Dónde comer si vas a la Feria del Libro de Madrid

Tabernas, arrocerías, burger o vinoteca: tras encontrar tesoros literarios y conseguir la firma de nuestros autores favoritos en la Feria del Libro toca reponer fuerzas y estos son los mejores restaurantes para hacerlo

Barra de tapas en Arzábal

Un clásico en plena forma. Foto: Arzábal.

Arranca la 82 edición de la Feria del Libro en Madrid y por delante tenemos 17 días para rastrear en 385 casetas, 424 expositores y más de 1.000 editoriales todo tipo de novedades, clásicos o rarezas en forma de libro, pero también asistir a conferencias y talleres y, por supuesto, conseguir la firma de nuestros autores favoritos.

Hasta el próximo 11 de junio, el Parque del Retiro, de por sí un oasis en el centro de Madrid, se convierte también en un oasis cultural gracias a una edición de la feria que no contará con país invitado pero que, a cambio, se volcará con la ciencia bajo el lema ‘Somos de Ciencias y de Letras’.

Este año, y por primera vez, podremos además rebuscar títulos y descubrir tesoros a la sombra, gracias a los toldos que se han instalado. En total, se han programado más de 400 actividades, incluida una exposición que celebra el centenario de la mítica librería La Casa del Libro en la Biblioteca Eugenio Trías de Madrid, y unas 4.000 sesiones de firma.

Feria del Libro de Madrid. Foto: Sergio Pérez | EFE.

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Pero no sufras, después del maratón de cultura y ciencia, hay tiempo y espacio para descansar y disfrutar de un aperitivo, una comida, una cena o un cóctel en estos restaurantes y tabernas, los mejores para completar una visita a la Feria del Libro de Madrid.

El Pabellón

No hace falta ni salir del Retiro para descansar y relajarse entre libros y el verdor de los jardines en El Pabellón (Paseo de Panamá, s/n). El restaurante a la carta del mítico Florida Park, que incluye también La Terraza y los Kioskos, es ahora el feudo del chef Iván Cerdeño (dos estrellas Michelin en su restaurante en El Cigarral del Ángel, en Toledo).

Aquí ofrece una propuesta gastronómica elegante y fresca, con platos como la menestra de verduras ecológicas, el pollo coquelet, cocinado a baja temperatura y acompañado de patata baby rustida en mantequilla y champiñón puertovelo, o el canelón de pringá, elaborado con pasta fresca con relleno de panceta, pollo y una exquisita bechamel trufada, entre otros.

Foto: El Pabellón.

Tampoco hay que perderse su ensaladilla rusa con atún rojo y huevo, su clásico steak tartar, preparado en la sala, los calamares con mahonesa cítrica, los huevos rotos con gamba de cristal y trufa o la ensalada verde de bimi, queso ahumado y cacahuetes. Y, para los atrevidos, platos tan castizos como callos a la madrileña con chorizo y morcilla asturiana, el rabo de toro estofado o las mollejas de ternera con coliflor.

El punto dulce lo ponen los postres, como su torrija helada, la piña asada con ron y hierbabuena o el pastel de queso.

Don Dimas

Está junto al Retiro, pero nos transporta directamente a la onubense Costa de la Luz. Don Dimas (Castelló, 1) abrió sus puertas en 2021 con el chef José Carlos Fuentes al frente, que se encarga de explorar diferentes cocinas nacionales que nos hace llegar en un acogedor, con muros de ladrillo visto y una iluminación cálida.

Foto: Don Dimas.

Nos imaginamos hojeando nuestros nuevos libros junto al ventanal mientras esperamos que nos sirvan un tiradito de tarantelo de atún rojo de Barbate, una cazuela de callos con cap i pota y huevo frito, unos judiones de La Granja con cigalas y tendones (aprovechemos hasta que se disparen las temperaturas), el canelón de faisán salvaje y cordero o el steak tartar de vaca madurada, servido con su tuétano y anguila ahumada.

Con ambiente tanto a mediodía como en la cena (conviene reservar), tampoco es mala idea dejarse llevar por las sugerencias del personal de sala para cada día.

Arzábal

Con espíritu de barra castiza, y a las puertas del Retiro Arzábal (Menéndez Pelayo, 13), Arzábal es la punta de un lanza de un grupo, liderado por Iván Morales y Álvaro Castellanos, que cuenta con otros conceptos como el precioso restaurante en un invernadero dentro del Reina Sofía (uno de los más bonitos en el interior de un museo en Madrid) o algunos de los puestos más apetecibles en el Mercado de San Miguel, como los nuevos Hermanos Pollo y Madrí.

