La promesa imposible de Navantia: supedita el dique en Ferrol a nuevos contratos

La presidenta de Navantia, Belén Gualda, deja en 'stand by' las inversiones millonarias para que Ferrol deje de construir barcos en grada y gane competitividad

Belén Gualda

Belén Gualda, nueva presidenta de la SEPI

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La nueva presidenta de Navantia da calabazas a la inversión clave para Ferrol. Belén Gualda celebró la semana pasada su primera reunión telemática con los representantes del comité de empresa del astillero ferrolano y en ella supeditó la puesta en marcha del plan de transformación 4.0 a la consecución de nuevos contratos.

De esta forma, Belén Gualda da portazo a la posibilidad de rescatar un plan de modernización que en su día había impulsado el mugardés Esteban García Vilasánchez durante su etapa al frente de Navantia y que contemplaba inicialmente una inversión de hasta 395 millones de euros para elevar la competitividad de Navantia Ferrol. Y es que los retrasos en la puesta en marcha de este plan de modernización convierten al astillero gallego en un rara avis, toda vez que ninguno de sus 12 principales competidores continúa construyendo en grada y han optado por dotarse de diques.

Más de 200 millones de inversión en ‘stand by’

Este factor les permite situarse un paso por delante de Navantia Ferrol a la hora de buscar contratos en el extranjero, lo que abre un círculo vicioso que amenaza con dejar al astillero gallego sin contratos y sin inversión. Y es que Precisamente la instalación del dique era el punto esencial del plan de modernización 4.0 ideado durante la etapa de García Vilasánchez. A él estaba previsto dedicar un total de 225 millones de euros para levantarlo con unas dimensiones de 50 metros de manga y otros 350 de eslora como elemento clave de un proyecto que también contemplaba 60 millones de inversión en labores de automatización y robotización, 35 millones en un edificio de oficinas, 35 millones en la nueva obra civil para los muelles, así como otros 35 millones en talleres.

Precisamente a esta última partida es a la única a la que Navantia tiene previsto atender. En concreto, la empresa pública tiene previsto dedicar 100 millones de euros de inversión para un nuevo taller de sub-bloques, algo que desde Comisiones Obreras tachan de “error”. “Adelantar ese taller al propio dique es un error, porque las gradas (las instalaciones actuales), no van a poder asumir toda la productividad de este taller”, advierten.

La negativa de Belén Gualda a poner en marcha la inversión clave en el plan de modernización de Navantia Ferrol (es, además, el único astillero que todavía no ha visitado en persona, junto al de Fene), unido a la sequía de contratos a la que se asoman las instalaciones ferrolanas ha desembocado en una oleada de protestas. Desde paros puntuales a determinadas horas hasta el reciente desalojo de las oficinas de Recursos Humanos del edificio de Dirección, movilizaciones con las que el personal quiere expresar su malestar por el rumbo de un astillero que temen que siga los pasos del de Fene.

Miedo al abandono del astillero

“El temor que hay es a que se esté buscando reducir progresivamente la capacidad del astillero para irlo apagando lentamente”, aseguran fuentes sindicales, que consideran clave implantar el plan de modernización 4.0 del astillero para garantizar la supervivencia de unas instalaciones que se erigen como el principal eje económico de la comarca de Ferrolterra.

Con las inversiones en stand by y una conflictividad laboral “creciente”, la dirección de Navantia intenta calmar las aguas en el astillero de Ferrol con la figura de las F-110. La propia compañía las definió como las “fragatas del siglo XXI” en un vídeo promocional en el que se ponía en valor el que, a día de hoy, es el único pedido que se encuentra encima de la mesa para Navantia Ferrol.

Y es que el astillero finalizará ya en marzo el segundo buque logístico AOR para la Armada de Australia, lo que dejará un vacío de carga de trabajo en nuevas construcciones hasta, como mínimo, el segundo trimestre de 2022. El programa acumula ligeros retrasos por el momento que impedirán su inicio en la fecha inicialmente prevista (comienzos del año que viene).

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