Cinco restaurantes de Barcelona para viajar por los sabores de Oriente
Del sushi a la carne wagyu, de la cocina china a la vietnamita, estos restaurantes son un pasaporte gastronómico a los sabores del Lejano Oriente

Sexy Tuna, uno de los rolls de Monster Sushi. Foto Juan Pedro Chuet-Missé
Son sabores que antes se podrían definir como exóticos, pero con la explosión gastronómico-étnica que hubo en Barcelona en las últimas décadas (como en otras grandes ciudades españolas), ya no son tan extraños.
Sin embargo siempre hay sorpresas para descubrir, desde fusiones de cocinas a frutos más caros que un sofisticado plato, pasando por exclusivos cortes de carnes y rituales que recuerdan a tradiciones culinarias milenarias.
Monster Sushi
Tras 12 años en el local de Gala Placidia 25 Monster Sushi amplió su propuesta gastronómica con la apertura de un nuevo restaurante en Girona 68 (y parece que hay planes para crecer en Madrid).
La decoración de Monster Sushi recuerda a las ‘izakayas’, las tabernas típicas de las grandes ciudades japonesas
Es un restaurante japonés con una decoración minimalista que con sus farolillos y luces de neón recuerdan a los pequeños restaurantes de Kyoto, Tokio u Osaka donde los nipones comen a toda prisa, lo que se conoce como izakayas.
Detalles como afiches publicitarios, un bonsái y cometas con figura de carpa le da un toque más autóctono.
El local tiene una capacidad para 120 personas, divididas en cuatro espacios, algunos con vistas a la calle y otros en plan reservados, con una larga mesa que permite ver a los cocineros en acción.
Como su nombre lo anticipa, el centro de gravedad gira en torno a lo que genéricamente se conoce como sushi y sus variantes de arroces y pescados, aunque también juegan con los cruces con otras culturas como la nueva carta de cócteles, más típicos de Latinoamérica o Europa que de Oriente.
Allí pudimos degustar los rolls de El Negrito (cuatro de salmón y cuatro de tartar de atún; ambos con aguacate, pepino, queso crema y huevas llamadas tobiko) y los de Sexy Tuna (atún, fresa y queso crema con el toque caramelizado).
Los últimos sorprendieron por la combinación de ese fruto rojo que no se suele usar en estas preparaciones.
Igualmente podríamos haber pedido otras opciones de makis, sashimis y nigiris, por lo que si se está indeciso es mejor probar los combinados de Unicornio Mix (8 piezas), Japo Express (16) o los 24 top rolls de 6×4 Deluxe.
Previamente llegaron dos entrantes que, creo, superaron a los sushis. Es cierto que tengo debilidad por el pato, y el Crispy Duck (con la pata caramelizada y crujiente) recordaba ese delicioso sabor de pecado de los locales japoneses.
El Tataki de atún se hace con la variedad bluefin de este pescado, que se presenta en pocos restaurantes de España
El otro fue el Tataki de atún, recubierto con sésamo y un aderezo de la casa. Y no era cualquier variedad, sino del atún rojo o bluefin, que en España muy pocos restaurantes lo ofrecen. Su suavidad y frescura lo confirmaba.
Los postres, como el N.Y. Cheese Cake, el Lemon Pie, las tartas de zanahoria o chocolate no tienen ningún rastro de cocina oriental, como tampoco los citados cócteles, de los cuales probados el pisco y el mojito con maracuyá, y otro mojito con fresa.
En todo caso, el Sake mojito y sus cinco variantes de sabores son los únicos que tiene ligazón con la gastronomía nipona.
Yubi
Si hablamos de fusiones, esta es una de las más curiosas: una cocinera francesa (hija de una japonesa y un bretón) presenta platos nipones influenciados por la tradición mediterránea.
Se trata de Yoaké San, alma mater de Yubi (Muntaner 185), quien tras codearse con los focos mediáticos en Francia aterrizó en Barcelona.
Además de una elaborada carta con 10 cócteles de autor, en su restaurante de estética minimalista presenta platos como las Ostras nº2 Marennes Oleron, el tartar de ventresca de atún con emulsión de wasabi, el foie mi-cuit casero al sake con gelée de sake, el wanton de wagyu con foie, la gyoza de carrillera de vaca y el tofu ahumado al Josper.
Si creen que la cocina japonesa es frugal, atención a platos contundentes como el solomillo con salsa ‘de tigre que llora’ o el bacalao con caldo dashi de katsuobushi.
Carlota Akayena
La carne más cara del mundo es japonesa. Se trata de la raza vacuna wagyu de Kobe, que puede cotizarse entre 200 y 300 euros el kilo en aquel país.
Sus cortes de Kobe Beef certificados se presentan bajo siete parámetros de calidad. De ellos, los tipos A7 y A6 solo se consumen en Japón, y para probar el A5, hay que ir a restaurantes como Carlota Akayena (Pintor Fortuny, 32).
Los cortes de waygyu de Kobe se cotizan de 200 a 300 euros el kilo en Japón
El restaurante replica el modelo de los sumibiyakis, restaurantes de brasa japoneses. En medio de la mesa se abre unas compuertas y allí se coloca una parrilla con carbones encendidos, donde rápidamente se cocinan cortes como el ichibo (cuadril de ternera japonesa con salsa miso), el harami (entrama del mismo animal), el shimofuri (lomo bajo) y el famoso Kobe Beef shimofuri A5.
El postre no es cualquier postre: es el Crown Melon de Fukuroi, un melón que solo se cultiva en Shizuoka, que se debe servir entre 10 y 15 días de su recolección, y al que se le realizan masajes para que llegue en su punto óptimo.
En las calles de Tokio se pueden vender por 200 euros, pero en las subastas su precio se puede multiplicar.
Món Viêt
Salimos de Japón y bajamos por el Sudeste Asiático hasta Vietnam, donde una de sus mejores embajadoras gastronómicas es Anh-Van Chac, fundadora de Món Viêt (Sepúlveda 94).
La cocina vietnamita es un cruce de largas tradiciones, la fuerte influencia china y la colonización francesa, donde se consumen más vegetales y arroces y menos pescados, carnes rojas y aves.
Los picantes en Món Viêt se dejan de lado, para que cada uno sazone a su gusto
Los platos son abundantes y los picantes se suelen servir por separado, para que cada uno sazone como quiera.
Entre las preparaciones se encuentran el bánh têt, un pastel de arroz relleno de panceta y envuelto en hojas de bambú; los nem fritos (rollitos de cerdo y verduras), los rollos frescos nem cuon, el pulpo bach tuoc nuong, el pollo al vapor ga hap o la panceta de cerdo thit kho.
Al postre, se sugiere degustar el café a la vietnamita. Quizás sea demasiado empalagoso, pero hay que probarlo.
China Crown Barcelona
Hay puristas que dicen que para probar la comida china en la capital catalana no hay que ir a los restaurantes chinos. Pero hay sitios que rompen con ese axioma como China Crown Barcelona (Casp 48), que mantiene con celo la tradición culinaria del gigante asiático.
Los platos son un viaje por milenios de cocina, con inspiraciones de la casa imperial y de la Ruta de la Seda, como el pato laqueado imperial -la estrella de la casa-, el tartar de trufa negra o el pescado ahumado, en un ambiente que recuerda a los elegantes salones de Shanghái de principios del siglo XX.
También están los dim sum caseros, los rollos de shiitake y verduras y las vieiras marinadas