Verdinas con chipirón de anzuelo. Foto: Arzábal Retiro.

A Arzábal Retiro, un homenaje a las tabernas de siempre, se viene a comer -bien acodados en la barra o bien en el comedor- embutidos cortados al momento, ensaladilla rusa con sardina ahumada, oreja crujiente con salsa brava, croquetas de ibérico con leche de oveja latxa, bikini de cecina y queso comté o dados de merluza rebozada con mahonesa de perejil.

Los expertos apreciarán sus gildas (de las mejores de Madrid), así como el tartar de atún, las pochas con almejas, las albóndigas de merluza o el pollo coquelette, asado con salsa de colmenillas. Y por nada te vayas sin probar la tarta de queso y el cremoso de chocolate.

Bareto

La barra, en este caso una gran u de mármol blanco, es la protagonista de Bareto, una oda a las cervecerías madrileñas más castizas, donde los camareros van con chaquetilla blanca y la caña bien fría (Mahou, por supuesto) llega con un golpe seco, perfecta a cualquier momento del día.

La terraza tiene vistas al Palacio de Cibeles y la Puerta de Alcalá. Foto: Bareto.

Estratégicamente situada entre Puerta de Alcalá y la plaza de La Cibeles, en Alcalá, 55, esta taberna del Grupo Barbillón (Barbillón Oyster Bar, Panorama Oyster Bar y Tinglado Oyster Bar) ocupa el espacio (y revive el espíritu) de la cervecería Correos que encandilase a Federico García Lorca, Rafael Alberti o Pablo Neruda.

Bastantes décadas después, y en medio del boom de coctelerías, restaurantes gastronómicos o conceptos de cocina fusión, Bareto es una reivindicación de la taberna de siempre, donde desayunar un mixto o una tostada con tomate y jamón ibérico, tomar el pincho de tortilla de media mañana, el aperitivo antes de comer, las raciones o las cañas después de trabajar.

La carta, no demasiado extensa, es de esas capaces de hacer feliz a cualquiera, con su montado de calamares, que aquí se hace con pan de cristal, el matrimonio de anchoa y boquerón, la gilda (ya sea en su versión tradicional o la incorpora un punto de pulpo), los torreznos y, por supuesto, las patatas bravas.

Montado de chipirones a la andaluza. Foto: Bareto.

Ensaladilla rusa, montado de ternera asada, flamenquín de cecina, mejillones picantes y en escabeche, ostras, chipirones a la andaluza, croquetas de huevo frito y cecina o de jamón, mejillones tigre, berberechos, burrata con tartar de tomate, solomillo al ajillo y ‘huevitos’ rellenos están también entre sus especialidades.

Berlanga

Si lo que queremos es una comida relajada, Berlanga (Menéndez Pelayo, 41) es una gran opción en la zona del Retiro. Enfrente de la entrada al parque desde la calle Ibiza encontramos, desde marzo de 2020, una arrocería comandado por el hijo mayor del célebre cineasta.

José Luis, guionista, director y productor de cine y televisión, es también el cocinero y alma mater de este restaurante, donde prepara sus arroces al más puro estilo valenciano, que se degustan en un local agradable, decorado en cálidos tonos amarillos y beiges.

Arroz de puerros y rape. Foto: Berlanga.

En la carta, paellas de carne o verduras, de espinacas, de salmonetes, de puerro y rape, arroces a banda, del senyoret y también preparaciones de temporada, como el rossejat de cocido. Todo entre libros, fotos y otros recuerdos que estaban en la casa de su padre.

Antes del arroz y para abrir boca hay que probar su versión de la ensaladilla rusa, los tacos de berenjena con salsa romesco, los boquerones de Málaga fritos, o el steak tartar clásico Berlanga. Y, como remate dulce, la tarta de manzana de hojaldre artesano o la de queso fluida.

El Güichi

Propiedad del abogado gaditano Antonio Foncubierta, que hacía 20 años que quería traer a Madrid el agradable concepto de las tabernas de San Fernando, abría hace justo un año El Güichi (Menéndez Pelayo, 105).

El nombre hace honor a los tabancos o güichis en los que antiguamente se despachaba vino a granel y en los que los clientes tenían la oportunidad de degustarlo antes de comprar, siempre en compañía de una tapa sencilla.

Tortillititas de camarones. Foto: El Güichi.

