Malparit, la experiencia gastro más provocativa que puedes tener en Barcelona

Este nuevo restaurante del Eixample combina la informalidad madrileña y castellana con una nueva lectura de las recetas catalanas

Platos para probar y compartir en Malparit

Platos para probar y compartir en Malparit. Foto: Malparit

¡Epa! Ni bien entras en este restaurante, una inscripción en la pared te dice “Foc You”. Das unos pasos y un cartel luminoso advierte “No tocar los pebrots” (pimientos). Así, con ganas de jugar a provocar abrió hace poco más de un mes Malparit (Còrsega 253), un local dividido en dos espacios que, bajo esta dualidad, proponen unir la tradición castiza del tapeo y la comida informal con la tradición culinaria catalana.

De hecho, la palabra malparit no es lo que muchos piensan, sino que para algunos catalanes es como se conoce a ese niño, perro o gato que suele hace trastadas pero que se le tiene un cariño infinito. Para otros, como para el creador del restaurante Leo Chechelnitzky, “es ese colega que siempre hace las cosas bien, tiene suerte o consigue sus propósitos, expresándolo con cariño y aprecio. ‘Serà malparit..!’”, dice este empresario, a cargo del grupo No hay mañana (con restaurantes como Babula Bar, Madre Taberna Moderna o Chamako).

Un restaurante, dos propuestas

Malparit da la bienvenida con una barra y mesas pequeñas, pensadas para el picoteo informal de pie o acodado en los taburetes altos, donde se ofrecen platillos desde el mediodía hasta la noche.

Tras pasar por la cocina abierta, se despliega la sala que propone comer o cenar de manera más relajada, con mantel, luces tenues y sillones confortables.

En Malparit se puede pasar el tiempo entre platillos de tapeo u otros más grandes pensados para compartir

En uno u otro lugar la carta es la misma, con cinco apartados donde el tamaño de los platos va escalando de menor a mayor: Cuarto frío y Freidora ofrece platillos para el tapeo, en Plancha y Fuego ya son un poco más grandes, y en Brasa se pueden considerar como principales para dar el remate final a la cena o comida.

Sala del restaurante del Eixample de Barcelona
Sala del restaurante del Eixample de Barcelona. Foto: Malparit

De todas maneras, todos los platos son de porciones pequeñas, pensados para comer ligero o compartir; con la idea de abarcar la mayor cantidad de sabores posibles de las propuestas de los chefs Andy Feher y Alfredo Rodríguez, que buscan alejarse de los clichés de la alta cocina apostando por el producto y la recuperación de recetas de toda la vida.

El culto al picoteo

Nosotros empezamos con la gilda triple boquerón y el bocado crujiente de tartar de gamba, con el toque elegante de las huevas de salmón; que siguieron con el recomendado torrezno de Soria y las croquetas de txangurro y pollo con sardina ahumada. Esta última es una combinación algo extraña, un mar y montaña que abre con el pescado y luego deja paso al sabor del ave. Pero oigan, resulta muy buena.

Tortilla fea abierta de setas y gamba roja
Tortilla fea abierta de setas y gamba roja. Foto: Malparit

Estos platillos están en los capítulos iniciales, donde también se encuentran las ostras (de Normandía Nº 3 o la brasa), la caña de lomo de pez espada, la ensaladilla rusa de gambas al pil pil, el steak tartar de Babula 1937, las bravas ‘No hay mañana’ y los huevos estrellados con butifarra del perol y setas.

De los platos de Plancha elegimos la sabrosa escalopa de foie con anguila ahumada, crema de apio y castañas; en un capítulo donde se encuentran las navajas de buzo gallegas, el pulpo con panceta ahumada y parmentier, o el taco de atún con foie y airbag de corteza con demi-glace.

Los platos de brasa y fuego

Ya veíamos que quedaba poco hambre y todavía faltaba probar alguno de los principales, así que por esta vez esquivamos los platos de Fuego, donde dialogan las tortillas (la fea abierta de setas y gamba roja y la jugosa de patata y cebolla caramelizada), las albóndigas con sepia, el cap i pota (guiso que recuerda a los callos madrileños) y las mollejas de ternera.

Escalopa de foie con anguila ahumada
Escalopa de foie con anguila ahumada. Foto: Malparit

Por ello, nos fuimos directo a uno de los platos de Brasa, el tuétano de vaca vieja con tartar de atún Bluefin, una mezcla de sabores y ambientes a tener en cuenta. Para otras ocasiones, quedará probar platos más impactantes como la paletilla de cordero lechal, el kebab Malparit, el tataki de onglet con milhojas de patata o el mazo de ternera jarrete. Y si alguien se anima, aquí también hay chuletones de vaca vieja rubia gallega; pero para ello, habría que saltearse toda la ceremonia de tapeo que puede sentar escuela en el Malparit.

Más de 150 referencias de vino

Para acompañar su carta (precio medio, 40 a 50 euros) tienen una larga selección de 150 referencias de vino en botella y una quincena a copas, donde se encuentran productos de diversas DO y regiones vitivinícola de España, como Rioja, Priorat, Montsant, Navarra, Rueda, Empordà o Penedès; así como productos de alta gama de Francia, Italia, Argentina, Alemania y Nueva Zelanda.

Leo Chechelnitzky y el cocinero Alfredo Samaniego
Leo Chechelnitzky y el cocinero Alfredo Samaniego. Foto: Malparit

Un detalle: en breve, este restaurante ofrecerá la experiencia La mesa del chef, donde la comida se realizará en petit-comité donde se interactuará con un servicio ejecutado por los cocineros del restaurante. Así, al salir tras este festival de sabores y aromas, uno puede contagiarse del efecto festivo-guasón de los catalanes, y alabar sus comidas diciendo ‘Si serán malparits estos de Malparit!’.

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