Cuatro restaurantes de Barcelona para comer ligero, a buen precio y con sabores del mundo
Con los calores estivales el cuerpo pide comidas livianas, y si son económicas y que presenten nuevos gustos, mejor todavía

Platos de aires israelíes en Dos Manos
Serán muy ricas las paellas, los solomillos y las hamburguesas XXL, pero cuando la canícula supera los 30 grados hay pocas ganas de fastidiar al estómago con platos contundentes.
Lo mejor en esta época es apostar por preparaciones aptas para digerir rápido, para hacer un culto del picoteo en terrazas, comiendo con los dedos y apurando un cóctel o una cerveza.
Estos cuatro restaurantes, que además de estos requisitos también ayudan a cuidar la economía, tienen en común que sus preparaciones son de diferentes lugares del mundo, y sin que ninguno sea un restaurante étnico al uso.
Vamos a conocerlos.
Pibä: pinchos con sabores argentinos
Aunque se presenten como un local ‘gourmet callejero’, se nota que Pibä (Enric Granados 77) es un restaurante de ascendencia argentina. Se percibe en la música que suena como la de Andrés Calamaro o Fito Páez, en algún detalle de la camiseta del personal que recuerda a la bandera celeste y blanca de ese país, o más simplemente, en sus empanadas y algunos de sus pinchos.
Pibä, que en bielorruso significa ‘cerveza’ pero que en la jerga argentina equivale a ‘chavala’, parte de un concepto básico: pinchos para comer con los dedos, y a lo sumo, variar con empanadas fritas de carne o de pollo, croquetas de salmón, hamburguesas de doble carne aplastada o pequeños bocadillos de pulled pork, vegano o de pollo con col.
Los pinchos son protagonistas en Pibä, como los de cuadril, bondiola y otros de carnes argentinas
Aquí no hay postre (esperemos que añadan pronto un cierre dulce) ni cubiertos: se trata de comer ligero en el pequeño interior o en la terraza en la esquina de Granados con Provença, degustar alguna de las cervezas artesanas que producen ellos mismos o los cócteles propios (recomendado el Johnnie Ginger).
Decíamos, los pinchos son los protagonistas. Cada canasta (7 a 14 euros) trae tres unidades, que pueden ser de salmón, pulpo, atún rojo, pollo, queso o alcachofa. Pero si se puede elegir, que sean los de carne importada de las Pampas, que se nota en la ternura y la calidad del corte; como los de entraña, cuadril o bondiola.
Pibä nació de la mano del chef Daniel Tolosa (triple campeón del Cuchara de Oro en ese país) hace siete años en Buenos Aires, y tras la apertura de 10 locales en la capital argentina y alrededores saltaron en 2019 a Milán. “Hace ocho meses desembarcamos en Barcelona, que es un lugar ideal para la cultura del ‘picoteo’”, cuenta a Tendenciashoy su jefe de operaciones Emanuel Schuster.
El local abre todos los días desde las 12:00, y a diferencia de otros restaurantes, aquí es posible comer hasta la 1:30 de la noche.
Flying Monkey: tapeo y bocadillos un toque sosfisticados
Aunque el local de Amigó 37, esquina María Cubí, sea pequeño, a lo sumo extensible con las mesas en la terraza, este restaurante abierto en mayo destila un espíritu amigable, un lugar donde se puede ir en plan brunch, a picar algo o cenar liviano sin prisas ni presiones por los horarios.
Esta es la nueva apuesta de la cocinera Ronit Stern y su marido Rafael Campos, reconocidos en el ambiente por La Balabusta y Autos Rosellón; aunque con un giro diferente, enfocado en platos para comer con las manos que representan una síntesis de la cocina mediterránea, desde Cádiz a El Líbano.
La idea es evitar el mareo del comensal: solo hay una docena de ‘platillos volantes’, como los llaman con un dejo de ironía, que pueden ir desde el hummus con setas del del bosque al guacamole con encurtidos y fetas; o desde los minitacos de atún blue fin al babaganoush con pico de gallo.
Algunos de los platos imprescindibles son el bocadillo de pastrami de pollo y bacon, la fantástica tosta de taco de pulled pork, el cordero eco de Cal Tomás servido en pita, donde se nota la cocción de 18 horas que lo deja más que tierno, o el curioso pero recomendado bocadillo cubano de Monkey, con carne de cerdo, jamón dulce, queso manchego servido en pan challah, típico de Israel.
En Flying Monkey manipulan los productos lo menos posible para poder captar mejor los sabores, pasión que se transmite en la nutrida carta de vinos naturales y en el café de especialidad de Colombia.
Si alguien quedó hipnotizado por algunos de los panes que se usan para los bocadillos, aquí están a la venta para llevar a casa.
