Pere Navarro, director de la DGT, avisa sobre las nuevas etiquetas medioambientales de 2026

La DGT endurecerá los criterios de las etiquetas en 2026, lo que podría dejar sin distintivo a miles de vehículos y restringir su acceso a las ciudades

DGT. Etiquetas.

La Dirección General de Tráfico (DGT) se prepara para implementar en 2026 una reforma profunda del sistema de etiquetas medioambientales, que marcará un antes y un después para millones de conductores. El anuncio, realizado por el propio Pere Navarro, director de la DGT, deja claro que la clasificación actual no es suficientemente precisa y que, a partir de la fecha indicada, el distintivo que lleve cada coche dependerá mucho más de sus emisiones reales que de la simple tecnología que utilice.

El sistema actual, que divide a los vehículos en cuatro categorías (0 Emisiones, ECO, C y B), se mantendrá en número, pero no en criterios. Esto implica que no todos los coches que hoy lucen con orgullo su etiqueta conservarán ese mismo distintivo en el futuro.

Un cambio que sacude el mapa de las etiquetas

Uno de los puntos más llamativos es la redefinición de la etiqueta 0 Emisiones, que quedará reservada para un grupo muy selecto: vehículos 100 % eléctricos, híbridos enchufables con más de 90 kilómetros de autonomía eléctrica y coches de hidrógeno. Este nuevo criterio supondrá un duro golpe para muchos híbridos enchufables que actualmente disfrutan de las ventajas de esta categoría y que pasarán, inevitablemente, a la etiqueta ECO.

Pero las novedades no se detienen ahí. La etiqueta ECO también sufrirá un ajuste severo: no todos los híbridos y microhíbridos podrán conservarla. Solo los modelos que cumplan con límites estrictos de emisiones de CO₂, medidos bajo el ciclo de homologación WLTP, recibirán este distintivo. Esto significa que vehículos como algunos SUV pesados o berlinas híbridas menos eficientes podrían perderlo en sus próximas versiones.

C y B, más restrictivas que nunca

La etiqueta C quedará restringida a turismos y furgonetas ligeras de gasolina que cumplan la normativa Euro 6d y a los diésel Euro 6d-TEMP o Euro 6d. Por su parte, la etiqueta B solo se otorgará a los que cumplan Euro 4 en gasolina y Euro 6 en diésel. Este cambio, basado en la normativa Euro como columna vertebral técnica, implica que muchos vehículos actuales verán degradada su clasificación: coches con etiqueta C podrían bajar a B, y modelos con B podrían quedarse sin distintivo.

La consecuencia directa será una reorganización del parque automovilístico en España, con impacto no solo en la movilidad diaria, sino también en el mercado de compraventa de vehículos de ocasión.

Navarro ha reconocido que esta reforma responde a una creciente presión de organizaciones ecologistas y de determinados colectivos ciudadanos, que criticaban que el actual etiquetado no siempre se correspondía con las emisiones reales en circulación. El objetivo, asegura, es que las etiquetas sean una herramienta más transparente y justa para discriminar entre vehículos menos contaminantes y los que más contribuyen a la polución.

Este ajuste sigue la tendencia europea: ciudades como París, Berlín o Ámsterdam ya han endurecido sus sistemas de clasificación para limitar el acceso de ciertos vehículos a las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), no solo en función de la tecnología del motor, sino también de las emisiones medidas en condiciones reales.

Impacto en el acceso a las Zonas de Bajas Emisiones

El cambio no es menor: en España, más de 150 municipios están obligados por ley a implantar ZBE antes de 2026. El distintivo medioambiental es, en la práctica, el pasaporte para entrar en estas áreas restringidas. Perder una categoría podría significar para muchos conductores tener que dejar el coche fuera de las zonas más transitadas, pagar peajes urbanos o incluso no poder circular en determinados días de alta contaminación.

Además, las etiquetas influyen en ventajas fiscales, descuentos en aparcamiento regulado y exenciones en peajes. Un cambio de clasificación puede suponer costes adicionales para los conductores, lo que explica la preocupación que ya empieza a percibirse entre los propietarios de vehículos híbridos y diésel.

El mercado automovilístico no será ajeno a este cambio. Los expertos prevén que, a medida que se acerque 2026, se produzcan ajustes en la demanda: los coches que mantengan las etiquetas más ventajosas (0 y ECO) podrían revalorizarse, mientras que otros perderán atractivo.

La recomendación para quienes planeen cambiar de coche es clara: no solo mirar la etiqueta actual, sino informarse sobre cómo podría verse afectada en la nueva clasificación. Invertir hoy en un vehículo que dentro de dos años baje de categoría podría ser un error costoso.

Una estrategia a largo plazo

La DGT no ve esta reforma como un movimiento aislado, sino como parte de un plan integral para la movilidad sostenible en España. Pere Navarro ha insistido en que las etiquetas no deben ser un simple adhesivo en el parabrisas, sino un indicador real y actualizado del impacto ambiental de cada vehículo.

La medida también busca incentivar la transición hacia vehículos eléctricos y de bajas emisiones, en línea con los compromisos climáticos europeos y nacionales. Al endurecer los criterios, el organismo espera que los fabricantes aceleren la innovación tecnológica y que los consumidores opten por opciones más limpias.

La cuenta atrás ya ha comenzado. En apenas dos años, la nueva clasificación medioambiental cambiará la forma en la que los españoles se mueven, compran y venden coches. Para muchos, será una oportunidad de apostar por alternativas más sostenibles. Para otros, una llamada de atención sobre la necesidad de adaptarse a una realidad donde la movilidad verde ya no es una opción, sino una exigencia.

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Alba Carbajal

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