José Domingo: «Los indultos han ofrecido una salida institucional a la violencia en Cataluña»

El presidente de Impulso Ciudadano asegura en una entrevista a Economía Digital que "en Cataluña hay un silencio cómplice con la violencia"

José Domingo, presidente de Impulso Ciudadano: "Los indultos han ofrecido una salida institucional a la violencia en Cataluña"

José Domingo, presidente de Impulso Ciudadano: «Los indultos han ofrecido una salida institucional a la violencia en Cataluña»

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José Domingo Domingo (Barcelona, 1959) fue diputado en el Parlament de Cataluña de 2006 a 2010. Dejó la Cámara autonómica, pero ha seguido de cerca la convulsa actividad política catalana en las dos últimas décadas. 

Al frente de la plataforma Impulso Ciudadano, además, analiza la evolución de la violencia política existente en Cataluña. Una lacra que sigue de actualidad después tras los insultos a un profesor en la Universidad de Barcelona. 

-Pregunta: La semana pasada vivimos un nuevo episodio desagradable en la Universidad de Barcelona, con los insulsos  recibidos por el profesor Ricardo García Manriquez. ¿Está volviendo la violencia a la universidad? 

-Respuesta: En el caso de Ricardo García Manriquez no hablaría tanto de violencia, pero sí de desprecio a la libertad de expresión y un intento de coacción a través del insulto. Hay que tener en cuenta que lo que reflejó el caso de Ricardo García Manrique fue una absoluta falta de amparo institucional ante insultos graves de carácter xenófobo, al calificarle de colono.  

Se trata de un clásico que consiste en perseguir a al discrepante y en este caso, neutralizarlo mediante insultos. La demonización y el escarnio público. 

Es especialmente muy preocupante que esto pase en una universidad, que en principio es un marco donde se tendría que respetar y no insultar.  

-P: ¿Cree que las instituciones catalanas no protegen a aquellos que piensan diferente? 

-R: Hay un silencio cómplice. eso es obvio. Las instituciones catalanas, y el propio Ministerio de Universidades no han amparado a los profesores.  

Lo más grave es que cuando el Parlament de Cataluña aborda este tipo de hechos, no solo no los condena, sino que trata de justificarlos. Cuando se presentan resoluciones a favor de la neutralidad de las instituciones o para dar amparo a aquellas personas que sufren acoso son rechazadas. 

Además, se utiliza un cierto tono jocoso especialmente doloroso para las víctimas de ese tipo de comportamientos. El papel de determinados parlamentarios nos parece muy grave. 

No solo no se les ampara, sino que encima se trata de ridiculizar sus posiciones cuando en realidad están reivindicando la libertad de expresión en un marco constitucional de respeto al diferente que no se sostiene en muchos espacios públicos en Cataluña. 

-P: ¿Pasa algo parecido en los ayuntamientos? 

-R: Eso es así. Con frecuencia hemos visto el uso partidista de los ayuntamientos y la exhibición de esteladas independentistas.  

Además, cuando ha habido formaciones que han tratado de denunciar esos hechos, en los plenos municipales no solamente son rechazadas las mociones imputaciones, sino que los concejales que defienden la legalidad son tachados de fascistas y contrarios a la libertad de expresión. 

Se les trata de ridiculizar, y se les amenaza convirtiéndoles en enemigos del pueblo. Eso es especialmente grave, puesto que las reglas de la democracia se sostienen fundamentalmente en el respeto a las diferentes ideologías. 

En Cataluña, de una manera casi normalizada, se asume que las instituciones están al servicio de una ideología y no están al servicio de todos los ciudadanos

Cuando eso no se da, estamos hablando de regímenes totalitarios. En Cataluña, de una manera casi normalizada, se asume que las instituciones están al servicio de una ideología y no están al servicio de todos los ciudadanos. 

-P: Pedro Sánchez vinculó los indultos con una nueva etapa de convivencia y reconciliación en Cataluña. ¿Cree que los indultos están logrando que se calmen las cosas? 

-R: Los indultos lo único que están respaldando, es que un comportamiento claramente inconstitucional como el de los condenados por la sentencia del Tribunal Supremo, haya encontrado una salida institucional. 

Tanto los beneficiados, como los grupos parlamentarios o los partidos que es dan apoyo, han entendido ese hecho como una muestra de debilidad del Estado. No ha sido interpretado como un acto de generosidad de parte de las instituciones, sino todo lo contrario: pura debilidad.  

Afirman que el Gobierno solo podía optar por darles la libertad por la presión del pueblo y la presión europea, que han hecho inevitable la libertad de estas personas.  

Sí que es cierto que, a lo mejor, en ambientes muy radicalizados del independentismo que habían tomado como uno de los ejes de su actuación política el hecho de que hubiera personas en prisión, se hayan quedado sin un instrumento de victimización. 

Pese a los indultos, la radicalización sigue en las calles catalanas, sigue en determinadas instituciones, y pocos ayuntamientos ha quitado el cartel de ‘Llibertat presos politics’, o las están cambiando por otros pidiendo ‘Amnistía

No obstante, y pese a los indultos, la radicalización sigue en las calles catalanas, sigue en determinadas instituciones, y pocos ayuntamientos ha quitado el cartel de ‘Llibertat presos politics’, o las están cambiando por otros pidiendo ‘Amnistía’.  

Se cambian los mensajes, pero sigue la campaña de demonización a la justicia y a las instituciones españolas. Una actitud que está asumiendo como propia parte del Gobierno de España, algo especialmente preocupante. 

-P: ¿Se puede concluir, entonces, que los indultos no han acabado con la violencia en Cataluña? 

