La coordinación de los aeropuertos gallegos

El futuro de la conectividad aérea de Galicia pasa por una coordinación integrada; no podemos seguir viendo nuestros aeropuertos como entidades aisladas que compiten entre sí

Ryanair

Imagen de archivo de un avión de Ryanair a punto de despegar

La Eurorregión Galicia–Norte de Portugal se encuentra en una posición estratégica de enorme valor, situada en el eje atlántico europeo y con acceso directo a rutas marítimas intercontinentales, y nos brinda la oportunidad de una planificación conjunta y de una promoción coordinada, buscando maximizar el potencial aéreo del conjunto. Sin embargo, esta ventaja geográfica aún no se traduce plenamente en competitividad ni en cohesión territorial.

Para ello, necesitamos mesas de diálogo con nuestros vecinos portugueses para explorar cómo podemos complementarnos sin debilitarnos mutuamente, identificando nichos de mercado y potenciando la oferta global. La colaboración en este sentido, lejos de ser una amenaza, enriquecerá a ambos territorios.

Las prioridades, al menos algunas de ellas, están claras: la modernización ferroviaria Galicia–Oporto; el impulso al transporte público intermodal; el refuerzo de la red portuaria y logística; la consolidación de un hub industrial e innovador y una estrategia turística común en torno al Camino Portugués.

En relación con las infraestructuras aeroportuarias, debemos avanzar hacia un modelo que las conciba como un sistema complementario, donde cada una potencie a la otra, optimizando la oferta conjunta y cubriendo de forma más efectiva las necesidades de toda la comunidad. La especialización, la complementariedad de rutas y una estrategia común de captación de aerolíneas son pasos esenciales.

La competitividad y cohesión de Galicia y norte de Portugal dependerán de nuestra capacidad para avanzar en estas líneas de manera conjunta. Solo así la eurorregión podrá consolidarse como un referente europeo de cooperación, innovación y desarrollo equilibrado, un espacio donde la integración no sea un discurso, sino una realidad tangible para empresas, trabajadores y ciudadanos.

El anuncio por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, sobre un plan de inversión de 12.900 millones de euros en los aeropuertos de Aena entre 2027 y 2031 debería ofrecer una oportunidad para abordar estos desafíos en los aeropuertos de Galicia, aunque probablemente el foco no esté en nuestra comunidad.

Una estrategia eurorregional

El compromiso de la Confederación de Empresarios de Galicia (CEG) es firme: avanzar de la mano de las instituciones públicas, el tejido empresarial y la sociedad civil para que Galicia y el Norte de Portugal se consoliden como un referente europeo en cooperación estratégica, innovación y desarrollo equilibrado. Queremos proyectar a la eurorregión como un polo de atracción de inversiones, generador de oportunidades y garante de progreso, capaz de mejorar la calidad de vida de toda nuestra ciudadanía.

Así, desde la CEG proponemos una agenda que pasa por diseñar una verdadera política de red para Galicia, con incentivos coordinados, no solapados, y con el objetivo dar servicio a las necesidades de Galicia y sus ciudadanos que hoy vuelan por Oporto cuando no encuentran oferta aquí.

Dicha agenda pasa también por la creación de una mesa aeroportuaria de la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal, en la que se compartan datos de demanda, se trabaje en evitar duplicidades en incentivos y en crear productos combinados (bus/rail + avión) que faciliten la alimentación recíproca.

Debemos dar salida a las necesidades durante todo el año. Ello pasa por un plan de continuidad invierno 2025–verano 2026, dando respuesta a los recortes de determinadas líneas con la priorización de rutas troncales y frecuencias sobre “flashes” estacionales, con paquetes de riesgo compartido y marketing cooperativo entre administraciones y comerciales de Aena focalizadas en aeropuertos periféricos para proteger la conectividad esencial.

