Los mejores maridajes para celebrar el Día del Queso

Con vinos tintos, blancos, dulces o espumosos, cada queso tiene su mejor partenaire y hemos de tener claro las compatibilidades y las incompatibilidades para acertar

Cómo acertar maridando vino y queso. Foto: Chelsea Pridham | Unsplash.

Los maridajes han nacido para combinar las características de dos productos; es decir para incrementar las sensaciones organolépticas por encima de las que genera cada uno de ellos por separado. Algo así como una pareja en la que ambos, a pesar de ser distintos, pueden complementarse para ir más allá que cuando son singles. Ahora bien, cuando una pareja no funciona, sean muy iguales, o muy distintos, el maridaje no es posible. Con quesos y vinos, es lo mismo.

Por eso hoy, que celebramos el Día Internacional del Queso, queremos darte algunos consejos.

Cuando combinamos un queso con un vino debemos recordar que ambos proceden de las respectivas fermentaciones de sus materias primas, complejos procesos de transformación que convierten mosto y leche en productos totalmente distintos y mucho más complejos.

Cómo maridar vinos y quesos. Infografía: Jordi Català.

Así pues, saber que dependiendo del tipo de queso o vino que elijamos (con su particular fermentación, elaboración o envejecimiento), esa combinación nos brindará un universo enorme de colores, aromas, sabores y texturas que lo enriquecerá para fascinarnos o todo lo contrario, las cualidades de uno se impondrán sobre las del otro.

Por esto en el arte de maridar queso y vino es muy importante saber si los productos en cuestión combinan entre sí. Y hay un truco: podemos conocer si el maridaje tendrá éxito a partir de algunos aspectos básicos: como la edad del vino y del queso; y el cuerpo de cada uno (por ejemplo, no es buena idea combinar un queso y un vino si ambos son pesados).

Cómo maridar vinos y quesos. Infografía: Jordi Català.

Tintos y quesos

Para la mucha gente el vino tinto y el queso son compañeros ideales, pero sólo es así si el cuerpo del vino nunca supera al cuerpo del queso. De lo contrario, y si optamos por un tinto con mucho cuerpo, como un reserva o un gran reserva, su sabor arrollará a la mayoría de quesos que no sean robustos.

Ante la duda, es mejor escoger un vino de cuerpo ligero o medio, incluso un vino blanco, ya que así el vino no anulará el sabor del queso.

Por otro lado, un queso blanco, oloroso y de intenso sabor podría acabar con la sutileza de un gran vino tinto hasta convertirlo en desagradable.

Los quesos fuertes, de texturas más duras como el pategrás, el gouda, el emmental o el gruyere, van perfectos con tintos de gran cuerpo.

Vino y queso. Infografía: Jordi Català.

Además, existe una gran variedad de tintos medios y fuertes que culminarían grandes alianzas totalmente distintas con cada elección.

Como consejo genérico, para lograr que un queso (sin fijarnos mucho en su variedad) combine mejor con un tinto, es preciso que sea relativamente joven, sin demasiada fuerza ni edad.

Un queso fuerte como el pategrás, el gouda, el emmental o el gruyere va perfecto con tintos de gran cuerpo

Maridajes por analogía

Otra forma de acertar es optar por un maridaje por analogía. O, lo que es lo mismo, cuando elegimos sabores y aromas de quesos y vinos que sean similares para potenciar las características de ambos.

Por ejemplo, un queso suave como el camembert sin saborizar amplifica el sabor de un delicado syrah.

Vino y queso. Infografía: Jordi Català.

Los maridaje contrastados

El caso contrario sería el del maridaje por contraste. No exento de peligro, nace de elegir características opuestas en vino y queso.

En este caso hay que elegir bien a los protagonistas de este maridaje porque se corre el riesgo de que un vino delicado sea oscurecido por un queso potente o un vino de poderoso haga desaparecer a un queso más suave.

Por supuesto, hay buenos contrastes, como los que ofrecen un tinto con mucha potencia y cuerpo como un cabernet sauvignon o un chardonnay envejecidos, acompañando algún queso picante y duro como el gruyere.

Vino y queso. Infografía: Jordi Català.

Blancos y quesos

Los vinos blancos, al contrario de lo que la mayoría de gente cree, al ser más frescos y ácidos que los tintos, se adaptan mejor a muchos quesos y están cerca del maridaje perfecto para cualquier queso.

Pese a lo que muchos piensan, los vinos blancos maridan mejor que los tintos con una gran variedad de quesos

Así sucede con los los quesos de la familia de blandos y frescos. Estos quesos suaves en general pueden lucirse con vinos blancos jóvenes de buena acidez y afrutados como el sauvignon blanc o el chenin blanc. Aunque también con algún rosado bien ligero (los rosados también maridan óptimamente con quesos de pasta blanda), un espumoso o algún tinto suave.

Vino y queso. Infografía: Jordi Català.

Los blancos con más estructura son los mejores aliados de los quesos ahumados o aromáticos.

Vinos espumosos

Los vinos espumosos suelen resultar también por lo general una gran elección para cualquier tipo de queso (especialmente con quesos de corteza enmohecida o de pasta blanda), pero son vinos que combinan tanto con quesos suaves como con quesos fuertes.

Vino y queso. Infografía: Jordi Català.

Vinos dulces y quesos

Otro gran mito a destruir es el que dice que el vino dulce y el queso no se pueden ni ver.

Por el contrario, dulces y fortificados combinan a la perfección con quesos de pasta blanca como el brie o el camembert, pero también podemos acompañar un queso azul con una copa de Oporto, Sauternes o de cosechas tardías o vinos pasificados. En el caso del queso azul, con el vino dulce se crea una explosión de sabores absolutamente increíble.

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