La economía sostenible, el gran reto de la industria

Las empresas gallegas están demostrando que es posible conciliar crecimiento económico con responsabilidad ambiental y social, algo que no solo responde a las expectativas de los consumidores y reguladores, sino que también abre nuevos nichos de mercado

El mundo empresarial europeo y español se enfrenta a un momento de transformación sin precedentes. La sostenibilidad, en sus vertientes social, ambiental y económica, ha dejado de ser una cuestión opcional o de reputación para convertirse en una exigencia estratégica que determinará la competitividad de las empresas y de nuestras economías en las próximas décadas. En este contexto, desde la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) creemos firmemente que la economía sostenible no es solo un desafío; es una oportunidad para reconfigurar nuestra industria y nuestro modelo productivo hacia un futuro más resiliente, eficiente y competitivo.

La sostenibilidad se ha convertido en un eje central de las políticas económicas y empresariales. Desde la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) se vienen articulando estrategias y planes de acción en materia de sostenibilidad que buscan integrar criterios ambientales, sociales y de buen gobierno (ASG) en la actividad empresarial. Estos planes contemplan desde la adaptación a nuevas normativas de reporte de sostenibilidad hasta la promoción de buenas prácticas en economía circular y la gestión de emisiones de carbono, con la intención de preparar a las empresas para los retos regulatorios y de mercado que se avecinan, tanto en España como en la Unión Europea.

La industria _tradicionalmente un motor económico, de empleo y de innovación_ está en el centro de esta transición. La descarbonización, la eficiencia energética, la transformación de procesos productivos y la adopción de nuevos modelos circulares son claves para que nuestras industrias no solo cumplan con las exigencias legislativas, sino que compitan con éxito en los mercados globales.

En Galicia, la CEG ha asumido con determinación la necesidad de integrar la sostenibilidad en la agenda empresarial. En 2025 hemos impulsado un ciclo de jornadas centradas en la sostenibilidad con el objetivo de informar, capacitar y fomentar prácticas sostenibles entre las empresas gallegas, especialmente a través del conocimiento sobre herramientas como los Certificados de Ahorro Energético (CAE), que permiten a las compañías recuperar parte de las inversiones en eficiencia energética, reduciendo costes y reforzando su competitividad.

Además, hemos promovido convenios estratégicos con entidades financieras como Banco Sabadell Gallego y Abanca, movilizando cientos de millones de euros en líneas de financiación para proyectos de transformación, innovación y sostenibilidad. Estas iniciativas no solo ayudan a las empresas a acceder a recursos financieros en condiciones competitivas, sino que también facilitan inversiones esenciales en tecnologías limpias, digitalización y adaptación de procesos industriales.

La sostenibilidad no es, por tanto, un concepto abstracto para la CEG. Es una palanca real de competitividad y modernización que ya está siendo asumida por empresas gallegas en múltiples sectores, desde la industria manufacturera hasta la transformación energética y la economía de servicios.

Muchas empresas de nuestra comunidad ya están incorporando prácticas sostenibles que van más allá del cumplimiento normativo:

Eficiencia energética y economía circular: Empresas del tejido productivo gallego han trabajado con sistemas de optimización energética que han generado ahorros de decenas de gigavatios-hora al año, lo que se traduce en millones de euros de ingresos adicionales para estas compañías.

Inversiones en innovación ambiental: Las inversiones orientadas a procesos más eficientes y menos intensivos en recursos están permitiendo a industrias tradicionales ganar competitividad y posicionarse mejor en mercados exigentes en términos de sostenibilidad.

Estos ejemplos, aunque solo ilustrativos, muestran que Galicia no está al margen de la revolución sostenible, sino que forma parte activa de ella. Las empresas gallegas están demostrando que es posible conciliar crecimiento económico con responsabilidad ambiental y social, algo que no solo responde a las expectativas de los consumidores y reguladores, sino que también abre nuevos nichos de mercado y oportunidades de exportación.

La sostenibilidad empresarial no se construye en solitario; requiere de un marco regulatorio claro, coherente y estable, así como de un diálogo social que integre intereses de empresas, trabajadores y administraciones públicas. En este sentido, la colaboración entre la CEG y la CEOE es constante, articulando posicionamientos que permitan avanzar en políticas que fomenten la sostenibilidad sin comprometer la competitividad.

La CEOE ha venido trabajando en iniciativas de apoyo a la transición ecológica, promoviendo grupos de trabajo, informes técnicos y actividades de difusión que ayudan a las empresas a comprender y aplicar las nuevas exigencias de sostenibilidad y reporte corporativo, especialmente en un entorno regulatorio europeo cada vez más exigente.

Es igualmente importante destacar que la sostenibilidad no es solo una cuestión ambiental. Implica aspectos sociales, como la formación y cualificación de la mano de obra para los nuevos modelos productivos, y de gobernanza, como la transparencia y la responsabilidad corporativa, elementos que confluyen en una industria más robusta, atractiva y resiliente.

Los desafíos de la sostenibilidad

A pesar de los avances, no podemos ignorar que el camino hacia una economía sostenible está lleno de desafíos:

Inversión y financiación: Las inversiones necesarias para modernizar procesos industriales, implementar tecnologías limpias y adaptarse a nuevos estándares requieren recursos significativos. La colaboración público-privada y el acceso a financiación eficiente son esenciales para que las pymes, en particular, no queden rezagadas.