Es también imprescindible apostar por la intermodalidad: ello pasa por acelerar el eje Vigo–Oporto de alta velocidad y su engarce con los aeropuertos. La CEG ha defendido priorizar el Vigo–Oporto por su retorno económico y de integración laboral. No es “tren vs avión”, es sumar: el tren alimenta aeropuertos y reduce costes puerta a puerta para el negocio transfronterizo. Es necesario contar con un calendario e hitos públicos.

Finalmente, sería muy útil contar con un observatorio de conectividad de la eurorregión, que ofrezca entre otra información datos mensuales (Aena/ANA) de pasajeros, ocupaciones y mix negocio/ocio por ruta, o un panel de alertas ante riesgos de salida de operadores. Ello permitirá, con datos como los de movilidad transfronteriza (33.000 residentes, 14.500 trabajadores), diseñar mejor la red de rutas.

Además de esto, no podemos negar la realidad de que el Aeropuerto Francisco Sá Carneiro de Oporto se ha consolidado como una infraestructura aeroportuaria de referencia y un importante motor económico para el Norte de Portugal. Para una parte considerable de nuestra ciudadanía y de nuestro tejido empresarial, Oporto se ha convertido en una alternativa real y, en ocasiones, la única opción viable para acceder a un abanico de destinos y frecuencias que nuestros aeropuertos, en la actualidad, no ofrecen.

Aeroporto Francisco Sá Carneiro, en Oporto / ANA

Esta situación nos lleva a una profunda reflexión. Nuestra visión para la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal es la de un espacio de colaboración y sinergias, no de rivalidad. Sin embargo, la colaboración debe ser constructiva y equilibrada, sin que suponga una erosión de las capacidades propias de una de las partes. Observamos cómo el dinamismo de Oporto, a veces, atrae flujos de pasajeros gallegos que podrían, y deberían, ser gestionados desde nuestros propios aeropuertos si tuviéramos una oferta adecuada.

Por ello, la clave no reside en ignorar Oporto, sino en integrarlo en una estrategia eurorregional más amplia, pero con la clara premisa de coordinar y potenciar nuestros propios activos.

Debemos trabajar para que nuestros tres aeropuertos gallegos –Santiago, Vigo y A Coruña– no solo sobrevivan, sino que prosperen, convirtiéndose en el principal referente para la conectividad de Galicia. Oporto puede ser un complemento valioso para rutas muy específicas o de largo radio que justifiquen una inversión masiva, pero nunca debe ser la solución por defecto para la demanda interna gallega.

El golpe de Ryanair

El reciente anuncio sobre la reestructuración de la base de Ryanair en Galicia y la consiguiente reducción de destinos y frecuencias nos interpela directamente. Es una decisión que, si bien puede responder a lógicas empresariales de la aerolínea, genera un impacto significativo en el conjunto del tejido empresarial y social gallego.

Hablamos de la potencial supresión de más de 1,25 millones de plazas anuales solo en Galicia y la reducción de cerca de 70 frecuencias semanales a partir de enero de 2026. Estas cifras no son meros números; representan oportunidades perdidas, limitaciones para la movilidad y, en última instancia, un desafío a nuestra competitividad como comunidad autónoma.

Es innegable que la pérdida de un volumen tan considerable de plazas y destinos afectará a la internacionalización de nuestras empresas, la atracción de nuevas inversiones y la dinamización de un sector turístico clave en nuestra economía.

Instrumentos de coordinación como el Comité de Coordinación Aeroportuaria de Galicia u otros que se puedan articular, deben jugar un papel crucial para abordar una agenda clara de medidas, porque la pérdida de conectividad perjudica a Galicia.

El futuro de la conectividad aérea de Galicia pasa por una gestión y coordinación aeroportuaria mucho más eficiente e integrada. No podemos seguir percibiendo nuestros aeropuertos –Santiago, Vigo y A Coruña– como entidades aisladas que compiten entre sí.

Historias como esta, en su bandeja de entrada cada mañana.

O apúntese a nuestro  canal de Whatsapp

Deja una respuesta