Tres restaurantes de barrio de Barcelona que te sorprenderán

Tradiciones locales o mestizaje oriental, sabores cercanos o platos de latitudes lejanas. En Barcelona hay que salir de los circuitos habituales para encontrar interesantes sorpresas

Platos de los restaurantes Sibuya, Tierra Brava y Casa Xica.

Están fuera de los radares gastro, no figuran en los catálogos de tendencias, el postureo es extraño y reivindican su lugar con cocinas que respetan la tradición sin dejar de experimentar con nuevas ideas.

Son restaurantes ubicados en barrios de Barcelona que hay que tener en cuenta, para recordar que para comer bien también hay que caminar un poco.

Casa Xica (Poble Sec)

Hacia 2018 Ferran Adrià había confirmado una verdad incómoda en el ambiente: la mitad de los restaurantes no llegan a los cinco años de vida. Por ello, que un sitio cumpla una década activo es un buen motivo para festejar, y sobre todo si se trata de un local pequeño, fuera de los circuitos gastro, algo oculto en un barrio de raíces populares. Como es el caso de Casa Xica (França Xica 20, Barcelona).

Raquel Blasco y Marc Santamaria, tras pasar una buena temporada llevando las riendas de tres restaurantes en Shanghái, regresaron a Barcelona con una idea en la maleta: combinar las técnicas ancestrales y modernas aprendidas en tierras chinas usando ingredientes de las tierras y aguas catalanas.

Marc Santamaria y Raquel Blasco con el libro del aniversario. Foto Alex Froloff

Casa Xica combina las técnicas aprendidas en China con los ingredientes de la despensa catalana

Así surgió este restaurante de Poble Sec de cocina catalanoasiática, que Raquel prefiere reconocer como laboratorio de mestizajes más que de fusiones, un lugar que se convirtió en un secreto a voces para los círculos culturales que lo tomaban como escala de los espectáculos del Teatre Lliure o del Grec, o de reconocidas figuras del ambiente como Albert Raurich.

El bao con rabo de toro asado. Foto Alex Froloff

10 años, 10 recetas

Precisamente el creador de Dos Palillos es el autor del emotivo prólogo de 10 anys, 10 receptes: un llibre de les receptes més icòniques de Casa Xica (10 años, 10 recetas: un libro de las recetas más icónicas de Casa Xica), con el que el restaurante celebra su década.

No fue fácil decidir qué preparaciones de las 550 que han pasado por las 14 mesas son las que deberían ilustrar las páginas, pero su elección es una acertada síntesis para conocer el pasado y futuro del lugar.

Casa Xica apuesta por la cocina catalanoasiática. Foto Alex Froloff

Estos platos no solo están impresos en la obra de 80 páginas (a la venta por 15 euros), sino que también forman parte de la carta aniversario que estará vigente hasta el verano, en un menú degustación de 60 euros (o 25 euros más con maridaje de vinos).

Los platos del aniversario

Este puente entre Cataluña y Asia lo transitamos con un tartar de calamar y ajoblanco de coco y lima, una buena introducción que luego subió de sensaciones con el exquisito bao casero de rabo de toro asado, que gracias a su doble fermentación es más ligero que el tradicional. “Ese es uno de nuestros platos insignias”, apunta Raquel. Al probarlo se entiende por qué.

Seguimos con una tortilla okonomiyaki de beicon y gambas, de aires nipones, que puede descolocar un poco el sabor pero al que hay que darle una oportunidad.

El garrinet crujiente al estilo de Hong Kong. Foto Alex Froloff

Siguieron los fideos infinitos, inspirados en un plato probado en un chiringuito de Hangzhou. “Las primeras recetas eran una mierda, pero luego lo fuimos mejorando” ríe la cofundadora de Casa Xica, donde lograron un buen punto de suavidad con la textura de la pasta.

El viaje continuó con el garrinet crujiente al estilo de Hong Kong, el buta de pluma ibérica y calamares, elaborado con las técnicas de maduración que aporta el kimchi.

