La viróloga Margarita del Val da la cuarta clave contra los contagios: el aire libre

La transmisión de la Covid-19 por el aire que han expuesto los científicos invita a "reducir al máximo el tiempo en interiores", según la viróloga del CSIC

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El pasado viernes, pocas horas después de que el epidemiólogo Fernando Simón asegurase en una entrevista en televisión que «se puede ir a un restaurante cumpliendo una serie de normas» y que «no se ha acabado la vida» sino que «hay que modificarla», la viróloga Margarita del Val le contradecía apuntando a todo lo contrario. «Los restaurantes son muy inseguros, los bares son muy inseguros. Yo lo siento pero el virus es así», respondió la investigadora del CSIC.

No es la primera vez que Del Val corrige al director de Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias en tiempos de pandemia. Pero sus declaraciones no tienen intención de desgastar a determinados sectores de la administración, sino pedir una actualización de las medidas que recomiendan las autoridades. El aire libre, o en su defecto evitar los lugares cerrados, debe convertirse en una norma tan importante como las mascarillas, asegura.

«En España nos hemos concentrado todos solo en la mascarilla, y con una sola medida (y a ratos) no se controla la pandemia», ha afirmado en una entrevista con el semanario Alfa y Omega. «Muchos sitios de Europa no han abierto bares de copas y discotecas. En Nueva York, que lo está haciendo fantásticamente, no han abierto el interior de restaurantes y bares; se hace todo en la calle, hasta las peluquerías», ha remarcado.

Del Val cree que ha habido muchos errores en la gestión por «falta de información», pero sostiene que ya hay evidencia suficiente para respaldar la transmisión de Covid-19 por aerosoles, uno de los debates científicos más extendidos durante toda la pandemia. Esto supone no solo que el coronavirus puede quedarse en el aire, especialmente en espacios cerrados, sino que para ella y muchos investigadores más es la principal vía de contagio; ergo, la más peligrosa.

A las tres medidas tradicionales de la mascarilla, lavado de manos y distancia interpersonal, hay que añadir, y con urgencia, el aire libre, según la viróloga y un numeroso y creciente grupo de científicos que están demandando lo mismo a nivel mundial.

La transmisión por el aire gana fuerza

Durante los últimos meses, responsables sanitarios nacionales e internacionales han destacado dos principales formas de propagación del coronavirus: a través de diminutas partículas de saliva o fluidos respiratorios (gotículas) que emanan al estornudar, toser o hablar; y por medio de la permanencia del virus en superficies (fómites), pues si entramos en contacto con ellas en un determinado lapso muy corto y nos tocamos la boca o los ojos podemos contagiarnos.

Paralelamente, un sector de científicos críticos ha insistido durante todo este tiempo, sumando cada vez más aliados, que la transmisión por aerosoles no solo debe tomarse en cuenta sino que debe catalogarse como el principal vehículo de propagación. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EEUU admiten ahora esta vía de transmisión pero dicen que es secundaria.

Unas terrazas de bares y restaurantes en Barcelona. Cataluña congeló la apertura del ocio nocturno por la situación epidemiológica de la Covid-19 | EFE/SS/Archivo
Unas terrazas de bares y restaurantes en Barcelona. Cataluña congeló la apertura del ocio nocturno por la situación epidemiológica de la Covid-19 | EFE/SS/Archivo

No obstante, los recientes cambios de criterio de los CDC pueden ser el punto de inflexión en este sentido. En septiembre, a mediados, por error se publicó en su web un borrador que confirmaba que los aerosoles eran la principal vía de contagio; es decir, que se transmite por el aire, lo que demandaría revisar todas las estrategias de contención hasta ahora. Pero rápidamente rectificaron y anularon ese contenido de su página, generando muchísima confusión.

Los CDC han actualizado este pasado lunes 5 de agosto su guía de recomendaciones para incluir los aerosoles como una de las vías de transmisión, aunque, en línea con los criterios de la OMS, insisten en que las gotículas siguen siendo las más peligrosas. La OMS, en julio, ante la presión de cientos de científicos de todo el mundo, admitió que podía contagiarse por el aire, pero desde entonces se mantiene en el escepticismo pese a la creciente evidencia.

Es en ese contexto en el que las declaraciones de Del Val adquieren alta relevancia. La viróloga, que confirmó la segunda ola de la pandemia cuando el Ministerio de Sanidad la negaba, hacía énfasis en que «los lugares cerrados son muy inseguros sin mascarilla ni distancia». Y hacía un llamamiento a no bajar la guardia ahora que empieza el frío y las terrazas y los lugares al aire libre pierden su atractivo, pues esto supondrá que «se va a contagiar más».

Los expertos que defienden que el mayor peligro está en los aerosoles probablemente no buscan estigmatizar los lugares cerrados, sino impulsar una estrategia contra la pandemia en la que prime este conocimiento.

«¿Cómo sabemos ahora que la transmisión por el aire es importante?», explicaba Del Val en otra entrevista este jueves. «Porque analizando brotes, buscando sus causas y descartando otras, es lo único que explica bastantes de ellos».

¿Y por qué hasta ahora se empieza a hablar seriamente de esto, tras más de nueve meses de informar China del nuevo virus? «Hemos tardado en darnos cuenta porque no teníamos información», ha afirmado.

