Chalito, la expansión de los reyes de la milanesa
Porciones de buen tamaño, platos sencillos, precios accesibles: Chalito encuentra la fórmula para su crecimiento, como lo confirma su nuevo local en Poblenou

Chalito impulsa la costumbre sudamericana de la milanesa. Foto: Chalito
Poblenou sigue creciendo a toda velocidad: este barrio de Barcelona, que hace un puñado de décadas era un conglomerado de industrias y casas de obreros, en los últimos años se ha convertido en uno de los destinos favoritos de inversores inmobiliarios, empresas de servicios, centros de estudios y, por supuesto, emprendimientos gastronómicos.
A lo largo de la Rambla de Poblenou y calles aledañas conviven las tiendas de toda la vida con restaurantes que son una síntesis gastro del mundo: aquí un ramen japonés, allá uno de tapeo, ese es un italiano de pastas veganas, y dos locales más allá, un tex mex.
En esa Babel de sabores no faltaba mucho para que llegara uno de los platos que han irrumpido en la dieta de los barceloneses: la milanesa. Y en gran parte, gracias a la expansión de Chalito.
El crecimiento de Chalito
Esta cadena de restaurantes, nacida en Castelldefels, se ha convertido en el embajador más conocido de esta comida originaria del Río de la Plata, en una expansión que ha acompañado al crecimiento de la población inmigrante del sur de Sudamérica.
En este barrio de Sant Martí, han aterrizado en la estratégica esquina de Rambla de Poblenou 123 y Sancho de Ávila, en un local más pequeño (y tranquilo) que otras sucursales como la de Rambla Cataluña.
La verdad de la milanesa
La milanesa no tiene mucho secreto: es un corte de carne de ternera como tapa, redondo o rabillo de cadera, que se reboza y se cocina frita o al horno. También hay variantes de cerdo, pollo o berenjenas (los vegetarianos también tienen derecho), que se acompaña por toppings como jamón y queso, huevo o tomate.
Pero lo que hacen en Chalito es mover los límites de la tradición y experimentar con combinaciones que quizás hagan dudar a los puristas, pero que tienen éxito entre la clientela.
Las porciones son grandes, por lo que o se llega con hambre o se pide que la sobra sea para llevar a casa
Sus porciones no son pequeñas. Es lo que en Argentina se llamaría una ‘alta milanga’, un corte XXL del que seguramente sobrará un buen trozo para llevar a casa. Además de la normal, acompañada de patatas fritas o a la brasa, están las milanesas A Caballo (con dos huevos fritos), la Napolitana (jamón york, salsa de tomate y mozzarella) o la de Cinco Quesos (mozzarella, edam, roquefort, provolone y parmesano).
A partir de ahí, se presenta una quincena de combinaciones, de la que hemos probado la Pampa (jamón serrano, tomate, mozzarella, rúcula y parmesano) y la Criolla (provolone y salsa criolla); en una carta donde también se encuentran la Deluxe (cebolla caramelizada, bacon y huevo), la New York (bacon, cheddar y salsa BBQ) o la Caprese (mozzarella, tomates cherry y pesto).
También está la alternativa, como es más habitual en Uruguay, de servir la milanesa (en realidad, dos de ellas) al pan, como ser la Patagonia (doble queso havarti, cebolla salteada, huevo frito, lechuga y tomate), la Baires (con doble cheddar, bacon crujiente, pepinillos y salsa mostaza y miel) o la Charrúa (con queso brie, bacon crujiente, cebolla morada, huevo frito y salsa de pimientos caramelizada).
Más allá de las milanesas
Pero en Chalito no se limitan a las milanesas: como corresponde a un local de comidas rápidas, hay una docena de pizzas, como las clásicas margarita, fugazzeta, romana, 5 quesos, diávola, serrana o provolone. También se suman a la tendencia de los bowls, una variante chic de la ensalada con ingredientes como arroz integral, huevo duro, tomates cherry, pollo rebozado, parmesano, queso de cabra o aguacate.
La huella rioplatense también está presente con las populares empanadas, de carne, jamón asado y queso, cebolla y queso, pollo, caprese o humita (maíz). Y también hay un buen surtido de entrantes, pero ojo, son bastante llenadores, por lo que hay que ir con mucha hambre o estar preparados para compartir entre varios.
Los contundentes entrantes
En nuestro caso, probamos los rollitos Chalito, rellenos de queso y cerdo desmechado cocinado a baja temperatura por seis horas, de lo que solo pudimos terminar la mitad de las cinco unidades para no llegar agotados a la milanesa.
Los entrantes pueden ser muy llenadores, por lo que se sugiere compartir entre varios
Pero también se pueden elegir las patatas (bravas, con cheddar y carne, o al provenzal y parmesano), el chorizo criollo filiteado, la provoleta, o el contundente box Chalito, con trozos de milanesa, aros de cebolla, bolitas de queso, rolls Chalito y nachos.
Uno puede quedar KO ante tanta comida, pero la estratégica ubicación de la nevera con las tartas y los postres es un imán difícil de resistir. Fuimos cautos y compartimos una tarta de coco y dulce de leche, pero ahí esperan los alfajores de chocolate o de maicena, la tarta de queso, la chocotorta, la de ricota y dulce de leche o la arrolladora rogel, con crocantes capas unidas por dulce de leche y cubiertas de merengue.
El precio medio de la carta de Chalito está entre 25 y 30 euros, y con 11 locales abiertos entre Barcelona y Madrid (más algunas próximas inauguraciones), esta cadena se reafirma en su receta de platos accesibles y porciones abundantes, para que todo el mundo quede satisfecho.