Obviamente no se pueden probar todos los platos del nuevo menú, pero cabe puntualizar que también se encuentran la cabeza de rape confitada y la pasta de arroz con su pil pil, el carpaccio de pies de cerdo con salsa de yema de huevo, el curry de Penang de foie gras y setas o el steak tartar de ternera, kimchi y piparras; preparaciones que -como las anteriores- también se pueden pedir individualmente.

Sala del restaurante de Poble Sec. Foto Alex Froloff

Casa Xica fue uno de los sitios pioneros en ofrecer vinos naturales, que protagonizan su variada carta con una treintena de referencias (de Cataluña en su mayoría); entre ellos, el vino especialmente elaborado para el aniversario por Ignasi Seguí de Vinyes Singulars.

Las celebraciones de este particular seguirán tras las vacaciones con experiencias pop up, platos preparados a cuatro manos y catas de vinos naturales. Ya se los contaremos.

Tierra Brava (Eixample Esquerra)

Cuando a uno le dicen de ir a comer a un mercado lo primero que piensa son las pequeñas paradas para sentarse en la barra o en una sala pequeña, donde por poco hay que esquivar los carritos de los clientes o el postureo de los turistas, como es folclore en la Boquería.

Berenjena a la brasa con burrata ahumada. Foto Juan Pedro Chuet-Missé

Pero Tierra Brava descoloca, porque nadie se imagina que dentro de un mercado, en este caso el del Ninot, haya un local de tan grandes dimensiones; y con una estética tan cuidada que ni por asomo parece que estuviera dentro de un establecimiento mayor.

Con una capacidad de 130 comensales y con una logística preparada para recibir grandes grupos, este restaurante del grupo Somos Esencia se divide en dos salones, con una barra que da la bienvenida al entrar por Casanova 133.

Pizzeta fontina con huevo y aceite de trufa. Foto Juan Pedro Chuet-Missé

La apuesta por la cocina de mercado

Decorado con colores cálidos, mucha madera y lámparas circulares de estética minimalista, presentan una propuesta basada -obviamente- en la cocina de mercado, con un foco en los productos de KM 0 de los que muchos se consiguen en las paradas que están a pocos metros de distancia. Además, al contar con muchos ingredientes de temporada, su carta se va renovando periódicamente.

En nuestro caso, entre los entrantes nos sugirieron probar un clásico que nunca falla en los cuatro años de vida de este restaurante: la pizzeta fontina con huevo y aceite de trufa, cocinado a baja temperatura.

Le hizo compañía, minutos después, una berenjena a la brasa con burrata ahumada, sazonada con miso de naranja.

Presa ibérica a la brasa. Foto Juan Pedro Chuet-Missé

Estos platillos, sugeridos para compartir, también pueden alternar con otros como el säam de papada crujiente, el bikini ibérico trufado, el brioche de solomillo con holandesa trufada o el montadito de carpaccio de buey.

Platos más contundentes

Subamos de peldaño y pasemos a los principales. Aquí hay tres caminos (o cuatro, si se añaden las tres ensaladas del capítulo De la Huerta), el Del Mar, De la Tierra y las Pastas y Arroces.

En esta ocasión, nos decidimos por una presa ibérica a la brasa, que comparte cartel con el pato Pekín, el entrecot a la parrilla con chimichurri y el pollo picantón en escabeche con parmentier.

Los postres de Tierra Brava. Foto Juan Pedro Chuet-Missé

En Tierra Brava se apuesta por la cocina KM 0, tan cercana que muchos ingredientes son de las paradas que están a metros de distancia

Pero no hemos querido dejar de lado el estupendo canelón de pularda y foie, que se codea con otros clásicos del lugar como los arroces (entre ellos, el del Señoret, el Tierra con ibérico al carbón y el de verduras).

En los postres, entre el lemon pie, las texturas de chocolate y el coulant de avellana y helado de vainilla de Madagascar, junto con el falso tiramisú.

Además, vale tener en cuenta las sugerencias del chef, donde se pueden encontrar desde las croquetas de calçot con romesco, la ostra de Olerón con erizo de mar y salsa ponzu, el rodaballo a la brasa con verduras o el arroz de carabinero.

