De Enagás a Enerfín: los compañeros de viaje de Amancio Ortega en su salto al hidrógeno verde

La primera fortuna de España continúa con la diversificación de su cartera inversora y desembarca en el (aún poco rentable, según el sector) negocio del hidrógeno verde, donde Inditex ya ha dado los primeros pasos junto a la filial de Elecnor

Antonio Llardén, presidente de Enagás, en unas jornadas sobre hidrógeno verde. Foto: EFE

Antonio Llardén, presidente de Enagás, en unas jornadas sobre hidrógeno verde. Foto: EFE

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Las inversiones de Amancio Ortega, la primera fortuna de España, se diversifican. Del ladrillo, a la energía, a las renovables y, ahora, al negocio del hidrógeno verde, todavía en un estado incipiente. Este miércoles, Enagás, de la que ya posee un 5% (es el principal accionista después de la SEPI), anunció que Pontegadea, el holding del dueño de Zara, se había hecho con una participación de un 5% en su filial renovable.

Pontegadea irrumpe en el capital de Enagás Renovables con un 5% en una operación valorada en unos 3,5 millones de euros. Los de Antonio Llardén retienen el 65% de la filial, mientras que el 30% restante se queda en manos de Hy24, una joint venture entre Ardian y FiveT Hydrogen.

Este movimiento supone el salto efectivo del empresario en el hidrógeno, una tecnología con la que ya coquetea Inditex a través de una alianza con Enerfín que se proyecta en el Puerto Exterior de A Coruña.

Una apuesta aún discreta

Los números de la nueva apuesta energética del empresario son aún muy discretos si se comparan con el valor que alcanzan sus participaciones (de las que obtiene dividendos) en la propia Enagás (250 millones de euros con la actual cotización), en Red Eléctrica (más de 500 millones) o la lusa REN (220 millones). También el parque eólico Delta de Repsol (el pasado año se hizo con un 49% del capital por unos 245 millones).

Sin embargo, su desembarco en una compañía centrada en el hidrógeno verde tiene mucho de simbólico. Lo apuntaba este miércoles Roberto Cibeira, el CEO de su family office. “La entrada en el capital de Enagás Renovables consolida la apuesta de Pontegadea por el sector de las energías renovables, en línea con otras inversiones realizadas recientemente por el grupo. Esta operación nos permite, además, apoyar la innovación en este tipo de energías, contribuyendo al desarrollo de la tecnología para la obtención de hidrógeno y biogás en España de la mano de socios de referencia como son Enagás y Hy24”.

Inversión pionera de Inditex

Pontegadea desembarca en el negocio del hidrógeno verde de la mano de uno de sus socios de referencia, Enagás, aunque en el universo Ortega, es Inditex quien ya ha dado los primeros pasos con esta energía. Enerfín, filial de Elecnor, pretende instalar en el puerto de A Coruña una pequeña planta de hidrógeno verde que se abastecerá de la energía limpia que le suministrará el parque eólico que promueve la textil en el mismo emplazamiento.

Los números, en este caso, también están alejados de las estratosféricas cifras de otras inversiones de la compañía que, no obstante, en su alianza con Enerfín, toma la delantera en la carrera del hidrógeno en la comunidad (al menos en cuanto a tramitaciones).

La idea de Enerfín es que su planta de hidrógeno verde pueda surtir a las empresas ligadas al Puerto así como a vehículos de las mismas. El presupuesto de ejecución de la obra ronda los tres millones de euros, mientras que el proyecto de molinos eólicos de Inditex sobrepasa los 30 millones.

Luces y sombras del hidrógeno verde

El hidrógeno verde utiliza como origen de la electricidad las energías renovables, de la solar a la eólica. Su estallido en Europa llegó de la mano de la descarbonización. Si se quiere cumplir el objetivo de emisiones cero de CO2 para el año 2050, usar hidrógeno como combustible puede descarbonizar sectores que son muy complicados de electrificar, como los aviones o los barcos, además de las industrias química y siderúrgica.

Al fabricar hidrógeno verde sale vapor de agua, por lo que es una tecnología con cero emisiones de CO2 y que, además, tiene un suministro seguro, ya que se conserva tanto en gas como en líquido. Al poder almacenarse a largo plazo, facilita el uso de las energías renovables.

El mayor hándicap está en su rentabilidad. Por ahora, la mayoría de los promotores indican que, a gran escala, sigue sin ser competitivo. El mayor reto radica en los costes, ya que el hidrógeno verde es 2,5 veces más caro que el gris. Lo más optimistas creen que en unos diez años podrá llegar a ser competitivo. Dependerá de lo que se avance en investigación, del precio de las renovables que se usan para fabricarlo y del coste de los competidores, el diésel o el gas natural, ahora disparados.

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