El precio medio es de 25 a 30 euros (sin bebidas), y hay un menú de mediodía a 16,50 euros.
Dos Manos: pitas y otras joyas importadas de Israel
“La cocina israelí no existe”. Epa, y eso no lo dice cualquiera, sino Eyal Arbiv, nacido y criado en Tel Aviv y residente en Barcelona hace 13 años, donde llegó para formarse en la escuela Hofmann, se enamoró de una mexicana, y abrió el Dos Manos (Torrent de l’Olla, 3) con el empresario gastronómico Ofer Kabilo.
Dos Manos es uno de los pocos restaurantes de Barcelona especializado en cocina israelí
“La cocina de Israel es una suma de sabores de varias partes del mundo, de nuestra tierra pero también de la diáspora, con platos de España o del Magreb, de Yemen o de Irán”, describe.
Esa síntesis de cocina del Mediterráneo y Oriente Medio es la que se refleja en la carta, donde como su nombre anticipa, (casi) todo es para comer con las dos manos.
Con un precio medio de 20 a 25 euros, en este pequeño local de Gràcia que recuerda a los locales de comida rápida y veganas de Tel Aviv, la propuesta es pedir un par de platos para compartir y luego animarse a un pita por persona, que terminan siendo más abundante de lo que uno espera.
Para empezar este viaje a la cocina más cosmopolita de Israel probamos el Bonfire (berenjena asada con queso, tahini y miel de dátil) y el Balagan (coliflor, tomate rallado y hierbas); una interesante conjunción rematada por el tradicional Shakshuka (que también se puede pedir en modo brunch), con los tomates cocidos a fuego lento y los huevos escalfados con un toque de tahini y servidos bien caliente, como corresponde.
El Halloween (calabaza dulce con miel de granada y harissa picante), el boniato frito crujiente con ajo y cítrico, o las Vine Leaves (hojas de parra rellenas de arroz) recuerdan cuán importante son las legumbres, verduras y otros derivados del reino vegetal en la dieta de ese país.
Atención al especial del día, que cambia según “la locura del chef” y la temporada; que en verano deriva en unos crocantes falafel.
Si se quiere comer liviano, están las opciones de hummus como el clásico tahini, el de coliflor o el sabij con huevo y berenjena.
Pero si se aspira a algo más contundente, elijan sin dudar las pitas. En nuestro caso, fueron las Oh Mama (pechuga de pollo crujiente, ensalada fresca, berenjena frita y tahini) y la All Night (carne de larga cocción, col blanca, tomate y cebolla asada).
Las combinaciones de carnes de pollo, ternera, pescado y cordero con verduras aterrizan en otras pitas como la Aliza, la Greek, la Arayes o la Tivon Eat (ideal para veganos)
Y de postre, pequeñas gemas del Mediterráneo oriental como el malabi (con frutos rojos y coco) y el kanafeh (con queso de cabra y oveja).
The Pan’s Club: la mejor quiche de la ciudad (y quizás del mundo)
Dicen que en este pequeño local del Born (Plaça de la Llana 16) se sirve la mejor quiche del mundo. ¿Es para tanto? Bueno, así lo decidieron el año pasado en la Association pour la Protection de la Quiche, que le otorgó el premio a la mejor preparación de esta tarta autóctona de Francia del 2022.
Y al probar su textura suave, con añadidos más intensos como el queso de cabra o los tomates confitados se entiende que el jurado estaba bien encaminado.
Los responsables son el matrimonio de la bretona Fabie y el parisino Frank, que decidieron dar un giro a su vida y se lanzaron a la aventura gastronómica en Barcelona asesorados por la chef francesa Chloée Saada.
En el local se ofrecen una media docena de quiches, que van rotando en sabores día a día según la inspiración que tenga Fabie cada jornada.
En total hay 18 opciones, muchas de ellas representantes de regiones de Francia, como la Lorraine (jamón dulce y emmental), la Provençale (calabaza ligeramente asada y queso de cabra) o la Parisienne (puerros, jamón y emmental); a las que se suman elaboraciones como la Verde (espinacas y queso de cabra), la Athina (tomates confitados, rúcula, albahaca y mozzarella) o la Nórdica (salmón fresco y espinacas), entre otras.
En The Pan’s Club las quiches se venden en porciones (4,90 euros), acompañadas de ensaladas que combinan berenjenas, patatas, boniato, quinoa, zanahoria y otros vegetales.
Con un par de mesas altas y algunas banquetas, más que comer en el lugar el plan es pedir cajas para llevar, con la porción de quiche, dos raciones pequeñas de ensalada y bebida a 9,90 euros; una interesante opción para comer liviano en la playa o en algún parque con una agradecida sombra.