La idea fue evolucionando hasta transformar este tipo de establecimientos en bares espontáneos donde disfrutar de las célebres tortillitas de camarones, ortiguillas, tagarninas esparragás, atún encebollado, urta a la roteña, carrilleras al vino y los buenos guisos de berza de los que presume la cocina más auténticamente gaditana.

Y eso es, precisamente, lo que se puede encontrar en El Güichi madrileño, aunque aquí el concepto se amplía a platos más actuales, como las croquetas de erizo de mar y las de choco o la hamburguesita de ibérico. Para acompañar, buena carta de jereces y otros vinos de la zona, como los elaborados con uva Tintilla de Rota.

La Carnaza

Si el paseo por la Feria del Libro te ha desfondado, lo que necesitas es una buena burger. Por ejemplo, de La Carnaza Burger (Castelló, 9).

El proyecto más personal del joven empresario Miguel Crespo pone el foco en el producto, en este caso la carne y su origen, verdadera protagonista de una oferta que apuesta también por la música y el ambiente, dando lugar a un espacio informal y urbano.

Foto: La Carnaza.

Empieza con unos nachos o unas bravas ‘new school’ (con torreznos y queso fundido), comparte un brioche de chistorra, todo un clásico en su restaurante original, en Santander, y lánzate a por una de sus hamburguesas (Heide Love Cheese Burger, con raclette de queso; Johnny Cash con provolone, rúcula, mantequilla de cacahuete y salsa César; La Llorona con cochinita pibil, Gouda, pico de gallo y chipotle mayo; o New York con bacon crujiente, Cheddar, pepinillo y salsa especial).

Vinology

Si lo que buscas es un refugio tranquilo, pon rumbo a Vinology (Conde de Aranda, 11). Un lugar donde lugar donde confluyen la pasión por el vino y los sabores más auténticos del país bajo la batuta de la sumiller Pilar Oltra.

Wine bar, tienda y espacio para eventos conforman el concepto, que ofrece hasta 300 referencias de vinos en su carta, de ellas el 95% españolas, con especial atención a zonas menos conocidas y bodegas que trabajan con el compromiso de mostrar la expresión más auténtica de su terroir, y unos 30 vinos por copas.

Vinology no es (solo) un wine bar. Foto: Mar Nuevo.

Ahora, tras un año de funcionamiento, Vinology ha ampliado su propuesta gastronómica (hasta ahora limitada a tablas de quesos, embutidos y conservas gourmet) para incluir platos y recetas que, como los vinos, hablen de sus orígenes.

Se puede empezar con el pisto de verduras de la huerta de Navarra con huevo y papada ibérica o una ensalada de tomate rosa de primavera de Barbastro que no necesita nada más y continuar con un carpaccio de atún rojo de Cádiz con aguacate y uno sabrosos chipirones con sobrasada de Mallorca acompañados de arroz blanco.

En cuanto a las carnes, destacan el picantón de granja de Lleida, el brioche de rabo de toro con cebolla caramelizada y manzana verde o el lomo bajo de vaca de la Sierra de Guadarrama que se sirve poco hecho y se termina en la mesa al gusto.

Tomate rosa de primavera de Barbastro en Vinology. Foto: Mar Nuevo.

Ojo al flan casero con ralladura de naranja de receta de la familia y la tarta de queso de azul de Cantabria rematada con miel recién traída de Sigüenza.

Horcher

Y si lo que te mereces es un buen homenaje, no dudes en poner rumbo a Horcher (Alfonso XII, 6). El clásico restaurante cumple 80 años y lo celebra adaptando y modernizando el negocio sin perder sus tradiciones, preservando la cultura y los valores que lo han hecho único desde que Gustav Horcher abriese en Berlín un primer restaurante en 1904 y Otto Horcher lo trajese a Madrid en 1943.

Hoy, 80 años después de echar a andar junto al parque del Retiro y con Elisabeth Horcher al frente, de su cocina siguen saliendo platos de esencia centroeuropea que se rinden a la temporalidad del producto como el ganso asado al horno, una de las favoritas de Gustav Horcher, el ragoût de lenguado y carabineros o el baumkuchen, los arenques a la crema con Kartoffelpuffer o el espectacular Gazpacho con Bogavante y huevas de salmón.

Plato de faisán. Foto: Horcher.

La bodega es un plus de Horcher, con vinos de añadas históricas que el sumiller Blas de Benito recomienda y sirve a la perfección.

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