Casado cede: el PP vuelve a buscar un nuevo líder tres años y medio después

Casado sacrifica a García Egea como secretario general y anuncia un Congreso Extraordinario que elija un nuevo liderazgo, aunque por ahora no ha desvelado su dimisión

El líder del PP, Pablo Casado, junto al expresidente Mariano Rajoy en la Convención Nacional del partido. Foto: David Mudarra/PP

El líder del PP, Pablo Casado, junto al expresidente Mariano Rajoy en la Convención Nacional del partido. Foto: David Mudarra/PP

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El Partido Popular vuelve a buscar un nuevo líder. El presidente del PP, Pablo Casado, decidió ayer ceder (parcialmente) ante las presiones y anunciar la convocatoria de un congreso extraordinario donde el partido elija un nuevo liderazgo. Es el colofón final a una lucha sin cuartel entre Génova y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, finalmente apoyada por los barones regionales, como Alberto Núñez Feijóo. Casado, aunque no ha dimitido formalmente, sacrificó a su mano derecha, Teodoro García Egea, y acató la petición unánime del partido de dar un paso atrás y favorecer un cónclave para buscar un liderazgo de unidad.

Este liderazgo recaerá, con toda probabilidad, en el presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo. Ha sido este barón del PP el que ha liderado durante los últimos días la iniciativa para pedir a Casado el fin de su dirección al frente del partido, tras filtrarse que Génova había investigado y espiado a Ayuso, y después de que Casado acusara sin pruebas en la Cadena Cope a Ayuso y su familia de enriquecerse, quizás ilegalmente, con contratos sanitarios durante la pandemia. Pero a nadie se le escapa que Feijóo, básicamente, tendrá como función gestionar el ascenso de Díaz Ayuso como principal referente de la derecha en los próximos años.

El Partido Popular vive un nuevo episodio traumático, que recuerda al escenario post moción de censura a Mariano Rajoy en 2018. De nuevo, saltan por los aires los planes orgánicos, que entonces pasaban por dejar el testigo del PP en manos de Soraya Sáenz de Santamaría. Igual que entonces, la ‘arrogancia’ de pensar que el partido era fácilmente controlable desde la sede nacional quedan anulados. La lucha que libraron Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal por el legado de Mariano Rajoy fue fácilmente superado por un joven Pablo Casado, que había tejido ciertas complicidades en el partido, todas ellas unidas por un rechazo al ‘aparato monclovita’. Entonces, Casado triunfó por su capacidad de rechazar estructuras anquilosadas en el poder orgánico, y ahora se le ha criticado precisamente por ‘encerrarse’ en su despacho.

Casado, atrincherado

Casado ha querido evitar su destitución hasta el último momento. Atrincherado en Génova con Egea, el líder del PP llegó a pensar que tenía suficientes apoyos territoriales como para frenar la ofensiva de Feijóo, Ayuso, Juanma Moreno (Andalucía), Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León), Carlos Iturgaiz (País Vasco) y otros dirigentes regionales. Pero en las últimas 24 sus apoyos se han desmoronado como un castillo de naipes.

El futuro pasa, indican todas las fuentes, por un congreso extraordinario en marzo que desemboque en una candidatura unitaria que recaiga en Feijóo como presidente del partido. Sería una situación temporal, puesto que en ningún momento Feijóo ni Díaz Ayuso han expresado sus intenciones de liderar las listas del PP para las elecciones generales de finales de 2023 (o inicios de 2024).

Así, un PP gobernado por los barones, permitiría a Feijóo asumir inicialmente el control del PP sin exponerse a rivalidades internas, puesto que seguiría manteniendo la presidencia de la Xunta de Galicia y viviría a caballo entre Madrid y Galicia. Por su parte, Ayuso también ha querido subrayar que su lugar «está en Madrid» y dice que no tiene ninguna intención de disputar la carrera hacia La Moncloa. Es decir; una vez depuesto a Casado, la fórmula permite ‘aplazar’ temporalmente la lucha por el liderazgo total del PP.

La candidatura ‘Feijóo’

Este es el escenario de consenso que se abre tras el derrumbe de Génova. Casado, a pesar de todo, no ha dicho la última palabra. En el partido asumen que solo está buscando la forma de simular una transición ordenada que le permita mantener cierta dignidad en el PP ‘post casado’. Aunque, por otro lado, no puede descartarse que todavía ambicione alguna forma en la que busque ser reelegido o un papel destacado en la organización.

Lo cierto es que es una opción muy remota, después de haber perdido los apoyos internos que todavía permanecían a su lado, como es el grueso del comité de dirección. A ello hay que sumar la salida conflictiva de Egea de Génova, la persona que ha estado organizando durante los últimos dos años la nueva estructura orgánica del PP a nivel provincial.

Movimientos territoriales

No hay ningún estrato del PP que no se haya visto afectado por la crisis. El grupo parlamentario ha estado dividido en los últimos días. Quienes se habían mostrado más ‘casadistas’ han finalmente aceptado el nuevo marco post Casado, aunque muchos no van a olvidar las presiones recibidas. También están en el aire algunas direcciones, como la del PP catalán, muy divididas y en las que ni siquiera la victoria de Feijóo puede garantizar su supervivencia.

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