-R: Eso es. Los indultos han ofrecido una salida institucional a la violencia en Cataluña. Les ofrece un aval a los indultados, porque el independentismo interpreta la medida como un síntoma de debilidad del Estado y provoca que los indultados y los actuales representantes políticos reivindique que lo volverán a hacer. 

Que digan que esta película no ha acabado, que habrá una segunda parte, muestra que la vía que se propugnaba por parte del Gobierno no ha sido eficaz. 

-P: Los indultos, por tanto, apenas han contribuido a disminuir el clima de crispación en Cataluña. ¿Y la pandemia? 

-R: Bueno, yo creo que efectivamente durante la pandemia ha habido menos virulencia en las calles. El nivel de actuación por parte de determinados colectivos en espacios públicos ha disminuido. En cambio, se ha incrementado la violencia, ira y la incitación al odio en las redes sociales.  

Se ha trasladado el espacio de la confrontación abierta en el en las calles y en los espacios públicos a un ambiente más cerrado, más íntimo: el del ordenador o desde casa.  

El efecto es igualmente nocivo, porque se sigue vilipendiado, amenazando e injuriando a determinadas personas o instituciones desde las redes. 

-P: ¿Hay riesgo de un nuevo estallido violento como el de 2019 tras la sentencia del procés? 

-R: No lo veo a corto plazo, en la medida en que sí que es cierto que el independentismo está desmovilizado en la acción urbana. La eficacia de las fuerzas y cuerpos de seguridad ha permitido una serie de detenciones y eso ha sido la mejor medida disuasoria para aquellos que apuestan por la guerrilla urbana como en 2019.  

Además, no hay ningún acontecimiento previsto a medio plazo que provoque una reacción como la sentencia del Tribunal Supremo. Quizá, la extradición de Puigdemont, pero no está en la agenda.  

-P: Las protestas tras el encarcelamiento a Pablo Hásel, sin embargo, sí demostraron que existe una violencia latente… 

-R: Claro, pero ahí convergieron dos movimientos: el del independentismo y el de la extrema izquierda. Este segundo sector protagonizó una violencia generalizada en toda España, no solamente en Cataluña.  

Fue un fenómeno distinto, en el que un personaje como Pablo Hásel movilizó a diferentes tipos de violenca. En Cataluña, también la independentista. En todo caso, provocó una reacción en determinados colectivos que están trabajando por la desestabilización del marco democrático occidental.  

Es una violencia urbana muy trabajada. En este caso, no solamente en el campo del independentismo, sino también en otras órbitas ideológicas. Al final, fue diferente, aunque es verdad que se nutrió de la violencia endémica que padecemos en Cataluña. 

-P: También se vieron episodios de violencia durante la campaña electoral del 14 de febrero… 

-R: Del 14 de febrero destacaría el llamado cordón sanitario a Vox, a quien se le acosó de una manera sistemática en sus actos públicos.  

No es una novedad en Cataluña, puesto que en otras elecciones también se ha buscado algún referente político que se identifica con el ‘anticatalán’ por el independentismo, como en su caso han sido, por ejemplo, el Partido Popular, Ciudadanos o también incluso el Partido Socialista.  

La gravedad de todo esto es que, en algún caso, como por ejemplo en la Oficina de Derechos Civiles y Políticos de la Generalitat, encontró justificado ese tipo de acoso a una formación política. Y el Sindic de Greuges tampoco lo vio mal. 

Eso es lo anómalo: que instituciones que tienen que velar por la máxima garantía de los valores democráticos no hacen su trabajo, sino al contrario, se convierten en cómplices de los acosadores. En Cataluña hay un silencio cómplice con la violencia.
 También se asume con cierta normalidad por parte del Estado, pero nos parece muy, muy grave.  

-P: Al hablar de instituciones que avalan la violencia y que se convierten en “cómplices” de los que le aplican, me he acordado de los ánimos de Torra a los CDR para que siguieran “apretando”. ¿Cómo valora la actitud del actual Govern frente a la violencia? 

-R: Yo siempre creo que todos tienen unos posicionamientos tibios, tanto hacia actos de violencia como de intolerancia política o de incitación al odio.  

Siguen focalizado sus acciones de gobierno en la denuncia y demonización de la ideología del contrario, y nunca asumen que Cataluña es una sociedad plural. No son gobiernos para todos porque no se dirigen a todos los catalanes, sino que enfocan su mirada exclusivamente hacia el sector nacionalista y al independentismo más radical. 

Cuando se producen comportamientos de odio, de persecución lingüística, o de violencia, siempre encuentran una disculpa o alguna justificación para no tener que condenarla

Esa falta de empatía con respeto al diferente provoca que cuando se producen comportamientos de odio, de persecución lingüística, o de violencia, siempre encuentran una disculpa o alguna justificación para no tener que condenarla. 

-P: ¿Teme Impulso Ciudadano una Diada violenta? 
 
-R: Yo desearía que no. Todos tenemos el derecho a manifestarnos, pero sí que pediríamos a los independentistas que no entendieran que la calle es suya, y que no traten de expulsar al que no piensa como ellos.  

Eso está pasando, por ejemplo, en la Meridana. De una manera asfixiante para la ciudadanía, se ha producido una hipérbole de esta libertad de expresión, que lo convierte en ofensivo para los que defendemos las libertades públicas. 

Cuando se permite que un grupito muy pequeño de personas pueda limitar cada día la libertad de circulación del resto de la ciudanía para buscar la máxima distorsión, es porque las autoridades miran para otro lado. 

De cara al 11 de septiembre, algunas entidades pretender hacer lo mismo: una demostración de exclusividad del espacio público. Creemos que no deben tratar de justificarse este tipo de comportamientos y evitar un enfrentamiento entre ciudadanos, que es lo que pretende este tipo de grupos.  

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Jesús Ortega Echevarría

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