Noxe, restaurante asiático, coctelería y discoteca en las alturas de Barcelona  

A 26 pisos de altura el hotel W Barcelona expande su oferta gastronómica con un restaurante asiático de alto vuelo y una sofisticada propuesta de ocio

Las vistas son uno de sus mayores atractivos. Foto Noxe

A 26 pisos de altura el hotel W Barcelona expande su oferta gastronómica con un restaurante asiático de alto vuelo y una sofisticada propuesta de ocio

Parece una regla no escrita, pero si un hotel de lujo tiene un restaurante en sus alturas, seguramente será de cocina asiática. Así sucede con el Nobu de Barcelona y también, desde este verano, con el Noxe, en el piso 26 del hotel W Barcelona.

Noxe ocupa el lugar donde estaba el bar Eclipse, y en parte hereda el espíritu del antiguo local porque no es solo un restaurante, sino que también es coctelería y club nocturno, donde se puede hacer un programa de ocio completo desde el atardecer hasta la medianoche.

Cócteles, langostinos en tempura y trío de tartar. Foto Juan Pedro Chuet-Missé

Su llegada expande las propuestas gastro de este hotel ubicado en un extremo del Paseo Marítimo (Pl de la Rosa dels Vents 1), que se complementan con las carnes a las brasas de Fire y el de cocina peruana Coya.

Cócteles al atardecer

Noxe abre desde las 18:00, por lo que antes que la ciudad se ponga a oscuras se sugiere ver el atardecer desde el lado que da a la costa de Barcelona, mientras se disfruta de cócteles como el afrutado Yugen, (Bombay Sapphire, licor de mandarina, licor gardeum floral, licor Choya single year, Bitter de naranja y aroma floral), el exquisito Gaman (Santa Teresa Ron, Plantation overproof ron, shrub de Plátano, Bitter de chocolate, hielo de coco) o el recomendado The Rashomon Effect (Leblon, Dom Benedictine, Charetuse amarillo, Bitter de madera, limón, azúcar, kombucha de jengibre, champagne Veuve Clicquot).

En un mismo espacio Noxe combina una propuesta de coctelería, restaurante asiático y club nocturno desde la medianoche

Preparación del salmón nanbanzuke. Foto Noxe

La carta tiene una docena de cócteles que el bartender estuvo preparando durante siete meses, incluyendo un viaje a Japón para sumergirse en la cultura local. Por ello, no es casualidad que en la carta los combinados estén presentados bajo los conceptos de cine, literatura y arte que recuerdan a la cultura nipona.

En las mesas bajas se puede picar gemas de la tierra del sol naciente como los chips de alga nori o el edamame. Pero es mejor no llenarse, porque ya es hora de pasar al restaurante.

El chef Azumasong. Foto Noxe

El restaurante Noxe

Tras la reforma el Hotel W ha adaptado la parte del Eclipse que se usaba para eventos privados, y la transformó en la sala del restaurante, con vistas a la zona del puerto de Barcelona y el Montjuic.

Es un espacio pequeño pero bien distribuido en dos niveles, con sillones y cómodas sillas que giran 180 grados para facilitar la comodidad, donde el estudio Black Sheep le dio una estética más cercana, con colores cálidos, telas que simulan hojas y columnas que con el correr de las horas ofrecen juegos de luces.

El chef nipón Nipón Azumasong elaboró una carta moderna pero sin dejar las raíces de la cocina japonesa, cultor del estilo omasake en el que los cocineros van creando in situ las preparaciones con productos frescos.

“La propuesta de Azumasong está basada en el desarrollo de técnicas culinarias como el marinado, la tempura japonesa, el asado a la parrilla y, la estrella: el corte japonés”, precisan en Noxe.

El teppan-yaki. Foto Noxe

Entrantes y otras gemas de la cocina nipona

Empezamos con los entrantes, y ya vimos que no hay que dejarse llevar por los tópicos: que sea un restaurante japonés en un hotel de alta gama no significa que las porciones tengan que ser microscópicas, como lo comprobamos con los contundentes langostinos en tempura. Y si son pequeñas, como el trío de tartar (de salmón, pez limón y atún) sabe colmar bien.

También se pueden optar por gyozas, la tempura de verduras o el salmón nanbanzuke (encurtido con verduras agridulces al sake); antes de avanzar en la carta.

Aquí los caminos se bifurcan: hay quienes prefieren seguir por la senda de makis, sashimis y nigiris, y los que van a los platos principales.

Lo sugerido: un poco de cada cosa. En nuestro caso, el primer paso fue un nigiri de ventresca de atún (se llama toro, pero a no confundirse con el vacuno) y un maki de bogavante; pero también se podrían haber pedido sashimis como los de atún rojo (akami) o en escabeche (akami suze), de salmón (sake) o de pez limón (hamachi).

La sofisticación de los cócteles. Foto Noxe

Además, están los makis como los de salmón Alaska roll o el Noxe roll; o nigiris como los de caballa (saba), langostino (ebi) o anguila (unagi).

Y luego sí, si es que uno no quedó lleno con esas combinaciones de pescados y arroces, se puede dar el salto a los principales.

Los platos principales

Uno de los platos con más salida, nos apunto el personal, es el Kakuni (costilla de cerdo ibérica a baja temperatura marinada con salsa de soja dulce y arroz), que colma más de lo que aparenta. Y que no molesten los fanáticos de la comida caliente, esto se degusta ligeramente tibio.

Otro es Maze Gohan (arroz con salmón, yema de huevo curada en soja, verduras y huevas de salmón); aunque otras piezas que se deberían probar son el Noxe Katusando (sandwich de pan brioche con solomillo de vaca rubia gallega rebozado con panko y crema de miso) o el Shitake-Menma Gohan (arroz con setas shitake y puntas de bambú).

El apartado de postres es breve, cinco opciones entre los habituales mochis o la esponjosa cotton cheescake; o la interesante Noxe Wax (Semi frío de coco con lámina crujiente de chocolate).

Combinación de nigiris. Foto Noxe

Las bebidas de Noxe

El precio medio de comer en Noxe está en los 80 euros, depende también de la bebida.

Precisamente la carta de vinos es una exclusiva selección de vinos españoles y franceses, con precios de 45 a 350 euros; mientras que el apartado de espumosos despliega cavas y champagnes que pueden superar hasta los 1.600 euros.

Tras la cena, varios comensales regresan unos metros al sector de coctelería transformado en club-discoteca, donde pueden pinchar DJs residentes o invitados; y con la barra repartiendo más cócteles, o espumosos que llegan con el cotillón de bengalas que contrastan con las luces de una Barcelona ya en plena noche.

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