Sal Mar, el restaurante que rescata la esencia marinera de Barceloneta
En el paseo marítimo de Barcelona aún persisten restaurante de arroces, pescados, tapas y carnes que recuerdan el espíritu informal de los chiringuitos de los años ‘80

En Sal Mar se puede disfrutar de una paella a pie de playa. Foto: Sal Mar
Las ventajas de ir a un restaurante en el paseo inferior del Passeig Marítim de Barcelona es que se puede comer o tomar una copa, literalmente, con los pies en la arena; como era costumbre en los chiringuitos de la Barceloneta que fueron arrasados por las excavadoras de los Juegos Olímpicos de 1992.
Ese pasado histórico se reivindica en Sal Mar(Pg.Marítim de la Barceloneta y Andrea Dòria), un local abierto en 2021 que rescata la cocina marinera de toda la vida, y que si bien su fuerte son los arroces y paellas, hay una variada carta por descubrir.
Cócteles y tapas en la previa
Una experiencia completa podría ser sumar la oferta gastro con el paquete Sunset frente al mar, donde por 20 euros se puede pasar un par de horas en las tumbonas junto con un par de cócteles clásicos (mai tai, mojito, piña colada, negroni, mimosa o el local Sal Mar Mule) con una tapa como guacamoles con totopos y pico de gallo, patatas bravas o croquetas de pollo asado.
Una vez que el sol se despidió y los colores se oscurecen, es hora de pasar a la sala o a la terraza, un balcón en primera línea de la playa para aprovechar las brisas.
El personal eficazmente comandado por el jefe de sala Jorge Chito acerca una carta donde lo clásico se combina con preparaciones modernas y de inspiraciones orientales, en una propuesta que ronda los 35 euros sin bebida.
En Sal Mar se combina una carta marinera de toda la vida con toques orientales, para darle una pátina de exotismo
Vamos con el tapeo
El tapeo se puede iniciar con el pulpo a la gallega con patatas y pimentón ahumado, los calamares a la andaluza, los mejillones con salsa thai; los langostinos rebozados de arroz verde vietnamita y panko; los tacos de pollo de corral con aguacate y cebolla encurtida; o el futomaki crujiente de pollo.
Como ya veníamos entonados con el aguacate y los cócteles previos, fuimos por algo más liviano como la fresca burrata con tartar de tomate con fresas (¡ojo!) y pesto de nueces; opción verde que comparte carta con la ensalada César con masala de pollo y crujiente de parmesano o el ceviche de salmón con mango.
Los arroces y paellas
Claro que en una primera visita íbamos a derivar a los arroces y paellas, como fue la de gamba roja y calamarcitos en una cama de arroz bomba DO Delta del Ebro, que estaba fuera de carta.
Era así de grande, y eso que se había preparado para una sola persona. Sin embargo, estaba tan bueno que el cuidado por la silueta quedó bien aparcado.
Otras alternativas de este capítulo son la paella del señorito, el arroz negro con cigalas y chipirones, el de pulpo y butifarra ibérica con tirabeques y alioli de pimentón o el de bogavante y sepia, entre otros.
Platos de mar y campo
Si se quiere elegir otros platos de esencia marítima, atención a la tierna suprema de lubina con verduras y arroz neroni, el atún de Almaraba con salteado de cebolleta y edamame, o los spaghettis al ‘nero di seppia al frutti de mare’.
Ahora bien, si se prefiere tirar hacia las carnes, están el entrecot madurado a la brasa con pimientos, la hamburguesa de ternera con cheddar o las brochetas de pollo vegano y verduras a la brasa.
Hay que tener en cuenta los platos fuera de carta, que se van renovando periódicamente, donde además de la citada paella de gamba roja, están los medallones de solomillo de ternera con salsa de ceps, las supremas de dorada con arroz basmanti y salsa nikkei, la ensalada marinera con gambas y vinagreta o la abundante fritura variada de la lonja, donde se pueden encontrar boquerones, burritos, pelayas y calamares.
El toque de la bebida
La bodega del Sal Mar está bastante bien provista. En blancos, tintos y rosados hay una treintena de referencias de DO españolas como Montsant, Rioja, Rueda, Penedès, Empordá, Ribera del Duero, Ribeiro o Conca de Barberá (como el Portell de la bodega Vinícola de Sarral que acompañó la cena); mientras que la velada puede culminar con cavas y champagnes catalanes y franceses o bien con algunos de los cócteles que replican la carta del tapeo de la tarde, para que sea el cierre justo de esta experiencia gastro con los pies en la arena. O muy cerca de ella.