5 Hermanos, auténtica cocina de barrio fuera de los circuitos gastro de Barcelona
Este restaurante del barrio de Canyelles, que ya va por su cuarta generación, rinde un estupendo homenaje a la cocina de toda la vida

Gamba de Vilanova con huevo, patata frita y trufa. Foto: 5 Hermanos.
“¿Estás seguro que es por aquí?”. La señal de Google Maps es clara, pero sin embargo uno no sabe si está por el camino correcto. En ese sábado lluvioso, donde casi toda la ciudad está a la caza de bares para ver la final de la Copa del Rey, nosotros estamos en la búsqueda de un restaurante con muy buenas recomendaciones, pero al que jamás llegaríamos por casualidad. Mi esposa repite la pregunta, y justo al bajar por una resbaladiza rampa diviso unos toldos negros con luces. “Es ahí”, aventuro. Y no me equivoqué: era el restaurante 5 Hermanos (García Lorca 31, Barcelona).
Este local se encuentra en Canyelles, barrio obrero del extremo norte de Barcelona donde el paisaje predominante es de gigantescos bloques de viviendas construidos en los años ’70 con más prisas que calidad, levantados para acoger a la población de la capital catalana que había crecido de forma acelerada desde mediados del siglo pasado.
El restaurante, a unos cuantos kilómetros de distancia de los circuitos gastronómicos de la ciudad, ha construido una identidad propia en base a décadas de trabajo duro de la familia fundada por Juana Buixó y Manuel Feliu, donde sin renunciar a sus raíces de cocina de toda la vida preparan platos de porciones contundentes y con productos de calidad.
La larga historia de 5 Hermanos
La génesis de 5 Hermanos se rastrea a fines de los años ’40, cuando Juana (Janet para todo el mundo) y su marido Manuel adquieren la bodega de unos tíos en el barrio de Guineueta Vella y la convierten en el Bar Janet Casa de Comidas. Con solo 14 años, su hija Tere Feliu toma las riendas y en 1977, con la transformación urbanística de las rondas, esta mujer capaz de llevarse al mundo por delante abre 4 Hermanos, en honor a sus hijos (faltaría un quinto, que luego rebautizaría el local).
5 Hermanos rescata la cocina tradicional con platos abundantes y de muy buena calidad
Manel, Javi, Julio y Jordi Gerpe siguieron sus pasos; donde el primero asumió la gerencia en 1997, y los otros se especializaron en los fogones, adaptando las recetas de su abuela Janet. Y así llegamos a 2024, donde hace unos años el mayor de los primos de la cuarta generación, Aitor, se suma al negocio tras haber estudiado hostelería.
“La comida es muy buena, lástima el servicio” nos recibe Aitor. Y ahí nomás suelta la carcajada, señal que la cena fluirá entre recuerdos de la familia, bromas y recomendaciones de platos.
La nueva vida de un restaurante de barrio
Si alguien tiene un tópico sobre cómo son los bares y restaurantes de barrio, 5 Hermanos no se parece en nada: el local fue reformado en marzo bajo un diseño del arquitecto Pere Cortacans, que apostó por luces modernas, colores de la tierra y un ambiente cálido, para que la mayor sofisticación no eclipse el trato cercano y familiar de la casa. Cualquiera diría que estamos en pleno Eixample o Les Corts, pero no, seguimos en Canyelles.
“Fuimos evolucionando a nivel gastro, pero tratamos a la gente con el mismo cariño de siempre. Nuestros clientes no son números”, dice Aitor, y señala que casi siempre están llenos. Y eso que tienen una capacidad de 60 personas en las salas y de 50 más en la terraza exterior.
Su carta (precio medio, 35 a 45 euros) presenta una treintena de platos que transitan por las recetas tradicionales, con un marcado acento en arroces, carnes, pescados y mariscos (estos últimos, siempre frescos porque se adaptan a la disponibilidad de la lonja).
Los entrantes
Así lo comprobamos de entrada, con dos grandes gambas de Vilanova, acompañadas por dos croquetas 5H (de pollo una, de jamón y queso de cabra con cebolla caramelizada la otra), que se inspiran en la receta de la bisabuela Janet. El pase siguiente fue un exquisito canelón rostit XXL con ternera, panceta, butifarras blanca y negra y el toque del paté trufado, que abrió el telón a los platos de mar.
Sí, porque Aitor nos acercó unas almejas a la marinera y luego un tataki de atún rojo Balfegó, con su base de aguacate. “Y no pueden dejar de probar el pulpo”, nos sugirió. Y claro que no podíamos, así que acercó un platillo de este molusco preparado a feira, sumamente tierno.
Aquí conviene hacer una pausa y precisar que entre otros platos de entrantes o para compartir en 5 Hermanos también hay jamón de picaña, trigueros a la brasa, el ‘tomate de mil maneras’, zamburiñas, caracoles ‘a la llauna’ y garbanzos con langostinos.
Los contundentes principales
“¿Arroz o solomillo?” Aitor nos planteó un dilema hamletiano, entre los principales más destacados. Decidimos por el primero, pensando que sería un plato más liviano tras la maratón de degustaciones previas. Pues no: se apareció con una fuente así de grande coronada por un chuletón a la brasa. Estaba magnífico, pero era imposible terminarlo.
El arroz con chuletón no viene con trocitos de carne: la bandeja es coronada por un corte de casi medio kilo
Tampoco hubieran sido más pequeños los otros arroces, como el de marisco, el negro o el caldoso con bogavante; por ello siempre el mínimo es para dos personas.
Si hablamos de carnes, en 5 Hermanos se ofrecen chuletones de 500 gr o 1 kg, solomillo con foie, costillas de cordero lechal, pies con cigalas, ternera estofada con setas y callos con ‘cap i pota’. Ahora, si uno es de pescados, atentos al bacalao con sanfaina (uno de sus clásicos) y el del día según la lonja (por lo general, lubinas, lenguados o el San Pedro).
Postre y final
Siempre hay espacio para el postre, y en nuestro caso, rematamos la cena con la panacotta con helado de frutos del bosque, y el flan casero, que como detalle, le añadieron una bola de helado de chocolate belga.
Al estar en la falda de la sierra de Collserola, Canyelles tiene bastante pendientes. Fue una suerte, porque así pudimos caminar un buen rato cuesta abajo para aliviar semejante despliegue de platos y cervezas. Ya había dejado de llover, y por los gritos y aplausos de los bares y pisos del barrio, se nota que el Barça se estaba llevando la Copa del Rey a casa.