Así golpean al empleo los aranceles de Trump: uno de cada cuatro trabajos dependen del extranjero
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. ECONOMÍA DIGITAL
La menor exposición directa de la economía española al comercio con Estados Unidos libra al tejido productivo del grueso del shock que supone la imposición de aranceles a la Unión Europea por parte de la Casa Blanca. Con datos de 2024, apenas el 1,3% de lo que se produce anualmente en España acaba aquel país, sea a través de las ventas directas o indirectas a terceros países.
Sin embargo, y a pesar de que hay determinados sectores (como los productores de aceite de oliva o de bebidas espirituosas) que ven peligrar parte de su negocio, el enfriamiento del comercio mundial que supondrá la escalada arancelaria tendrá impacto en la economía española a través de otros canales. Y uno fundamental es el del empleo: uno de cada cuatro puestos de trabajo en España depende del extranjero.
De acuerdo con un estudio reciente de Caixabank Research, un 25,3% del empleo en España (es decir, más de cinco millones de puestos de trabajo) depende de la demanda final extranjera, ya sea a través del comercio de bienes o de servicios, como puede ser el turismo. En concreto, el empleo que está ligado a la demanda procedente de Estados Unidos es el 2,2%, lo que supone en torno a 490.000 trabajadores, si tenemos en cuenta los datos de la última Encuesta de Población Activa.
Aunque reducida, la exposición en términos de empleo es superior al ámbito productivo. Pero inferior al de países como Alemania o Italia, con un 3,3% de los puestos de trabajo dependientes de la economía estadounidense. Con todo, señalan desde el centro de estudios, la dependencia española varía mucho en función del sector, siendo las industrias extractiva (53,6%) y manufacturera (45,7%), así como la agricultura (39,4%), las más expuestas a las decisiones del extranjero.
La gran dependencia en el empleo español proviene de la Unión Europea, con un 11,5% de los empleos, y una tasa superior a la de las economías del entorno, salvo Portugal, debido al mayor peso del sector turístico. Le sigue la del resto de países del mundo (10,5%) y, en menor medida, la exposición a China (1,1%).
El hecho de que gran parte del empleo español esté vinculado a la salud de la economía europea da importancia al acuerdo, ya negro sobre blanco, conocido esta semana. El acuerdo contempla una bajada del arancel a los vehículos del 27,5% que se le venía aplicando en los últimos meses al 15% general, pero solo una vez la Unión Europea comience los trámites para eliminar barreras a productos agroalimentarios procedentes de Estados Unidos.
La industria alemana (con un gran superávit comercial con Estados Unidos) y el automóvil tienen en España gran parte de la cadena de valor de componentes para su exportación. Y la incertidumbre comercial pasa factura a la economía teutona, que se contrajo en el segundo trimestre de este año un 0,3%, tres veces por encima de lo adelantado y tras un lustro de atonía en el que apenas ha conseguido superar el nivel prepandemia.
La exposición española al exterior es superior a la de Francia e Italia, segunda y tercera economías del euro, pero inferior a la exportadora locomotora alemana (26,5%) y a la economía portuguesa (30,9%).
Si la factura de los aranceles enfría todavía más la economía europea, la resistencia de España podría tener los días contados. De momento, el mercado laboral permanece robusto y la economía aceleró en el segundo trimestre, afianzando, ya casi seguro, un crecimiento superior al 2,5% del producto interior bruto (PIB) para este año. Pero la ralentización está casi asegurada y solo falta ver los mimbres con los que España resistirá los próximos shocks.