Ribera Salud despidió a su anterior CEO por incumplimiento “muy grave” y deslealtad con el grupo

La empresa que gestiona el Hospital de Torrejón y dueña del mayor hospital privado de Galicia justificó el cese de Elisa Tarazona por faltar a los deberes de "diligencia y lealtad" con la compañía; la reemplazó en el cargo Pablo Gallart, el CEO que recibió las denuncias internas

Elisa Tarazona y Alberto de Rosa, ex consejera delegada y expresidente de Ribera Salud / Ribera Salud

Elisa Tarazona y Alberto de Rosa, ex consejera delegada y expresidente de Ribera Salud / Ribera Salud

La crisis reputacional que atraviesa Ribera Salud por las grabaciones a su CEO, Pablo Gallart, en el Hospital de Torrejón viene precedida de otra crisis, menos ruidosa, pero con fuerte impacto a nivel interno. Gallart ascendió en la cúpula del grupo en mayo de este año, coincidiendo con la salida de dos ejecutivos clave, el entonces presidente, Aberto de Rosa, y la consejera delegada, Elisa Tarazona. De Rosa estaba ahí desde el principio, desde el siglo pasado, cuando se hizo cargo del Hospital de La Ribera que puso en marcha el modelo Alzira, un hospital público de gestión privada que imaginaron Eduardo Zaplana y su entonces consejero de Sanidad, Joaquín Farnós. Tarazona fue la persona que eligió para reemplazarlo como CEO en 2020, cuando fue nombrado director ejecutivo de Centene Corporation en Europa. Había estado en La Ribera con De Rosa, ocupaba la dirección de Operaciones y llevaba 20 años en la compañía que acababa de comprar Povisa, el mayor hospital privado de Galicia.

Ambos fueron cesados en mayo, lo que provocó el ascenso de Gallart, entonces responsable de Finanzas, a CEO de Ribera Salud. El movimiento se interpretó como un golpe de timón de Vivalto Santé, el holding francés que compró el grupo sanitario español a Centene en 2022, ante los resultados negativos que acumulaba la compañía y que habían alcanzado cotas elevadas en el año de la adquisición, con números rojos de 27 millones, posteriormente rebajados a 1,38 millones en 2023. Sin embargo, hubo algo más, unas conductas que la compañía consideró inaceptables y que desembocaron en los despidos.

Incumplimiento «muy grave»

De ello dejó constancia la propia Ribera Salud en las actas de las juntas de accionistas que celebró en diversas sociedades y en las que aprobó el cese como administradora de las mismas de Elisa Tarazona. Lo hizo, por ejemplo, en Povisa, depositando dicha acta en el Registro Mercantil de Pontevedra, pero también en Valencia, con las actas de la propia Ribera Salud. En el hospital de Vigo, el documento firmado por el director financiero del grupo, Daniel García Millán, detalla que el cese de la consejera delegada se produjo «tras conocer determinados hechos llevados a cabo por su parte y que son constitutivos de un incumplimiento muy grave de sus deberes fiduciarios como consejera».

Añade que «estas conductas suponen una clara vulneración de los principios más elementales que presiden el Grupo Ribera Salud, así como un quebranto irreparable del deber de diligencia y lealtad«. El requerimiento de actuar con lealtad y diligencia debida está recogido en el código ético del grupo, aunque de manera genérica, aludiendo, por ejemplo, a la necesidad de hacer un análisis «riguroso» de riesgos en la relación con terceros o en garantizar que las actividades que se emprenden son licitas.

Fuentes del sector apuntan que el conflicto con la entonces CEO estaría vinculado a la difusión inapropiada de información confidencial del grupo, entre otros motivos, y que el despido, que fue considerado objetivo por parte del consejo de administración –es decir, sin indemnización– está judicializado. Consultada por este medio, Ribera Salud descartó pronunciarse sobre el cese de Tarazona y De Rosa y se remitió al comunicado enviado a los medios el pasado mayo, cuando se anunció el nombramiento de Gallart como consejero delegado.

El crecimiento de Ribera Salud

En todo caso, estas acusaciones a los dos principales ejecutivos del grupo hasta el pasado mayo van más allá de la opinión más extendida en el sector de la sanidad privada, donde consideraban que la caída de los históricos directivos se debía a la puesta en marcha de un agresivo plan de crecimiento en el que no cuadraban los números. Estas mismas fuentes ubican en el sector crítico con la gestión de Tarazona y De Rosa al entonces director financiero, Pablo Gallart.

Del plan de expansión de Ribera Salud hay sobradas pruebas. Después de comprar Povisa se hizo con el hospital lucense Polusa, con el ferrolano Juan Cardona, con las clínicas Santo Domingo de Lugo y Assistence de A Coruña. Y eso solo en Galicia. En Aragón y Asturias incorporó los hospitales HC Miraflores y Covadonga; en Portugal se hizo con la gestión del hospital de Cascais; en la Comunidad Valenciana compró el centro médico Pasarela de l’Eliana o el hospital de traumatología y rehabilitación IMSKE; en Murcia se quedó el grupo de clínicas Cardiosalus.

La dieta de engorde del grupo valenciano, que alcanzó los 900 millones de ingresos, contribuyó al proceso de concentración de la sanidad privada en España, en competición con otros grandes operadores como Quirón, HM o Vithas.

Tarazona preside la fundación Ribera

La salida del expresidente y de la ex consejera delegada se hizo pública mediante un comunicado el pasado 22 de mayo en el que se anunciaba una «reorganización» del consejo de administración «dentro de un plan que tiene como objetivo apostar por el mercado español, en línea con los valores de integridad y el compromiso que rigen la estrategia y buen hacer de Vivalto Santé«. Vinculaba los cambios a «reforzar las sinergias y el alineamiento estratégico con la cultura corporativa del grupo francés».

Emmanuel de Geuser, consejero delegado del Grupo Vivalto Santé, asumió la presidencia del consejo y Pablo Gallart se convirtió, «de forma interina», en el CEO del grupo. Elisa Tarazona se mantuvo en la presidencia de la Fundación Ribera, constituida en 2022 con la «voluntad de promover e impulsar el modelo de medicina preventiva, predictiva, participativa, personalizada y poblacional del grupo sanitario Ribera».

Unos meses después, El País publicó la grabación de Gallart en la que pedía engordar las listas de espera y rechazar procedimientos no rentables para mejorar los números en el Hospital de Torrejón, y trascendían las denuncias internas contra él por inducir a conductas que podrían generar una desigualdad en la atención a pacientes. A diferencia de lo que sucedió con Tarazona y De Rosa, Ribera Salud no ve motivos para cesar al nuevo CEO. Al contrario, le ha mostrado su apoyo, atribuyendo a filtraciones «malintencionadas» la aparición de los audios, que además considera «descontextualizados». El grupo ha realizado auditorías en el Hospital de Torrejón que «avalan la buena gestión asistencial» en el centro, aseguró Emmanuel de Geuser en un comunicado oficial.

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