Inditex en Israel: del boicot palestino a su franquiciado al cierre de las tiendas

El dueño de Trimera Brands, franquiciado de Inditex, provocó hace un año un boicot a sus marcas cuando invitó a un acto político en su domicilio al extremista Itama Ben Gvir, responsable de Seguridad Nacional de Israel

El ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben Gvir / EFE / EPA / Abir Sultan

El ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben Gvir / EFE / EPA / Abir Sultan

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El éxito de convertirse en una empresa global trae consigo la necesidad de gestionar escenarios muy complejos. Inditex lidió el año pasado con el estallido de la guerra en Ucrania tras la invasión rusa, que provocó el cierre de sus establecimientos en ambos territorios, el despliegue de un operativo para proteger a sus trabajadores ucranianos y, finalmente, el traspaso de sus tiendas al Grupo Daher, aliado de la compañía en Oriente Medio. El impacto para la multinacional de Amancio Ortega pareció muy relevante, pues contaba con 502 tiendas en Rusia que aportaban cerca del 8% de su ebit, y hubo de provisionar 216 millones. La operación de venta le permitió una salida eficiente, reservándose además la opción de regresar a Rusia bajo el modelo de franquicia con Daher como socio.

Ahora, Inditex ha tenido que cerrar sus 84 tiendas de Israel, todas franquicias gestionadas por Trimera Brands. El ataque de Hamás y la colérica respuesta militar de Netanyahu ha sembrado de muertos un mercado de pequeño tamaño para el gigante gallego, por lo que el impacto financiero no será relevante. Los establecimientos clausurados son 26 de Zara, 25 de Pull&Bear, dos de Massimo Dutti y Zara Home, y 15 de Stradivarius y Bershka. Otras firmas como H&M, Mango o Tous han seguido el mismo camino que Inditex, bajando temporalmente la persiana.

El franquiciado de Zara y el jefe de seguridad de Israel

Además del tercer territorio donde el grupo con sede en Arteixo se ve obligado a cerrar sus puntos de venta por situaciones de conflicto, Israel también es uno de esos países en los que ha sufrido crisis de reputación a causa de las tensiones sociopolíticas. Hace casi exactamente un año, Mahmud Habbash, juez supremo de las cortes de Sharia de la Autoridad Nacional Palestina y asesor del presidente palestino en asuntos religiosos, emitía un decreto (fatwa) en el que instaba a «boicotear los productos de Zara en todo el mundo hasta que la empresa cancele su contrato con su operador en Israel«.

La beligerancia contra el franquiciado de la multinacional gallega tenía como origen a Joey Schwebel, el presidente de Trimera Brands. El empresario organizó un evento político en su domicilio al que invitó a Itamar Ben Gvir, el actual ministro de Seguridad Nacional de Israel y entonces un conocido parlamentario extremista, favorable a deportar a quienes no muestren lealtad al Estado de Israel.

Miembro del Partido Sionista Religioso, Ben Gvir fue el dirigente que emitió el pasado domingo la orden de emergencia para aumentar el número de ciudadanos israelíes armados. “Cualquier ciudadano que cumpla con los criterios para posesión de armas de fuego, sin antecedentes penales o médicos, podrá recibir aprobación para posesión de armas de fuego”, decían en su departamento. Sin embargo, el ministro se quedó al margen del gabinete de guerra que conformó Benjamin Netanyahu, como el resto de integrantes de la extrema derecha en el Gobierno de Israel.

Llamada a boicotear a Inditex

Aquel acto de Schwebel y Ben Gvir, coincidiendo con la huelga en la Cisjordania ocupada por la muerte abatido a tiros de Udai Tamimi, provocó reacciones airadas de los palestinos, que durante unos días mostraron en redes sociales como quemaban prendas de Zara. El Ministerio de Economía de la Autoridad Nacional Palestina llegó a anunciar que enviaría una carta formal a la sede central de Arteixo para que Inditex clarificara su posición respecto a aquella reunión. La multinacional, de hecho, llegó a emitir un comunicado en el que alegaba que las opiniones de su franquiciado no representaban las de la propia compañía.

Durante su etapa al frente de Seguridad Nacional, Ben Gvir impulsó una ley de pena de muerte solo para «terroristas», que en la práctica solo aplicaría a árabes y palestinos; ha endurecido las condiciones de los presos palestinos en las cárceles israelíes; ha agilizado las licencias de armas entre civiles y ha animado a usarlas contra «terroristas»; además de impulsar la creación de una Guardia Nacional concebida casi como una milicia paramilitar bajo sus órdenes directas para que actúe sobre todo en Cisjordania ocupada.

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