderías, merece la pena pararse en alguna de sus barras y pedir alguna tapa para descubrir la gastronomía local. Puedes empezar por Bocasú, el obrador del repostero francés afincado en Sevilla Manu Jara (puestos 5 y 6) y caer en la tentación de algunos de sus dulces, tan estéticos como sabrosos.

El Bar La Muralla es otra institución local, perfecto para desayunar y para degustar, a precios razonables, un buen jamón ibérico, unas ortiguillas y algo de pescaíto frito.

Tampoco hay que perderse La Casa Fundida, que mezcla sus propuestas de cocina internacional (muy sabrosa la musaka y el pollo rumbeo con arroz, miel y mostaza) con propuestas culturales como conciertos de blues o jazz.

Mercado de Triana. Foto: Turismo de Sevilla.

Si te apetece un arroz, no dejes de visitar Criaito, mientras en Cervecería Loli encontrarás generosas raciones de pescado y marisco.

Castillo de San Jorge

Las curiosidades siguen en este mercado, que cuenta entre sus inquilinos con el que se presenta como el teatro más pequeño del mundo, Casa La Teatro, con solo 28 butacas y 6 m2 de escenario, pero una interesante programación con espectáculos de flamenco que permiten un acercamiento muy íntimo al género.

El segundo descubrimiento está en los bajos del mercado, donde se encuentran los restos del antiguo Castillo de San Jorge.

Cerrado por reformas durante unos meses, hace escasas semanas se ha reabierto este espacio, una edificación con orígenes árabes que, sin embargo, pasó a la historia por alojar la sede y la prisión de la Inquisición Española desde 1481.

Castillo de San Jorge. Foto: Turismo de Sevilla.

Derribado en el siglo XIX para edificar el mercado, actualmente en sus ruinas subterráneas se puede visitar un museo sobre la que es una de las páginas más oscuras de la historia española.

Fuera del edificio, hay que poner rumbo al callejón de la Inquisición, que antiguamente formaba parte del recinto del castillo de San Jorge y por el cual los reos eran conducidos para ser juzgados por el Tribunal de la Inquisición.

Corrales secretos

No sale en todas las guías y, precisamente por eso, debes acercarte al Corral de las Flores (Castilla, 16), uno de los últimos corrales de vecinos existentes en Triana que aún conserva su fisonomía original.

Callejón de la Inquisición. Foto: Turismo de Sevilla.

Los corrales o patios de vecinos constituían la tipología de arquitectura popular tradicional sevillana, con una fuente en medio y corredores con habitaciones para cada familia.

Otros que se mantienen, aunque también son privados, son el Corral de Herrera y el Corral de la Cerca Hermosa, uno de los más grandes. Este último no es homogéneo, sino que reúne edificaciones independientes entre sí, la mayoría del siglo XIX y principios del XX. Su estética y el cuidado de sus propietarios le ha granjeado diferentes premios.

Centro de Cerámica de Triana

Si el barrio de Triana ha dado artistas y navegantes (aquí se ubicaba la Universidad de Mareantes y aquí se reclutaron las tripulaciones que participarían en el descubrimiento del Nuevo Mundo o la vuelta al mundo de Magallanes y Elcano), también ha sido cuna del arte de la cerámica.

Centro de Cerámica Triana.

Hoy se puede visitar ese legado en el Centro Cerámica Triana. Inaugurado en 2014, ocupa la que fuera una antigua fábrica alfarera (la histórica empresa Cerámica Santa Ana-Rodríguez Díaz) donde hoy alberga un centro de interpretación y una importante colección de piezas de cerámica que se muestran en su contexto original, entre hornos restaurados e instalaciones originales.

Capillita del Carmen

Hay varias iglesias y capillas en el barrio de Triana, como la de los Marineros (Pureza, 53), Nuestra Señora de la O (Castilla, 30), el convento dominico de San Jacinto (Pagés del Corro, 88), Santa Ana (Párroco Don Eugenio, 1) o el Patrocinio (Castilla, 182).

Capillita del Carmen. Foto: Turismo de Sevilla.

Entre ellas destaca la pequeña capilla dedicada a la Virgen del Carmen, en un extremo del puente de Triana. Obra del arquitecto Aníbal González, autor también de la famosísima Plaza de España sevillana, en su interior se guarda una imagen de Nuestra Señora del Carmen, patrona de los marineros, de gran devoción en el barrio.

Dónde comer en Triana

Las tapas y las raciones se cuentan entre las mejores propuestas de Triana para reponer fuerzas. Es el caso del Café Bar Altozano de Triana, en el número 6 de la plaza del mismo nombre. Clásico entre los clásicos, no defraudan sus tortillitas de camarones, el adobo y las coquinas.

Otro bar sencillo pero apreciado en la zona es Salomón, el Rey de los Pinchitos (López de Gómara, 11), especializado en pinchos y carnes a la brasa, aunque firman también unas de las mejores patatas bravas del barrio. Las berenjenas con miel, el pincho moruno y la ternera con almendras están también entre las raciones que más se ven por las mesas.

También merece la pena pasar por Las Golondrinas (Pagés del Corro, 76), también con tapas clásicas que no defraudan y especialidades como solomillo las puntas de solomillo, la carrilada ibérica, el caballito de jamón y los chipirones en salsa verde.

De precios algo más elevados encontramos, en San Jacinto, 49, Blanca Paloma juega con propuestas clásicas de la cocina sevillana como los bocaditos de mejillones, las gulas con ajo, el lomo de caballa a la parrilla, las papas aliñadas con melva o las berenjenas rellenas de gambas que mezcla con toques de tendencia, como en la lubina rellena de queso de cabra y salsa de piquillo o las hamburguesas con gambas al ajillo.

Si quieres salir un poco de lo más tradicional, puedes optar por Victoria 8 (Victoria, 8). Ubicado en una casa-patio tradicional, el restaurante abierto por Begoña Barquín Molero en 2007 es una apuesta por combinar tradicionalismo y modernidad con un servicio cercano y cálido.

Foto: Vega10.

Por último, Vega 10 (Rosario Vega, 10) es otra buena dirección para disfrutar de una cocina que se aleja de la tradición sevillana y propone, en su lugar, platos vegetarianos como el briam de verduras y queso feta, riquísimas hamburgesas como la burger de retinto, y platos como las papas arrugás con mojo panca, el tartar de salmón y mango y arepa de lomo de cerdo con huancaina.

Gastronomía y vistas

Y puesto que en Sevilla se puede disfrutar prácticamente todo el año del exterior, te dejamos también dos terrazas. La primera, la de Casa Ruperto (Santa Cecilia, 2), que encontrarás casi siempre a tope. Especializado en codornices fritas y cabrillas, tiene un buen surtido de tapas y montaditos.

La segunda, Maríatrifulca, que se cuenta entre las mejores terrazas con vistas no solo de Triana sino de toda la ciudad.

Foto: Maríatrifulca.

Elevada sobre el Puente de Triana, en el edificio que una vez albergase la estación de la Compañía de Vapores que unía Sevilla con Sanlúcar de Barrameda (esquina Plaza del Altozano), con vistas sobre el Guadalquivir y la calle Betis, ofrece una gastronomía moderna, basada en productos del mar pero con espacio también para excelentes carnes.

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