El socio danés de Repsol en la eólica marina se resigna ante la pasividad regulatoria del Gobierno

Las empresas internacionales que invierten en España deben asumir el lento ritmo regulatorio que existe en nuestro país

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El futuro de la eólica marina en España va mucho más lento de lo esperado. Aunque dicho ritmo está cogiendo una dinámica preocupante que ya reflejan las compañías internacionales que buscan hueco para invertir. El gigante danés Orsted, socio de Repsol en nuestro país, es un ejemplo que debería poner en alerta a la administración. 

En la pasada presentación de los resultados financieros de la compañía, y tras la conferencia con analistas, el CEO de Orsted, Mads Nipper, tuvo que reflejar que la situación de la energética danesa en España, en el segmento de la eólica marina, por el momento no tiene mayores avances que el acuerdo anunciado con Repsol hace ya un año

Por lo que respecta al avance de su negocio de eólica ‘offshore’, donde es una de las grandes potencias a nivel mundial, la compañía explicaba que en Reino Unido se adjudicaron un contrato por diferencia de casi 3 GW, mientras que en su propio país trabajan en múltiples proyectos.  

De igual modo, Orsted ya trabaja de manera real en Escocia, Suecia, Estados Unidos… y España. Aunque en esta última región, la compañía se tiene que conformar con «explorar» el negocio conjunto con Repsol. Ni datos, ni proyectos, nada. Y es que, a la espera de lo que disponga el Gobierno, la realidad en nuestro país dista micho de otras regiones. 

Este toque de atención para el Ministerio de Transición Ecológica, por parte de un gigante energético a nivel mundial, debería servir para poner de relieve el retraso manifiesto que acumula la eólica marina en España, y de la que todavía no se conoce nada. 

Desde hace varias semanas se especula dentro del sector que, en cualquier Consejo de Ministros llegará el anuncio definitivo de los planes de ordenación marítimos (POEM). Pero es que, ahora mismo, ese empieza a ser el menor de los problemas.  

Se necesita velocidad 

Fuentes del sector señalan a este medio algo esencial en todo este proceso: los proyectos que existen ahora, al menos los que tienen una capacidad de más de 50 MW, son relativamente ‘papel mojado’. En concreto, las compañías remiten ‘documentos de inicio’ para presentar su proyecto, y nada más que sea vinculante.

Esto supone que, una vez aprobados los POEM, empieza de verdad el proceso administrativo, el trámite burocrático, las gestiones ambientales, etc. Y todo ello se hará, todavía, sin conocer la regulación, los sistemas de retribución ni la subasta por diferencia de la capacidad energética que se pueda instalar.  

Por si no hubieran suficientes condicionantes, fuentes del sector añaden que entre el Ministerio para la Transición también han surgido dudas con respecto a la subasta de potencia. Una situación derivada de la llevada a cabo en tecnología ‘onshore’ de hace unas semanas. En este sentido, asumen que la fijación de precios se mantiene como un problema debido a los índices de futuros. 

¿Concursos a final de año? 

Transición Ecológica tendrá que aprobar las bases regulatorias que definirán qué proyectos podrán optar a los futuros concursos de eólica marina y cómo se deben adjudicar (habrá que ver si los concursos se realizan por zonas o todos a la vez).  

La aprobación de la legislación podría llevarse a cabo en el segundo o tercer trimestre del año, por lo que las compañías creen que los concursos, como tal, no se celebrarán hasta finales de 2023 o principios de 2024. Con estos tiempos, la puesta en marcha de parques podría demorarse hasta, como poco, 2030.

Raúl Masa

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