Sala de Tierra Brava. Foto Tierra Brava

Tierra Brava, cuyo precio medio es de 45 a 55 euros con bebida, tiene unas 20 referencias de vinos, y una docena de cócteles que se pueden probar en su barra o en las mesas, mientras se disfruta de las actuaciones en vivo que se presentan casi cada noche, sazonadas cada tanto con presentaciones de DJs.

Sibuya (Les Corts)

Aprovechando la marejada de potenciales clientes que atrae el vecino centro comercial L’Illa, en una transición entre la zona alta de Diagonal y el casco antiguo de Les Corts se encuentra Sibuya, el segundo restaurante de esta cadena de cocina japonesa en Barcelona y el número 54 en España.

En la calle Can Segalar 14-16, el local recuerda a las pequeñas izakayas (tabernas) niponas, con su aire minimalista y su decoración basada en madera. Sin embargo, al estar distribuido en dos plantas, sus 230 m2 permiten que 120 personas se puedan sentar a comer con comodidad.

Su carta puede abrumar un poco: es que ofrecen un centenar de preparaciones, donde ingredientes como los pescados (salmón y atún como protagonistas, además de anguila), mariscos, carnes como la de buey, aguacate, pepino, mango, algas y el omnipresente arroz se combinan en múltiples formas.

Un combo ideal para indecisos. Foto Sibuya

Sushis, rolls, nigiris y un largo etcétera

Lo mejor es pedir un par de piezas de algunas de las variedades de sushi, y a lo sumo, combinarlas con otras creaciones de inspiración nipona, como los noodles (ya sea las yakisobas vegetales o de pollo o los fideos udon), las ensaladas, los tartar (de salmón, atún o pez mantequilla, donde también hay ceviches y tiraditos, un guiño a la cocina nikkei) y los baos (de cangrejo, pollo rebozado, langostino tempurizado o el vegano).

Los que sean más valientes pueden animarse a la sección de Hot Fire, donde su nombre anticipa que hay varios niveles de picante en las gyozas, las tiras de pollo de tori katsu, los langostinos de ebi furai, las bolitas de pulpo de takoyaki o los dados de gamba ebi boroboro.

En todo caso siempre es mejor preguntar al personal.

El Gunkan Lovers. Foto Sibuya

Así fue nuestro caso, donde la gente de Sibuya nos asesoró con un inicio marcado por el Sake Sibuya, rollitos de salmón con aguacate y queso crema tempurizado en panko son salsa teriyaki, sésamo y cebollino.

Le siguió el Maki Xo, tempurizado con panko relleno de mango y queso crema con topping de mix de setas, cebolla frita y braseado con salsa de anguila y foie micuit.

El peldaño siguiente fue la curiosa goyza maki, cuatro piezas tempurizadas de aguacate y queso crema, cubierto por una pequeña gyoza de buey y la ‘salsa explosive’ (que no era tan picante, vamos).

Combos para indecisos

Ya estábamos bien cubiertos, pero la traca final llegó con esos combos ideales para indecisos: el Top Sibuya, una bandeja de 24 rolls, como los de salmón California, los morenitos, los terremoto, los maremoto y los undeground; diferentes formas de comprimir y presentar ingredientes como el pollo tori katsu, la mozzarella, el salmón marinado, el aguacate, el pepino, el atún, el queso crema, etcétera.

La estética minimalista del restaurante de Les Corts. Foto Sibuya

Entre los combos, hay opciones de 28, 52 o 56 piezas, además de diferentes dúos que permiten tener un panorama más amplio de la variada cocina japonesa.

La carta de postres, por suerte, es más limitada: además de las habituales tartas de chocolate, queso y zanahoria, destacan el mangetsu (disco crujiente con queso crema y cobertura de nutella o frutos rojos), los tradicionales mochis o el ichigo (milhojas de pasta rellena); además de opciones de té de las islas niponas para darle un toque más oriental a la comida.

Las opciones de bebidas, entre vinos autóctonos y cervezas japonesas es correcta, en un restaurante cuyo precio medio está entre 20 y 25 euros.

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