El peligro de los lugares cerrados

El profesor de química e investigador de ciencias ambientales José Luis Jiménez aseguraba en un artículo publicado en agosto en El País y la revista Time que «los brotes de superpropagación», que se estima que han sostenido la pandemia y que suponen que una persona infecta a muchas, «ocurren casi exclusivamente en lugares cerrados» y «son muy difíciles o imposibles de explicar» sin hablar de aerosoles o enfocándose solo en las gotículas o fómites.

Su principal recomendación era «hacer tantas actividades como sea posible al aire libre». Desde trasladar la educación a lugares abiertos hasta extender los límites de aforo en los bares y restaurantes, su teoría es que evitar cualquier espacio cerrado es más eficaz para prevenir contagios que cualquier otra medida, siempre que vaya acompañada de un uso universal de la mascarilla y del distanciamiento físico. Es, en fin, un asunto de jugar con probabilidades.

Jiménez fue uno de los 239 científicos que pidió en julio a la OMS que reevaluase sus recomendaciones para tomarse en serio los aerosoles. Aunque, como es normal en la ciencia, tienen detractores, estos científicos cada vez han sumado más aliados. 

Este pasado 5 de octubre, la revista Science publicó la carta de otro grupo de médicos y científicos que aseguran que «existe una evidencia abrumadora» de la transmisión por el aire y piden dejar de negarla.

Estos científicos afirman que hay «muchas más probabilidades de inhalar aerosoles que de ser rociado por una gotícula» y piden equilibrar la gestión para centrarse en «la protección contra la transmisión aérea». Para ello, demandan a las autoridades añadir a las medidas ya vigentes «una guía clara sobre la importancia de trasladar las actividades al aire libre, mejorar el aire interior mediante ventilación y filtración, y proteger a los trabajadores de alto riesgo».

Cataluña se suma a otras comunidades como Galicia, Andalucía o Castilla y León y prohíbe fumar en la calle. EFE
Los defensores de la transmisión por aerosoles aconsejan pensar que todos son fumadores para visualizar los contagios por el aire | EFE

Imaginad que todos son fumadores

La ciencia apunta a que es hasta veinte veces más probable contagiarse en interiores que en exteriores, y si las autoridades finalmente ceden (el debate sobre la transmisión de enfermedades por aerosoles es de larga data entre los investigadores de distintos campos) es de esperar que el invierno de este año —al menos— sea radicalmente diferente, más de lo que esperábamos.

Para dimensionar la transmisión por aerosoles, los expertos aconsejan imaginar que todas las personas son fumadoras y que exhalan humo en todo momento. El humo sería la representación de los aerosoles y, al igual que sucede cuando se fuma en lugares cerrados, la concentración de la Covid-19 en estos espacios crearía una gran nube. Y es que el virus no es extremadamente contagioso, pero si se concentra es desde luego muy peligroso.

La diferencia técnica entre gotícula y aerosol es prácticamente del tamaño de las partículas, y gran parte del debate científico pasa por a qué llamar gotícula y a qué llamar aerosol. Pero los casos que sostienen la transmisión por el aire son cuando menos impresionantes: uno de los más sonados es el de un cliente de un restaurante en China que contagió a varias personas que estaban a más de cuatro metros de él. ¿Cómo? Por los aerosoles, dicen los científicos.

Y es que precisamente esa diferencia de tamaño es la que puede explicar muchos de los misterios de la pandemia, puesto que los aerosoles son lo suficientemente livianos y pequeños como para flotar en el aire, mientras que las gotículas caen por la gravedad a una distancia de hasta dos metros. Esto implica que el alcance de un aerosol con Covid-19 sea mucho mayor que el de una gotícula.

Sin embargo, todo esto no supone que haya aún demasiadas dudas. «Hay varias preguntas del millón que los investigadores querríamos resolver: para empezar, cuántas partículas se necesitan para contagiar a alguien; y cuánto tiempo es necesario estar cerca del otro para infectarnos y cuánto tiempo se mantiene el virus activo en suspensión», dijo este miércoles a La Vanguardia Xavier Abad, jefe de alta contención biológica del Centre de Recerca en Sanitat Animal.

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La circulación del aire exterior de la calefacción es una de las recomendaciones de los expertos | Archivo

Algunas recomendaciones

Escribiendo el pasado 1 de octubre para Scientific American, Carolyn Barber, especialista en medicina, afirmó que prevenir la transmisión por aerosoles «podría cambiar las reglas del juego». «Una buena ventilación debería ayudar a evitar algunos de los eventos de superpropagación que hemos visto y ayudarnos a todos a volver a la normalidad que anhelamos», dijo, añadiendo que «hay mucho más que podemos hacer» además de lo que ya se hace.

Estas son algunas de sus recomendaciones: «Abra las ventanas y las puertas, refuerce la circulación del aire exterior en los sistemas de climatización y considere dejar que la unidad funcione 24 horas al día, siete días a la semana. Instale filtros de alto nivel si puede. Considere comprar limpiadores de aire portátiles adicionales, tener menos personas dentro del edificio y emplear tecnología ultravioleta».

«Es hora de intensificar nuestro juego y pensar más como ingenieros que intentan resolver este problema», concluyó.

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