Formación y talento: La sostenibilidad demanda nuevas habilidades, desde la gestión de huellas de carbono hasta la adopción de tecnologías verdes. La formación profesional y la formación continua deben ser prioridad para asegurar que nuestra fuerza laboral esté a la altura de las nuevas demandas.

Competitividad global: Mientras avanzamos en sostenibilidad, también debemos asegurarnos de que nuestras empresas mantengan competitividad frente a mercados donde las exigencias regulatorias y los costes pueden ser diferentes.

Aquí la CEG seguirá siendo un actor que impulsa propuestas constructivas, buscando que la sostenibilidad se entienda no como una carga, sino como una ventaja estratégica que refuerce la posición competitiva de nuestras industrias gallegas y españolas.

Además, los datos muestran que la transición hacia modelos productivos más sostenibles ya se traduce en inversiones y resultados concretos, pero también en enormes desafíos por delante. A nivel europeo, solo 37% de las emisiones de alcance 3 (las indirectas, como las de la cadena de suministro) están siendo abordadas con medidas de descarbonización, lo que evidencia la velocidad todavía insuficiente de muchos esfuerzos corporativos en ámbitos clave de la huella total de emisiones. No obstante, las empresas sí han conseguido reducir sus emisiones directas (alcances 1 y 2) en torno a un 14% entre 2019 y 2022, incluso mientras sus ingresos crecían un 8%, lo que demuestra que las actuaciones en sostenibilidad pueden convivir con la expansión del negocio.

En el ámbito de las inversiones, los actores públicos y privados están incrementando los recursos destinados a impulsar la descarbonización industrial. Por ejemplo, en España el PERTE de descarbonización industrial moviliza inversiones totales de hasta 11.800 millones de euros, respaldados por 3.100 millones de euros de inversión pública, con el objetivo de incrementar la competitividad del sector en torno a un 10%, crear aproximadamente 8.000 empleos y reducir emisiones en más de 13 millones de toneladas de CO₂ al año.

Además, a nivel de compañías, grandes grupos como Acciona han alineado prácticamente el 99,6% de sus inversiones totales con actividades sostenibles, con cerca de 2.780 millones de euros invertidos en 2024, reduciendo simultáneamente emisiones de alcance 1 y 2 mientras impulsan energía renovable y programas de impacto social.

En Galicia, la transición hacia la sostenibilidad ya se traduce en impactos económicos cuantificables para las empresas. Gracias al nuevo sistema de Certificados de Ahorro Energético (CAE), las compañías gallegas han solicitado hasta marzo de 2025 proyectos que implican un ahorro energético de 470,1 GWh, lo que las sitúa como la segunda comunidad con mayor volumen de ahorro energético solicitado en España. Ese esfuerzo se ha convertido en un beneficio económico directo para las empresas, que han recuperado en torno a 60 millones de euros mediante la venta de estos certificados, reduciendo así los costes asociados a la energía y mejorando su competitividad.

Además, el compromiso con la eficiencia y la protección ambiental se refleja en el gasto empresarial: en 2022 el gasto en protección ambiental de las empresas gallegas ascendió a 193 millones de euros, un 12,7% más que en 2021, con alrededor de 66 millones destinados a inversión directa en protección ambiental, aunque todavía por debajo de los niveles previos a la pandemia.

Estos números reflejan dos realidades convergentes: por un lado, las inversiones y acciones que las empresas ya están realizando tienen un retorno tangible en términos de ahorro y eficiencia; por otro, el esfuerzo inversor en sostenibilidad todavía tiene margen de crecimiento para alcanzar niveles más acordes con las necesidades de descarbonización profunda y competitividad a largo plazo.

También hay señales de inversión relacionada con tecnologías que apoyan la sostenibilidad y la transformación productiva. Por ejemplo, en 2023 el tejido empresarial gallego destinó más de 150 millones de euros a ciberseguridad, con un aumento de inversión superior al 30% respecto al año anterior, lo que refleja cómo las empresas están comprometidas con la digitalización de procesos que, a su vez, puede facilitar mejoras en la eficiencia energética y la optimización de recursos.

A nivel de hogares, aunque Galicia no ofrece aún estadísticas específicas sobre ahorro energético derivado de la descarbonización doméstica en 2025, el impulso a sistemas como bombas de calor o tecnologías de autoconsumo _en línea con las tendencias nacionales de electrificación y eficiencia energética_ es clave para que las familias reduzcan su factura energética y contribuyan a objetivos de emisiones a largo plazo. La adopción de tecnologías de eficiencia energética puede reducir los costes energéticos de un hogar hasta en torno a 20% o más, según estudios de comunidades energéticas locales y optimización de redes eléctricas, al tiempo que disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero.

La economía sostenible es, sin duda, uno de los grandes retos de nuestra industria, pero también es una de sus mayores oportunidades. No se trata solamente de cumplir con requisitos legales o de mejorar la imagen corporativa: se trata de asegurar la viabilidad a largo plazo de nuestras empresas, de fortalecer su capacidad para competir globalmente y de contribuir a un desarrollo económico que no comprometa los recursos de las futuras generaciones.

Desde la CEG, junto con la CEOE, y con el compromiso de nuestras empresas, trabajamos cada día para hacer de la sostenibilidad una realidad tangible, integradora y generadora de crecimiento. Este reto nos exige innovación, adaptación y cooperación, pero estoy convencido de que es precisamente a través de este esfuerzo colectivo como construiremos una industria más fuerte, más verde y más próspera para Galicia y para España en su conjunto.

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